La hermana-gata dice en voz baja:
– Tienes que jurarlo. -Dice-: Jura que te caerás muerto si se lo cuentas a alguien. -Dice la hermana-huésped-: La verdad es… que soy espía.
La cara del agente-yo pone las cejas arqueadas para mostrar sorpresa, con la boca bien abierta y la mandíbula caída. Y este agente dice:
– No. -Dice en voz baja-: ¿Espía?
La hermana-gata inclina la cabeza hacia delante, luego la inclina hacia atrás y a continuación repite el gesto para que su cabeza se mueva afirmativamente. Y dice:
– Ahora júralo.
Los labios del agente-yo se expectoran en la palma de la mano propia y extienden la mano ensalivada hacia la hermana-gata. Este agente acepta representar a la nación americana únicamente si hay apretón sellado de manos.
Espero un momento largo, y otro, y al cabo de otro la hermana-gata posa la mirada en el charco de saliva. En el momento final, extiende la mano propia cubierta de escupitajo. La hermana-huésped envuelve y agarra con los dedos entrelazados para albergar entre ellos el cúmulo de fluido cálido y resbaladizo.
COMUNICADO DECIMOTERCERO
Empieza aquí el informe decimotercero del agente-yo, número 67, en el recinto de la cámara de consejos de las Naciones Unidas en Miniatura, celebradas en el barrio residencial de la ciudad XXXXX. Sesión de asamblea general XXXXX. Fecha XXXXX. Para que conste en acta, el agente-yo actúa en calidad de delegado de Estados Unidos, ataviado con el apropiado y tradicional cubre-cabeza de ala ancha de los pastores de vacas, cubierto con lentejuelas reflectantes de colores azul, blanco y rojo. Los pies enfundados en unas botas asociadas con la profesión de pastor de vacas. Prestadas por la madre-huésped. De avestruz desollada. El resto del atuendo lo compone el blusón de tela negra con las palabras inglesas impresas: «Propiedad de Jesús», tejido para ajustar apropiadamente en el enorme tipo corporal endomórfico obeso norteamericano. Los bajos del blusón cuelgan sueltos rozando las rodillas del agente-yo.
Este agente, designado secretario general en funciones para supervisar las Naciones Unidas en Miniatura.
Para que conste en acta, mis colegas delegados exhiben coloridos atuendos que representan sus propias diversas tierras nativas. La dama delegada de Malawi lleva pantalón de harén de gasa de color rosa, tan fino que no oculta el tanga de bikini negro que lleva debajo. El tradicional cordón negro que parte el trasero y separa las nalgas. Pese a ser caucasiano, el delegado masculino de Gabón lleva dashiki, con muchos insectos fabricados con plástico negro, moscas comunes falsas pegadas a la piel del propio rostro pálido con impregnación de adhesivo de maquillaje de látex. El delegado masculino caucasiano de Qatar se ha envuelto el torso en bandolera con incontables tiras de munición de ametralladora, y se dedica a levantar su puño de joven caucasiano de pelo rubio a modo de saludo estilo Black Power.
Todos los jóvenes caucasianos delegados del Tercer Mundo, adornados con collares de dientes falsos de animales, con el pelo lacio peinado en forma de trenzas pegadas al cráneo, rastas o extensión de peinado estilo afro. Todos los caucasianos con aperturas nasales rectas y estrechas, un rasgo genético heredado para repeler las precipitaciones europeas, hoy se sientan detrás de placas de escritorio con los nombres: GUYANA, PERÚ, GAMBIA, BIRMANIA, GUINEA ECUATORIAL. Se abanican a ellos mismos usando frondas de palmeras. Azotan los propios hombros con cordeles para ahuyentar a unas moscas tse-tse no presentes. Se quejan sin parar de la malaria. Discuten la calidad del agua fresca para beber. Comparan tasas de mortalidad infantil.
Suspendido del techo, el tablero de puntuaciones. Sujeta a la pared, una cesta sin fondo hecha de cuerdas entrelazadas para insertar pelotas dentro. El suelo dorado de baloncesto de madera bruñida no se permite pisarlo con calzado de suela oscura por miedo a que los talones estropeen y dejen marcas de patinazos. La misma ubicación de recinto deportivo donde se celebró el ritual de bailes desenfrenados de apareamiento.
