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Está claro que es un error. Lo que estamos cosechando dentro del saco de tela es meramente un amplio espectro de colores de plumas de tinta. Cosechamos pequeños paquetes de alambre cromado doblado en forma de sujetapapeles. Munición para grapadoras americanas. Tijeras. Plumas de tinta adicionales.

La hermana-gata continúa su discurso referido a la autopsia de Trevor y a cómo se le ha descubierto un trauma reciente en el intestino grueso. Abrasiones parcialmente curadas en el recto. Fisuras que han rasgado las tiernas membranas del ano de Trevor. Todos ellos signos que indican abusos sexuales en un pasado reciente.

Igual que la cubeta de agua que devoró al roedor blanco. Igual que Pavel. La deidad es el único modelo de conducta correcta, matando con armas de guerra cancerígena, con terremoto y con ciclón. Todos los humanos tienen que justificar el asesinato salvaje futuro del que serán víctimas a manos de la deidad.

La hermana-huésped deposita dentro del saco de tela paquetes de discos informáticos en blanco. Etiquetas adhesivas. Tablillas de papel pautado. Lápices mecánicos. Borradores de goma.

Y en el mismo momento, hay disponible muy cerca una selección igual de amplia de códigos de lanzamiento de misiles nucleares. Tentadores detalles estratégicos de los movimientos de las tropas americanas. Planes preliminares de futuros prototipos de la mayoría de las armas militares científicas. Abundancia exuberante de todos los altos secretos de la defensa.

La hermana-huésped, sustrayendo más plumas de tinta y más papel pautado, dice:

– La policía le va a meter un puro a alguien por darle por el culo a Trevor…

Esta instalación concreta está llena hasta arriba de deliciosos isótopos nucleares. Plutonio. Estroncio. Un delicioso menú de elementos radiactivos. En secreto, este agente recita: «… uranio… radio… einstenio…». Una amplia selección de muestras de cultivos biológicos y químicos letales.

Ántrax. Ébola. Sarín.

Para acceder a ellos solamente hay que utilizar la tarjeta plastificada con el nombre y la prótesis ocular de color verde. Ambas cosas ocultas en el pantalón de la hermana-gata.

El endeble saco de tela está tensado hasta casi romperse, lleno de un cargamento de plumas de tinta, grapadoras, cintas adhesivas, discos en blanco y desechos. Detritos.

Poniendo voz de cachorrillo-bebé, este agente le suplica a la hermana que se retire y que accedamos a la ubicación del almacén de materiales nucleares para poder hacer un intercambio lo bastante íntimo de bocas. Una mezcla de salivas. Que nos retraigamos a la bóveda de máxima seguridad para generarnos placer mutuo. Y así allí podré acceder a un festón de curio, hasio y laurencio.

La hermana-gata encaja las puertas del armario y cierra los picaportes. Se gira para posar la mirada en este agente y dice:

– Pigmeo… -Dice-: A ver si lo entiendes… tú y yo vamos a tener el mismo padre, así que no nos lo podemos montar, y tampoco lo podemos meter en líos a él. -Dice-: ¿Lo entiendes?

Usando su voz secreta, en el interior de su cabeza, el agente-yo cita al jovial monarca y bondadoso rey Mao Tse-Tung y dice: «La necesidad de cagar después de comer no significa que comer sea una pérdida de tiempo».

Las manos enfundadas en látex del agente-yo trajinan el peso muerto de las plumas robadas y los sellos de correos. En secreto, este agente habla dentro de su cabeza y debate acerca de si la policía lo va a arrestar por sodomizar al matón amarillo-claro. Abortando el proyecto letal de la feria de las ciencias. Frustrando la Operación Estrago.

El castigo por sodomía sería colocar al agente-yo encarcelado para el decurso completo de su vida en la compañía de otro gran número de sodomitas. Ese es el absurdo de la justicia legal americana.

Esperando cerca, los atractivos isótopos radiactivos polinio-210, iridio-192 y cesio-137. El casi inalcanzable tesoro envenenado del exquisito talio. Tan cerca de mi alcance, el seno fragante de la hermana-gata y el exuberante torio enriquecido. Una combinación de todas las gloriosas victorias.

Cita: «La necesidad de cagar después de comer no significa que comer sea una pérdida de tiempo».

