– ¿Pigmeo? -dice una voz femenina.
El ojo artificial del padre-huésped ya está casi a punto de soltarse. Ya sobresale antes del momento crucial del desprendimiento ocular.
La hermana-gata ha levantado un poco la cabeza de la mesa y ahora frunce los ojos para enfocar con ellos y dice con los labios negros:
– Ese es su ojo bueno… -Dice la hermana, con las cubiertas de piel de los ojos cerrándose-: Prueba el otro… -Dice-: Capullo.
El cráneo de la hermana-huésped se vuelve a desplomar en la superficie de la mesa y dice con voz amortiguada:
– Róbame unos cuantos cartuchos de impresora, ¿vale?
Y al momento siguiente se derrumba, embrujada por los sedantes, caída de pleno en un sueño sumergido.
Es posible que la hermana-gata haya percibido la declaración oral de amor de este agente.
Es posible que la hermana-huésped haya estado consciente durante la confesión del peor de los secretos del agente-yo.
Cita: «El futuro pertenece a quienes lo preparan en el día de hoy».
Al momento siguiente, la cuchara adopta una nueva posición en el otro ojo del padre-huésped. Se hunde para encajarse entre el borde del ojo y la cuenca. Aplica presión en el mango de la cuchara.
Dentro de su cabeza, el agente-yo recita en secreto: «… estroncio… plutonio… uranio…».
En el mismo momento, la prótesis ocular de cristal sale disparada haciendo una carambola en el costado del vaso de agua, vuelve a rebotar en el cráneo del hermano-puerco dormido, chapotea en la salsa con cloruro sódico de las patatas pulverizadas y por fin el ojo verde se queda mirando con desprecio en dirección a este agente.
COMUNICADO VIGESIMOQUINTO
Empieza aquí el informe vigesimoquinto del agente-yo, número 67, rememorando un entrenamiento encubierto llevado a cabo en el año formativo pasado XXXXX. En ese día, se imparte filosofía sigilosa de batalla en compañía del muy estimado mariscal de campo XXXXX. Se explica la utilidad secreta de los genitales de los agentes de cara al espionaje, a fin de hacer avanzar el poder mundial de la patria XXXXX.
Para que conste en acta, se repite aquí la narración de una historia de la primera infancia. Para reforzar una antigua lección importante de este agente, cuyo yo pasado tenía entonces ocho años vividos desde su nacimiento.
De acuerdo con el afamado mariscal de campo, todos los miembros adultos sin excepción de Estados Unidos prefieren por encima de todo las relaciones sexuales con niños. Los ciudadanos americanos son pedófilos babeantes y ansiosos por consumir tiernos genitales infantiles.
Durante la conferencia presente del distinguido y reverenciado mariscal de campo, este se posiciona delante de todos los estudiantes. Con las botas de color negro muy separadas sobre el suelo y el pantalón del uniforme metido dentro de la parte superior del cuello de las botas de cordones, según dictan las ordenanzas. El mariscal de campo tiene las dos manos unidas detrás de la espalda. El blusón negro de su uniforme muestra muchas medallas de oro cubriendo la ubicación del músculo cardíaco. Una gruesa capa de medallas. Medallas al valor. Medallas que recompensan por el sufrimiento. La voz del reverenciado mariscal de campo emite con estruendo las palabras de la lección. Las cubiertas de piel de sus ojos no parpadean ni una vez.
Sentados en posición de atentos, los agentes Magda, Tanek y Otto, todos los agentes, Tibor, Bokara y Ling. En el momento anterior, mientras el mariscal de campo emprendía un pequeño desfile para penetrar en la sala, todos los agentes han hablado al unísono con una sola voz, diciendo:
– Saludos, educador muy estimado y reverenciado.
Con una sola oleada de voz, todos los agentes han dicho:
– Acepte, por favor, nuestro agradecimiento por la sabiduría que nos imparte.
