– No, no puedo decir que lo haya hecho.
– No tienes que avergonzarte. Pero es un hecho que la primera vez es la más difícil. ¿No es así, Al?
– La más difícil. En un trabajo como el que has descrito, no sería recomendable que dudaras a la hora de apretar el gatillo.
Dave lo pensó un momento, tratando de ofrecer alguna garantía de que no vacilaría. Deliberadamente preguntó:
– Por cierto, ¿qué tal está el ojo de Willy?
– Ese capullo imbécil -gruñó Al-. Puede que vaya recto ahora que has eliminado la mitad de sus opciones visuales.
– La forma en que manejaste a Willy fue impresionante. Willy no es un niño de teta. Pero esos tipos de los yates rusos… puede que no levanten las manos tan fácilmente. Puede que no sean tan estúpidos como Willy. Puede que tengas que llevarte a uno o dos por delante -dijo Nudelli.
– Puede ser -respondió Dave.
– Bueno, pues ése es nuestro problema. Como los analistas políticos dirían de un candidato, es una cuestión de carácter -dijo Al.
Era una pregunta justa. Dave confiaba en no tener que matar nunca a nadie y estaba más o menos seguro de que podría llevar a cabo el plan con la mínima violencia. Pero eso no era lo que un tipo como Tony Nudelli quería oír. Quería ver una muestra convincente de su sangre fría, y lo único que se le ocurría era Harry Lime. ¿Qué le habría dicho Harry a este tipo?
– Lo que quieres saber es si estoy preparado para quitarle la vida a alguien si tengo que hacerlo. Creo que es una pregunta justa -dijo Dave con una indiferencia divertida, al estilo de Harry.
Se levantó y fue hasta las ventanas y, mirando por entre las persianas, interpretó su escena. Confiaba en que Tony y Al no fueran muy aficionados al cine.
– ¿Qué puedo decir? Excepto que nadie piensa en términos de seres humanos hoy día, Tony. Los gobiernos no lo hacen, entonces ¿por qué tendríamos que hacerlo nosotros? Hablan del pueblo y del proletariado y yo hablo de los imbéciles. Es lo mismo. Ellos tienen sus planes quinquenales y yo también. -Se volvió de cara a ellos y sonrió, lacónico-. Los muertos son muertos felices. No se pierden mucho con lo que hay aquí, los capullos.
Pensó que le había salido bien. Ligero, divertido, despiadado, con una excusa superficial para su propia conducta. Si hubiera empezado a hablar de lo duro que era y de que podía matar sin dudarlo, Nudelli no se lo habría tragado. Tenía demasiada experiencia en el negocio de matar para tragarse algo demasiado categórico. Claro que Dave no era ningún Orson Wells, pero tampoco Tony Nudelli era exactamente un Joseph Cotten. De todas formas, Tony tenía razón en una cosa. A Dave le habría salido mejor el discurso si hubiera llevado sombrero. Para meterse del todo en el papel. Un sombrero de fieltro negro, como el de Harry.
– Me gustaría que entraras en esto, ¿sabes? -dijo para rematar la jugada-. No tengo nadie en Miami en quien pueda confiar de verdad.
