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Dave dijo:

– Blanco está bien.

Dio otro trago a la cerveza.

– Enseguida se ve la suciedad, pero es un buen camuflaje. Nos ayudará a pasar desapercibidos entre los otros botes.

Sonrió y dobló la fotografía.

– ¿Puedo quedármela?

– Es un regalo.

– ¿Cómo quieres enfocarlo, Al? Puede que Malta no esté dispuesto a cederte el barco sin resistencia. Y luego está todo el papeleo. Necesitaremos papeles legales para meterlo en el próximo viaje transatlántico de la SYT.

– Se hizo todo el papeleo cuando el barco todavía estaba anclado en Lauderdale. Garantía del préstamo de Tony a Malta. Tony le dejó el dinero a Malta cuando ningún banco quería ni verlo. Pero entiendo lo que quieres decir. Estamos bastante lejos de casa y puede que Malta se figure que eso le da ciertas libertades. Te diré qué vamos a hacer: vamos a salir a navegar, como si fuéramos un par de turistas. Nos alejaremos de la costa, a algún sitio apartado, espero, y lanzaremos algo de cebo, como si de verdad fuéramos a pescar. Y entonces le leeré la cartilla de la puta mierda que vale su puto culo si piensa que puede pasarse la cartera de Tony por él.

– Como una especie de analista de inversiones. Ya lo entiendo.

Dave acabó la primera cerveza y empezó la segunda.

– Vale, te ayudaré con una única condición.

– Pensaba que eso ya estaba claro. Sin muertes.

– Eso también. Quiero que me dejes hablar a mí.

– ¿Para qué? ¿No crees que puedo llevar unas simples conversaciones de restitución?

– Creo que puedes llevarlas perfectamente. Lo que me preocupa es todo eso de la cartilla. -Dave se encogió de hombros y encendió un cigarrillo-. Te gusta demasiado el enfrentamiento.

– Estamos hablando de recuperar una mercancía, no de un grupo de Alcohólicos Anónimos. Dame uno de esos cigarrillos.

Al lo encendió, furioso.

– Claro, pero tienes que entender la psicología humana, Al. Si le hablas de malas maneras, él reaccionará mal, igual que si le pusieras una pistola en la sien.

– Tiene suerte de que no vaya a esparcir sus jodidos sesos por todo el puente.

– ¿Lo ves? Si le hablas con tanta rudeza puedes provocarle a hacer algo estúpido. Y si hace algo estúpido, es casi una garantía de que la situación tendrá un final violento.

– ¿Pero, tú qué eres? ¿Te has vuelto un comecocos de golpe?

– Lo vi muchas veces en prisión. La manera en que los tíos se volvían locos y la manera en que algunos de los guardias podían calmarlos hablando. Hemos de hacer esto pacíficamente, que es la forma en que yo quiero hacerlo. Así que tenemos que actuar con tacto.

– Sí, claro -Al estaba riendo-. Y me lo dice un tipo que dejó ciego de un ojo a Willy Barizon con una jodida pluma estilográfica. Eso lo hiciste con mucho tacto.

– ¿No has oído decir que la pluma es más poderosa que la espada? Bueno, Willy no iba armado con una espada, sino con dos pistolas. Yo diría que tuve tanto tacto como me fue posible.

– Díselo a Willy la próxima vez que casi te vea.

– Ésas son mis condiciones.

– Vale, vale, tú te encargas de hablar. Qué sé yo, a lo mejor eres un jodido Warren Christopher o algo así.

Almorzaron y luego salieron. En el corto paseo hasta las oficinas de la Vera Cruz, Al vio algo que quería comprar para su hijo, Petey, en la tienda de regalos. Era un ejemplar de cría de pez martillo, de unos 30 centímetros de largo, conservado en un frasco de formaldehído.

Dave observó cómo Al pagaba veinte colones por el recuerdo y preguntó:

– ¿Qué es eso? ¿Un útil de aprendizaje?

– Le encantará. Petey adora los tiburones.

– ¿Eso quiere decir que piensas regalárselo o comértelo el día de su cumpleaños?

Con una helada sonrisa Al dijo:

– Con esa labia tuya no se entiende cómo duraste los cinco años.

10

El Juarista era toda una belleza. En el puente, mientras se ponían en marcha, Lou Malta les explicó la historia de su construcción.

