– Saludos, muy estimado y reverenciado educador. Acepte, por favor, nuestro agradecimiento por la sabiduría que nos imparte.
Todos los jóvenes americanos, los masculinos y las femeninas, lo dicen.
La única excepción es este agente.
De inmediato todos los estudiantes pujan porque este agente se cuente entre los guerreros de su equipo, suplicando que yo los acompañe en la batalla de vejigas de látex infladas. Se ven forzados a resolver la disputa usando el ritual tradicional de arrojar una moneda dineraria hacia el techo, permitiendo que la posición final de la moneda voladora lo decida: cara o cruz. En las naciones capitalistas, todo se decide por medio del dinero. Después de adjudicar a este agente, ambos ejércitos reunidos reclutan a los mejores especímenes físicos. Los ejércitos se posicionan frente a las paredes del gimnasio. Aprovisionados de cantidades idénticas de vejigas infladas.
El instructor de educación física inserta un caracol de metal, un caracol de color plateado, entre los propios labios faciales. El instructor sopla al caracol para generar un silbido estridente, y en ese preciso momento las vejigas vuelan.
El impacto de las vejigas de goma llena de ecos el espacio del gimnasio. Ruido de rebotes y repiqueteos cuando las vejigas contactan con el suelo de baloncesto de madera. Ruido de golpes secos cada vez que la goma impacta y resbala, efectuando abrasiones en la piel humana. Los ladridos del revestimiento chirriante de las zapatillas atléticas contra el barniz del suelo. El tronar de los pies que corren perseguidos por otros pies, de las cargas de las zapatillas. La vejiga es lanzada a tanta velocidad que deja un rastro de gritos antes de desollar la piel de la mejilla del presidente del club de ajedrez. Le hace un verdugón en el hombro, un verdugón rojo e inflado, al ganador de la Beca al Mérito Nacional.
En medio de las voleas de esas vejigas letales, el antiguo caballero delegado de Bahréin dice:
– Pequeñajo, enséñame esa patada hacia atrás…
Y me pide instrucciones para el Estallido de la Mula, cata-zas.
El antiguo delegado de Birmania lanza la vejiga para proteger a este agente y dice:
– Eh, Pigmeo… enséñame aquella otra patada.
Y pide instrucciones para ejecutar la Hiena Voladora, fua-puuum.
En medio de la escaramuza, del granizo de infinitas vejigas lacerantes, del campo de batalla rampante de misiles veloces, el agente Tanek se posiciona cerca del costado de este agente. Tanek dice en voz baja, en tono restringido para que solo lo oiga el oído del agente-yo:
– Atención, camarada. -Dice-: No te dejes seducir por la estúpida adoración de los diablos americanos.
Al momento siguiente, una vejiga desapercibida golpea con fuerza la mejilla facial del agente Tanek. Las reglas del combate requieren que ese agente se extraiga a sí mismo de la batalla y se retire al margen del gimnasio.
Los ojos de todos los compañeros-agentes están condenando a este agente.
Las manos del agente-yo se procuran una vejiga inflada. Sus brazos catapultan la vejiga para que impacte en un soldado del equipo opuesto, el agente Otto, considerado uno de los mejores del ejército de la escuela. El golpe hace que Otto se desplome, agarrándose la caja torácica y retorciéndose boca arriba sobre la madera de baloncesto, con los ojos fuertemente cerrados y emitiendo agua. El ejército del agente-yo emite una oleada masiva de vítores. Todos los compañeros soldados impactan con las manos abiertas en el omóplato de este agente. Los dedos de los coetáneos desordenan los pelos capilares del agente-yo. Y me dicen:
– Así se juega, Pigmeazo.
Al cabo de un momento rápido, agarro una nueva vejiga y la lanzo para golpear con fuerza al agente Bokara, impactándole en el esternón de manera que ese agente emite un ruido tipo crac. El agente Bokara se abraza a sí mismo y se desploma hasta quedar supino.
Las hembras-testigo vitorean. Posicionada entre la muchedumbre femenina, la agente Magda observa con ojos apenados y se acaricia con las manos el abdomen propio. Las glándulas mamarias infladas por el flujo de nuevas hormonas.
