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Tanek pasa los cubre-manos de látex y pasa la gelatina, se la distribuye a Otto, que se la distribuye a Sheena, luego a Oleg y a Vaky, hasta que todos los agentes se encuentran equipados.

En secreto, la máquina interior de pensar del agente-yo, sin voz alta, dice: «… carbono… cerio… cesio…».

– Es crucial -dice el mariscal de campo- ser capaces de localizar al instante la próstata o la esponja uretral para estimularlas con vigor. -El bikini sigue en su sitio, enmascarando los genitales, y el mariscal de campo continúa-: La nación americana es víctima de una cultura del deseo…

De acuerdo con la conferencia, todo el esfuerzo de Estados Unidos va encaminado a incitar el deseo, a infligir ansia e inspirar demandas. Todos los días las ratas americanas ofrecen un exceso de objetos para adquirir. Un exceso de fórmulas para el éxito. Una selección demasiado enorme de religiones, vocaciones y estilos de vida. Nunca existe la posibilidad de realizar una elección. Y el resultado es que no hay felicidad, siempre se está pugnando por la persecución del siguiente objetivo. Por la siguiente posesión o experiencia o compañero reproductivo.

Enganchando el dedo en la cinturilla elástica del bikini, el mariscal de campo explica la naturaleza superior de esta patria. Aquí, el Estado no promueve ninguna opción existente. Limita todas las posibles elecciones de cada ciudadano. Proporciona la selección más simple y mejor de residencia, educación, carrera y pareja. Un contingente de funcionarios estatales sabios e informados no permite que el ciudadano se vea confundido por el estrés de las oportunidades, por el estrés de las sorpresas ni de las ambiciones elevadas. A fin de infligir una felicidad mayor, esta patria canaliza a todos los ciudadanos por la ruta de un solo camino correcto en la vida. Únicamente se puede aplicar toda la energía vital al propósito más noble. No hay un caos de variedades enormes. No hay ningún tumulto generado por las elecciones personales.

– En el día futuro -dice el mariscal de campo -demostraremos el método correcto de alojar el condón oculto dentro de la mejilla facial para poder usarlo durante la felación al presidente americano. -Dice-: A fin de contener la explosión de la semilla del presidente. -Dice-: Resulta muy eficaz preservar el propio atuendo.

El mariscal de campo cita al eminente general militar y valeroso visionario Idi Amin, diciendo:

– «No se puede correr más deprisa que una bala».

En este día de hoy, las manos del mariscal de campo se agarran el elástico del bikini. Extraen un muslo del mismo. A continuación extraen el segundo muslo para dejar al descubierto unos muy ilustres genitales colgando por debajo de los faldones del blusón, mientras su pecho continúa engalanado con muchas medallas de oro. Para triunfar en América, los agentes deben convertirse en participantes sexuales superiores. En la cultura demoníaca de los despóticos Estados Unidos, los agentes deben alcanzar el estatus de objetos que exciten el mayor deseo.

El cuello del respetado mariscal de campo efectúa una rotación, Sus hombros efectúan una rotación. Su torso efectúa una rotación para hacer que su cuerpo entero deje las nalgas marchitas expuestas ante los agentes reunidos en el ejercicio de formación.

Este agente emite una inhalación diminuta, luego una exhalación diminuta, y por fin repite el ciclo. Su músculo cardíaco reverbera deprisa. Las manos del agente-yo tiemblan con pequeñas convulsiones. Con terror secreto, el agente-yo recita sin voz: «… cobalto… cobre… curio…».

En el día de hoy estudiamos la ubicación de la próstata. En el día siguiente, el clítoris. En el segundo día siguiente, los pezones. Estudiamos la estimulación de los labios. La estimulación del escroto. Desarrollamos el servicio más eficaz de pervertir el pene y la vagina. Para perpetrar la venganza contra los depredadores americanos, todos los agentes deben graduarse como expertos en dar placer a todos los pedófilos a fin de extorsionarlos después.