El problema es que ahora las nalgas prominentes de la hermana-gata se baten en retirada. Alejándose, ella dice:

– No puedo dar lecciones de cómo se actúa en tu ciudad, pero aquí… -Dice-: Los hermanos y las hermanas simplemente no se lían entre ellos. -Con la tela del pantalón tensada para contener sus suculentas nalgas, la hermana-huésped realiza un rápido y sigiloso desfile hacia el letrero que marca la dirección de salida.

COMUNICADO VIGESIMOPRIMERO

Empieza aquí el informe vigesimoprimero del agente-yo, número 67, en su revisitación del centro de distribución de propaganda religiosa de la ciudad de XXXXX. En el exterior de la capilla de culto bulle la amenaza de una horda de chacales mediáticos empleados por el diario impreso XXXXX. Han asistido múltiples parásitos en representación de la atestada casa de putas del centro de distribución televisiva por cable XXXXX. Sitiada asimismo por los buitres haraganes de la cadena de radio XXXXX.

Para que conste en acta, el evento de hoy tiene por fin deshacerse de los restos mortales de Trevor Stonefield. Hacer el despliegue ritual del cadáver de Trevor previo a convertirlo en alimento nutritivo para artrópodos, bacterias y microbios.

Además de la melé de los chacales mediáticos, la calzada está ocupada por una densa cabalgata de ciudadanos que bloquean con sus pasos la entrada de la capilla. Llevan en alto un bosque de cartones montados en unos postes de madera que ellos usan como mangos, y en los cartones hay impresas las palabras inglesas: LOS ASESINOS NO MERECEN LA SALVACIÓN. En otro letrero pone: NO HAY LÁGRIMAS PARA TREVOR. El caos moralista agita sus letreros, emite cánticos y los va repitiendo: «Trevor arde en el infierno…». Las ciudadanas madres, los ciudadanos padres y su descendencia emprenden un desfile que traza una elipse continua delante de la capilla, mientras emiten el cántico: «Trevor arde en el infierno…».

Una hiena femenina emperifollada sostiene en su garra pintada un micrófono que tiene estampado un numeral árabe cuatro de gran tamaño, y a continuación se posiciona inmediatamente delante del objetivo de la lente de la cámara. Ataviada con un traje-pantalón de uniforme, con la cara pintada para borrar todos sus defectos, la hiena femenina posa su mirada dentro de la cámara y dice:

– Incluso en un día de duelo como hoy, las familias furiosas protestan delante del funeral del joven trastornado, y el médico forense del condado continúa investigando los descubrimientos de la reciente autopsia… -Dice-: Las pruebas forenses que demuestran que el francotirador de la escuela fue, también él, víctima de recientes abusos de tipo sexual.

La hiena femenina emite su proclama, compone una sonrisa con la boca y dice:

– ¿Me ha quedado bien el pelo? -Su mano pesca un objeto plano del interior del pantalón propio y lo manipula de manera que el objeto se hiende para convertirse en un espejito. Observándose el rostro, la hiena mediática dice-: ¿La sombra de ojos se me ve igual de los dos lados?

El hedor de la tragedia humana atrae a los periodistas frenéticos. La horda de carroñeros se da un festín con el ano rebosante de la historia mundial.

Eludiendo el perímetro del carnaval, el desorden revuelto de emociones negativas, los miembros sigilosos del agente-yo acceden a la capilla de culto. Entran en ese crepúsculo perpetuo que es común a todas las capillas de culto. En la penumbra del interior están ausentes los cilindros de parafina en llamas, están ausentes los despliegues coloridos y fragantes de genitales de formas de vida vegetal. Faltan los feligreses. No está la momia corroída de la señora Lilly. No hay más que un ataúd hendido para desplegar el cadáver suspendido encima de una tapicería de tela de seda azul, por debajo de los pies de yeso del falso hombre muerto que sangra pintura. Las cubiertas de piel de los ojos del cadáver están cerradas. Trevor Stonefield. Reclinado y ataviado con un blusón apropiado para cualquier evento de culto corriente, con el cuello atado mediante una banderola de seda anudada. Las cortinas de pelo de color amarillo-claro enmarcan la cara de Trevor por encima de su cojín apoya-cabezas. Los moretones en forma de cuadrícula causados por la argamasa de los azulejos se le ven en forma de líneas rojas tenues por debajo del maquillaje facial de cadáver.