– Lo hicieron en San Diego -explicaba con su cansino tartamudeo-. La forma del casco indica que tiene un centro de gravedad bajo y una profunda entrada en uve en el agua. Eso hace que la navegación sea muy cómoda para los pasajeros, esté el mar como esté. Nunca he visto a nadie mareado en este barco. Ni siquiera por la cocina de Pepe. Claro que tenemos los impulsores y los estabilizadores para simplificar el manejo, pero es el casco lo que marca la diferencia. Y un eje de inversión por debajo del espejo de popa hace que retroceder sea tan suave y se-seco como si estuviérais en la pl-playa. ¿De dónde habéis dicho que sois?

– L.A. -dijo Dave.

– L.A., ¿eh? ¿De qué parte?

– De todas partes.

– Aaah. De todas partes. Ése es mi sitio favorito -Soltó una risita-. Si no, preguntádselo a Pepe. Bueno, habéis escogido un buen momento para ir detrás del pez espada y del pez vela. Enero suele ser el mejor mes -Los miró de arriba abajo, midiéndolos-. ¿Qué experiencia tenéis en la pesca deportiva?

– La suficiente -respondió Al.

Malta se encogió de hombros.

– Bu-bueno, da igual. Pepe y yo… nos llega gente con todos los niveles de experiencia en este barco. Hace sólo unas semanas, estábamos pescando el wahoo con tres tíos de Nueva York. Y os juro que me encontré a uno de ellos tratando de matar el pez con su teléfono celular -Soltó otra risita.- Os juro que nunca había visto nada más divertido. ¿No es verdad, Pepe?

Pepe sonrió y dijo:

– Sí, Lou.

Pepe era un guapo chico negro de unos trece años, vestido con una camiseta azul marino con el logotipo blanco de Nike y unos holgados tejanos Guess. Estaba en el puente de mando recogiendo cuerdas y sonriendo abiertamente a Malta cada vez que se cruzaban sus miradas. CR tenía un buen ambiente gay y Al y Dave podían ver que Pepe era el cachero de Malta. El mismo Malta, con unos ciclistas cortos de Lycra azul cielo y una camiseta blanca con un dibujo del gato Garfield, era un tipo con un aspecto curioso. Cuarentón, con un corte de pelo a lo Rod Stewart, una cara rosada como Pilsbury Doughboy, gafas sin montura con patillas azules, y un gran pendiente de oro con un cartucho a juego con el que llevaba alrededor de su grueso cuello, tenía más aspecto de peluquero que de patrón de pesca.

– Pepe os proporcionará aparejos. Tenemos más o menos todo lo necesario, aunque sois los dos viajeros más ligeros de equipaje que he visto nunca por aquí abajo. ¡Hay turistas accidentales! ¿No te parece, Pepe?

– Sí, Lou.

– Como he dicho -gruñó Al-, nos robaron todo el material en San José.

– CR es un país muy bonito -dijo Malta-, pero lo malo es que es tan increíblemente bo-bonito que te seduce y te hace creer que es seguro. Hay ladrones por todas partes.

– Eso es verdad, en todas partes -dijo Dave.

– Bueno, sí -Malta chasqueó la lengua y sacudió la cabeza con un gesto de desesperación-, pero, de verdad, el equipo de pesca de un hombre es algo sacrosanto. ¿No es así, Pepe?

– Sí, Lou.

– ¿Y estabais asegurados?

– Sí, tenemos un seguro -dijo Al-. Y tú, ¿tienes seguro?

Malta detectó la leve nota de amenaza que había en la pregunta de Al.

– Oh, estaréis seguros en este barco, ¿no es verdad, Pepe? Tenemos todas las comodidades. TV y VCR en todos los camarotes, aire acondicionado, incluso tenemos un sistema de humidificación para mantener esos músculos vuestros frescos cuando estéis en el asiento de combate. Hace mucho calor ahí afuera cuando estás luchando contra uno grande. Incluso pongo un poco de aceite de pachulí en el depósito para que el aire huela bien. No sé vosotros, pero el olor de pescado no es mi perfume favorito. Y Pepe es un buen cocinero, a pesar de lo que dije antes. Y no quiero decir sólo que sepa utilizar un microondas. Pepe sabe qué les gusta comer a los hombres. Tenemos muchas pro-provisiones. Sólo tenéis que decírselo si hay algo que os apetezca. Siempre que sea pescado -Soltó de nuevo su risita-. Era broma. Tenemos muchos bistecs en el congelador, y cerveza. ¿Queréis una cerveza?