Todos los agentes observan el ojete arrugado, el cagadero espantoso del importante mariscal de campo, y cómo constriñe la pequeña circunferencia. Agarrota el nudo diminuto. Luego lo expande y lo relaja hasta que el músculo escurridizo de color rojo se abre plenamente como una flor. A continuación repite el constreñimiento y la relajación y continúa realizando esas pulsaciones.

Las vísceras del agente-yo sufren una convulsión y un espasmo. El esófago es inundado por un sabor amargo de exceso de ácidos digestivos. La nuez de Adán salta por culpa del esfuerzo de tragar tanta bilis estomacal.

Esta patria presenta una libertad total de falta de opciones. El único deber inevitable: la aniquilación.

Sería posible que las piernas del agente-yo dieran un salto desde su pupitre y aterrizaran matando con la Patada del Canguro, zas-pum, dejando al mariscal de campo en coma y permitiendo que este agente se escapara del aula. Que huyera del Estado.

Cita: «No se puede correr más deprisa que una bala».

Este agente está condenado a disfrutar para siempre del alivio de esa trampa.

Todos los estudiantes se colocan al instante el cubre-manos de látex mientras el mariscal de campo se pone en cuclillas para exponer el tejido rosado y arrugado correspondiente a la lección de hoy. Proporcionando acceso al mismo. Y en el mismo momento, la voz del mariscal de campo convoca el nombre del agente inicial para que se preste voluntario.

COMUNICADO VIGESIMOSEXTO

Empieza aquí el informe vigesimosexto del agente-yo, número 67, asistiendo a la tortura viviente del «coro juvenil de swing». Ya ha iniciado la construcción del arma de destrucción masiva XXXXX. Después del éxito de la reciente incursión para obtener la neurotoxina letal XXXXX. El método de dispersión efectivo XXXXX. Para que conste en acta, en el momento presente el agente-yo está imitando las expresiones faciales de regocijo de sus compañeros-estudiantes mientras estos vociferan las letras de sus canciones propagandísticas. Todos elogian el Estado Unido agrícola denominado Oklahoma, un entorno primitivo donde se emplea fuerza de trabajo equina para arrastrar cierto vehículo con ruedas estropeado con flecos decorativos superfluos.

Este agente está posicionado entre las hileras de estudiantes, las filas múltiples organizadas según los tonos de la voz, segregadas, y soporta la orden que ha recibido de colocarse entre las voces agudas de las estudiantes femeninas. La voz del agente-yo emite vociferaciones únicamente en las porciones correspondientes a los chillidos más agudos de la letra. Que describe un carruaje resplandeciente execrado con flecos colgados. Corderos melosos. Tallos del cereal maíz crecidos a una altura comparable a la de los ojos de los paquidermos. Una letra demencial y pestilente. Las órdenes son no hacer muecas mientras se vociferan esas palabras dementes.

Para que conste en acta, la mayoría de las palabras de gran tamaño impresas a tinta en el periódico de noticias americano de hoy anuncian que el progenitor masculino de Trevor Stonefield ha sido arrestado por el Estado, acusado de abusos sodomitas contra su propio hijo. Una tosca imagen en tinta presenta a Glen Stonefield derramando abundante agua por los ojos mientras es colocado en cautiverio por los agentes de la ley. La hembra Stonefield también derrama agua por los ojos y presiona con las palmas de las manos femeninas sobre ambas mejillas faciales de su macho, con los músculos de las pantorrillas femeninas contraídos para posicionarse en equilibrio sobre las puntas de los pies y los labios fruncidos estirados hasta que sus labios están muy a punto de establecer contacto con los labios del progenitor masculino. El Stonefield masculino forcejea contra sus ataduras. Las manos femeninas atrapan durante un momento final la cara masculina.

Mientras todos vociferan los atributos del estado de Oklahoma, el agente-yo lleva dicha fotografía extraída de la página impresa, doblada y metida dentro del pantalón. Los dedos de este agente leen con el tacto y palpan la tinta de las caras de los progenitores afligidos. En secreto, los labios del agente-yo citan dentro de su cabeza al implacable líder y despiadado tirano Adolf Hitler: «No es la verdad lo que importa, sino la victoria».