La dama delegada de Kiribati está sentada a horcajadas en las piernas del caballero delegado de Tuvalu, los representantes de ambas naciones enfundados en pieles indecentes de animal tigre artificial, taparrabos desarrapados, dibujándose mutuamente con pluma de bolígrafo tatuajes falsos que imitan símbolos de Senegal en la superficie interior alta de la piel del muslo pálido del otro.
La dama delegada de Nepal va engalanada con velo transparente sobre la cara y lleva el pecho oculto por un sujetador de monedas doradas resplandecientes. Ejecuta baile desenfrenado de las caderas. El caballero delegado de Bután lleva hueso de animal inserto en moño de pelo, con la cintura rodeada de falda de hierba y blandiendo una lanza. Otra dama delegada va adornada con sostén de cocos. Otra con sari. Otra con kimono. Otro caballero lleva pañales como Gandhi. Otro lleva chaqueta de Nehru. Turbante. Sombrero cónico de culi. Jactándose con falda plisada a cuadros.
No hay delegado que no corteje a algún compañero de apareamiento. Los delegados cumplen con el imperativo de la reproducción.
Forman alianzas comerciales. Forjan tratados de paz. Negocian bajadas de las barreras arancelarias.
Otra delegada lleva tocado rematado con plumas al estilo de bailarinas de cabaret de Las Vegas y está sentada detrás de una placa que dice BRASIL. Otra delegada recorre dando tumbos el pasillo de la cámara de consejos, tropezando con los bajos del burka propio. Otro delegado lleva bastón de caminar coronado con cráneo humano y la cara propia veteada con pinturas de guerra color blanco, negro y amarillo.
Se ven tatuajes tribales americanos corrientes y también múltiples perforaciones de las narices, orejas y labios, lo que pasa es que en el día de hoy parecen normales. Accesorios de los disfraces.
En el estrado, este agente golpea con el mazo, pom-pom, golpea, pom-pom, golpea, pom-pom, para que haya orden en la asamblea general.
El agente Chernok en calidad de delegado de Italia chupa el lóbulo de oreja de la dama delegada de Venezuela. Oleg va ataviado con Lederhosen. El agente Ling manosea las nalgas de la dama delegada de México.
Desde su posición en lo alto del escenario del «Coro juvenil de swing», delante del estrado, el agente-yo solicita en vano con su voz aflautada que haya orden en el congreso mundial.
La agente Magda lleva cubre-cabeza tipo boina negra, transporta larga baguette de pan y se ha trazado una línea negra con lápiz de tinta encima del labio superior para sugerir bigote. Magda se aproxima al escenario, se posiciona a los pies del agente-yo y posa su mirada en este agente.
– Bonjour, camarada, es urgente que tengamos discusión relacionada con tema colosal.
Con los ojos de dicha agente a la altura de las rodillas del agente-yo, Magda inclina el torso para ser capaz de blandir la baguette de pan y aporrear las piernas de este agente. Y aporreando de esa manera, Magda dice:
– Inmediato. -Dice-: Acontecimiento inminente en juego.
Para que conste en acta, en ese mismo momento se acerca la hermana-gata, con las caderas envueltas en un chal rojo anudado a un lado de la cintura, provisto de flecos descendentes, y con una pierna al completo desnuda de manera que casi le queda la entrepierna a la vista. Envolviéndose la coronilla, la hermana-huésped se ha adornado con turbante rojo y lleva aros colgantes de metal dorado en cada lóbulo de oreja. Amontonados encima del turbante: plátano artificial, piña de plástico, uvas de goma, manzanas falsas, elevada corona de fruta no comestible. Meciendo las caderas, meciendo los flecos, con la cobertura de fruta apoyada sobre la cabeza, la hermana-gata llega al pie del escenario y se detiene junto a la agente Magda. La hermana-huésped levanta las dos manos, se sujeta los costados de la fruta para poder levantar la vista hacia el estrado y hacia este agente. Y la hermana-gata dice:
– ¡Truco o trato! -Dice-: Adivina de quién voy disfrazada… -Y en el mismo momento, dice-: ¡De Cuba!