El mariscal de campo ha llevado a cabo una inclinación de la cabeza.
Y todos los agentes han inclinado la cabeza.
De acuerdo con las explicaciones del mariscal de campo, en el pasado todos los ciudadanos americanos eran homosexuales escondidos. Todos ansiaban la masturbación clandestina dentro de los orificios de sus conciudadanos del mismo género. A fin de poder disfrutar más de la degradación mutua. Así pues, a fin de obtener con mayor facilidad acceso al gobierno y de adquirir poder sobre los individuos, los agentes simplemente tenían que practicar la sodomía con los americanos. Y al momento siguiente, tenían que amenazar con denunciar a dichos ciudadanos como pervertidos subrepticios. Siguiendo dicha estrategia, la víctima debía suministrar al agente información confidencial sobre el gobierno y proporcionarle dinero. Y debía satisfacer todas estas demandas por terror a ser denunciado públicamente como sodomita.
Mientras recita esta profunda conferencia, las manos del aclamado mariscal de campo manipulan la hebilla del cinturón propio. Liberan el cinturón. Extraen la correa de cuero del cinturón por completo de la cintura de los pantalones. Los dedos de su mano agarran la tela del blusón allí donde se encuentra constreñida dentro de la cintura. Tiran de los bajos del blusón hacia arriba hasta que lo liberan del pantalón y los faldones del blusón quedan colgando sueltos, afectados por muchas arrugas.
El distinguido mariscal de campo narra una lección valiosa cosechada durante incontables violaciones dolorosas. Ensamblada durante degradantes cópulas mantenidas con un número enorme de senadores americanos, gobernadores estatales y jefes del Estado mayor de la defensa.
Las medallas de oro que le cubren el músculo cardíaco le reconocen al mariscal de campo el haber soportado tantas humillaciones.
Al momento siguiente, las rodillas del mariscal de campo se flexionan y su torso se inclina para que sus manos puedan desatar los cordones de una bota. Las manos desanudan los cordones de la segunda bota. Los pies del reverenciado mariscal de campo se elevan para liberarse y abandonar ambas botas vacías.
Desde la era moderna, explica el reputado mariscal de campo, la depravada nación de Estados Unidos da acogida a semejantes degenerados. América se jacta mediante frecuentes desfiles públicos que hacen ostentación de la sodomía. Si no se genera vergüenza ni miedo, la amenaza histórica de sacarlos a la luz ya no es eficaz para producir la extorsión.
Los dedos de las manos del sabio mariscal de campo liberan el cierre de la cintura del pantalón. Las piernas salen del pantalón del uniforme. Dobla con gran cuidado los pantalones y los coloca encima de las botas. Deja a un lado las botas y los pantalones.
– Una cosa importante -dice el aclamado mariscal de campo, ataviado únicamente con blusón y calzoncillos interiores de bikini. Los calzoncillos interiores de bikini son de un insulso color oliváceo. Revelando unas piernas flacas densamente recubiertas de pelos exuberantes, nos dice-: Posteriormente a la estimulación dactilar del ano americano, los agentes siempre tienen que lavarse las manos…
Y ofrece a todos los agentes cubre-manos de látex. Les ofrece gelatina lubricante transparente y sin color.
El mariscal de campo exclama que los diablos americanos no sienten aprensión hacia ningún acto genital posible. Se pasan la vida insertándose roedores por el túnel del recto, incluso los actores de cine más famosos. Los falos y orificios de las víboras estadounidenses siempre están trufados de una textura de multitud de nódulos, siempre están tan nudosos como criaturas marinas, anémonas o pepinos de mar, de tan cubiertos que se encuentran de una densa capa de verrugas venéreas.
– El resultado de unos abusos tan frecuentes -dice el mariscal de campo- es que los orificios americanos están perpetuamente enfermos. -Dice-: Siempre son portadores de infecciones.
Las manos del respetado mariscal de campo todavía no extraen el bikini propio.