8
Fue el Department of Law Enforcement [Departamento encargado de imponer el cumplimiento de la Ley] de Florida -la sección de detectives de la policía estatal- el que puso a Kate sobre la pista del barco que Rocky Envigado pensaba, probablemente, utilizar para pasar su próximo cargamento de cocaína a través del Atlántico. El DLEF, desde sus oficinas en Pompano Beach, había estado vigilando a dos personajes, Juan Grijalva y Whittaker McLennan, sospechando que estaban involucrados en un fraude de seguros. Siguieron a uno de ellos hasta una reunión con un irlandés, Gerard Robinson, que se alojaba en el Hotel Breakers, de Fort Lauderdale. Al verificar la lista de las llamadas telefónicas de Robinson, los agentes habían encontrado un número de la Isla de Man. Y como la Isla de Man es un paraíso fiscal británico, pensaron que habían tropezado con algo importante, así que establecieron contacto con el National Criminal Intelligence Service de Londres, en petición de ayuda. El NCIS les dijo que el número pertenecía a Keran Properties, una empresa en la cual Scotland Yard llevaba tiempo interesado. Keran estaba gestionada por una firma local de contables, Pater, Hall y Green, que también estaban bajo vigilancia a raíz del soplo de que un conocido traficante de hachís, que por entonces estaba cumpliendo condena en una prisión española, era uno de los directores de Keran. El NCIS informó también al DLEF que Jeremy Pater, uno de los socios de PHG, era el dueño de una casa en las Islas Vírgenes británicas, así como de una participación en una floreciente empresa de administración de yates, la Azimuth Marine Associates. El director gerente de Azimuth era Alonzo Ávila. Una fotografía de Pater, Ávila y un tercer hombre no identificado fue enviada por correo electrónico al DLEF, quienes se pusieron en contacto con el departamento de archivos informáticos del FBI en Miami, para tratar de ponerle un nombre a la cara.
Pater, Ávila y Azimuth Marine no eran conocidos por el departamento, pero el tercer hombre sí. Era Chico Díaz, el hombre de confianza que Rocky Envigado tenía al mando de sus sicarios. En cuanto Kate se puso al día de las investigaciones del DLEF, fue a hablar con Kent Bowen.
– Joder, Kate, ¿querrías explicarme todo eso otra vez? -dijo Bowen bostezando.
– Es un poco complicado, señor -admitió Kate.
– ¿Complicado? Coño, Kate, suena como un culebrón.
– Verá, señor, Azimuth Marine es una de las principales compañías de gestión y marketing de yates de lujo. Administración, marketing del charter, contratación de tripulación, lo que quiera. Tienen representantes en casi todos los puertos de escala, desde Fort Lauderdale a Hong Kong.
Bowen adoptó una expresión dolida.
– Kate, por favor, sólo el resultado final, si no te importa. Se me endurecen las arterias con esto.
Kate sintió que enrojecía de irritación. Nunca antes había trabajado con un jefe con unos modales tan relajados como Kent Bowen. «Sólo el resultado final», no era la forma de trabajar del FBI. En la Academia de Quantico, se insistía en que había que construir un cuadro completo de la investigación. Y la investigación no era una hoja de cálculo que había que resumir en una simple declaración de pérdidas y ganancias. Y ahora este capullo paternalista…
– Creo que hemos encontrado el barco, señor.
– ¿Lo habéis encontrado? ¿Por qué no empezabas por ahí?
– Porque suponía que querría saber exactamente qué me hace creer que lo hemos encontrado, señor. El proceso intelectual y de razonamiento…
– Esto es el FBI, Kate. No el MIT. Nosotros nos movemos dentro del nivel de lo razonable. Duda razonable, sospecha razonable, esto y aquello razonable. Los «exactamente» déjalos para algún capullo con chaqueta blanca y una regla de cálculo en el culo. En el tiempo que lleva recorrer el camino que va de lo razonable a lo exacto, podríamos perder un arresto.
– Sí, señor.
– Así que calculas que esa Azimuth Marine ha proporcionado un yate a motor a Rocky Envigado, ¿es eso?
Mordiéndose el labio, Kate respondió:
– Hay una compañía llamada San Ferman, registrada en el paraíso fiscal de Gran Caimán, que sospechamos desde hace tiempo que está controlada por Rocky. Hace unos tres meses, Azimuth vendió un barco a esa compañía. Conseguimos seguirle la pista al barco, el Britannia, hasta un dique seco aquí mismo, en Miami. Está en el río, a la altura de la calle Trece, y actualmente lo tenemos bajo vigilancia. Hemos instalado un operativo en una habitación en el Hospital Harbor View desde la cual tenemos una vista excelente del…
– Puerto, ¿no?
– Y del dique seco. Pero hasta ahora no hemos conseguido asegurarnos de que la droga esté ya a bordo.
Bowen asintió pensativamente y preguntó:
– ¿Qué clase de trabajo han estado haciendo en el barco?