Bajo la mirada letal de los agentes-compañeros, este agente intercepta el vuelo de la vejiga vertiginosa, la agarra y la arroja para aturdir la frente del agente Ling. El impacto de la vejiga provoca una erupción de sangre roja y viscosa, que sale aparatosamente de la nariz de dicho agente. La vejiga rebota a un lado y estampa una huella de sangre, y otra, y otra, por la madera del baloncesto.
El hermano-puerco huésped emite un bramido con la voz:
– ¡Ese es mi hermano! -Y otro bramido-: ¡Cárgate a esos extranjeros!
El agente Ling es extraído del campo de batalla. La escaramuza continúa. Eludiendo las municiones de numerosas vejigas lacerantes, los pies del agente-yo adoptan una posición adyacente al hermano perro-puerco. Bajo una lluvia de disparos, este agente dice:
– Respetado hermano… -Dice, eludiendo una vejiga que se acerca-: Obtén un total de ocho píldoras de dormir Rohypnol y te adiestraré para que hagas el Puñetazo del Panda. -Dice-: Y convertiré a mi hermano en el más invencible.
Al momento siguiente, las manos prensiles de este agente vuelan para interceptar una vejiga en rescate de otro compañero-soldado, el antiguo delegado del Congo. Y a ese caballero delegado le digo:
– Adquiere un contenedor fabricado a base de acero con capacidad de dos pies cúbicos destinado a la feria de las ciencias… -Le digo-: A cambio, te prometo que te enseñaré la maniobra de la Muerte Rápida por Golpe de Cobra.
Lanzando otra vejiga para asesinar a los soldados oponentes, en el campo de batalla abarrotado de víctimas, este agente negocia para enseñar el Golpe Doble del Cóndor que Planea al primer hombre que le traiga cinco libras de fertilizante a base de nitrato de potasio. Se muestra dispuesto a enseñar el Puñetazo con Escapatoria del Canguro Saltarín a cualquiera que le pueda suministrar un detonador. A demostrar el tirón decapitador del Lince Volador a cualquiera que le aporte un mecanismo temporizador alimentado por baterías.
Sobre el telón de fondo de las víctimas frecuentes, el bombardeo de la artillería pesada de las vejigas de goma, este agente encarga al antiguo caballero delegado de Guinea Ecuatorial que adquiera precipitado de tri-yoduro de nitrógeno originado en el hidróxido de amonio del laboratorio de la escuela. Le asigna al antiguo delegado de Mali la tarea de destilar reactivo de azufre sublimado. En medio de la batalla encarnizada, le encarga al delegado de Perú que obtenga 17,67 onzas de peróxido de sodio altamente purificado.
Y el revuelo de la guerra continúa incesantemente. La valiente acción de los nobles soldados enzarzados en la práctica de la muerte. Los jóvenes enrolados, ansiosos por aprender a matar. El chirrido de las suelas de muchas zapatillas. Los golpes de los impactos de las vejigas vertiginosas. Hambrientos de violencia.
Al momento siguiente, el antiguo delegado de Mozambique dice:
– Pigmeo, coleguita. -Me ofrece el codo doblado de su brazo y dice-: ¡Rómpeme el brazo! -Dice-: Tengo un examen sobre Silas Marner en la próxima clase.
Le solicito al delegado un artefacto temporizador.
Y Mozambique dice:
– ¿Mi radio-despertador sirve…?
Y en ese mismo momento, los puños del agente golpean con fuerza, bam-blam, la Patada Mortal de la Cigüeña Gigante, y parten el frágil cúbito del delegado, efectuando una fractura compuesta para que el hueso emerja de la piel perforada del antebrazo del joven. Al oírse el sonido del hueso partido, y al salirse el tejido muscular, en el momento en que presencia esto, el soldado-delegado de Mozambique pone los ojos en blanco. A su esqueleto le fallan las rodillas y se dobla por la cintura y el cuello. Se desploma sobre la madera de baloncesto. Nada de conciencia. Nada de Silas Marner.
Cita: «La política es como el boxeo. A los oponentes se los intenta noquear».