Выбрать главу

La operación Corriente del Golfo fue una de las operaciones secretas de la Oficina de Miami a principios de los noventa, montada contra una de las organizaciones más importantes para el blanqueo de dinero en Florida. Una empresa de oro y joyas de Miami dirigida por uno de los cárteles colombianos había blanqueado millones de dólares por medio del Banco de Crédito y Comercio Internacional, cerrado por el Banco de Inglaterra en 1991. Semanas antes de la bancarrota del BCCI, la empresa de joyería había retirado grandes sumas de efectivo y las había guardado en cajas de seguridad repartidas por todo el Estado. Incluso ahora, varios años después, el propio departamento de Bowen seguía descubriendo cajas llenas de dinero; la última hacía sólo unos días en el banco Liberty City, con 200.000 libras esterlinas.

Kate se encogió de hombros y dijo:

– ¿Por qué no? Todavía no ha sido ni registrado.

– Pero habrá que dar cuenta de él.

– Claro, en su día.

– ¿Cuánto vale una libra esterlina ahora?

– Alrededor de un dólar y medio -Kate frunció los labios y adoptó un aire pensativo-. Cien mil dólares de ese dinero contra el valor en Europa de mil kilos de droga en la calle. Yo diría que es dinero bien gastado.

– Y ahora supongo que vas a decirme que eres la persona adecuada para llevar a cabo esta pequeña operación.

– Claro, ¿por qué no?

– Bueno, para empezar, nunca has participado en una operación secreta.

– Era bastante buena actriz en la escuela.

– No lo dudo.

– Secreto quiere decir simplemente mentir bien. ¿Qué dificultad hay en eso? Los hombres lo hacen constantemente.

– Pero da la casualidad de que tú eres una mujer.

– ¿Es una objeción o una conjetura con fundamento, señor?

– Vamos Kate, no te erices como un puercoespin. Sólo tengo la impresión de que los tripulantes y los capitanes de esos yates son en su mayoría hombres.

Kate dio una profunda calada a su cigarrillo con los ojos entrecerrados para protegerse del humo y de los prejuicios sexuales. ¿Desde cuándo el capitán de un barco tenía que ser un hombre? Las mujeres habían navegado en solitario por todo el mundo. Había habido mujeres piratas. En aquel momento incluso había un par de mujeres almirante en la armada de Estados Unidos. Por su parte, Kent Bowen no tenía aspecto de poder capitanear ni una silla frente a su propio escritorio.

– De hecho -dijo con acidez-, da la casualidad de que uno de los otros barcos que han reservado plaza en el transporte del SYT para marzo estará tripulado exclusivamente por mujeres.

– ¿Qué son, amazonas o algo así? -dijo Bowen sonriendo.

– El barco es propiedad de Jade Films.

– ¿Jade Films? ¿Los del porno?

Kate hizo ver que se sorprendía.

– ¿Ha oído hablar de ellos?

– Había algo en Newsweek la semana pasada, creo -dijo Bowen sacudiendo la cabeza con fingida indiferencia-. Algo sobre los tipos que trabajan en la industria del sexo.

– He leído el artículo -dijo Kate-. Era un buen trabajo. Pero no creo recordar que se mencionara a Jade Films en él.

– Oh, venga ya, Kate -dijo Bowen, incómodo-, no soy de esa clase de hombres.

Kate pensó que ninguno de ellos lo era. Al menos hasta que echabas una mirada a la factura de la compañía de tele por cable; entonces resultaba que era sólo un poco de diversión inocente.

– En cualquier caso, ¿qué los ha llevado a cruzar el Atlántico? -preguntó Bowen.

– El Festival de Cine de Cannes.

– ¿Cannes?

– Está en España -dijo Kate, que sabía perfectamente que Cannes estaba en el sur de Francia.

– Ya sé dónde está. Cannes. Es algo así como el Óscar, ¿no?

– Sólo que con más clase.

– ¿Con la asistencia de Jade Films? -dijo Bowen, sarcástico-. Me resulta difícil creerlo.

– Asisten, pero no compiten por la Palma de Oro. Cannes es un mercado para cualquiera que tenga que ver con la industria del cine. Y eso incluye a gente como Jade Films. Sea como sea, lo que quiero decir es que van en un yate a diesel con hélices gemelas, de cincuenta metros capitaneado y tripulado enteramente por mujeres.

– ¿Hélices gemelas, eh? -dijo Bowen con una sonrisa de complicidad.

Kate sonrió con paciencia, esperando el chiste grosero que estaba segura vendría a continuación.

– ¿Y giran unidas o sólo juntas?

Kate mantuvo su sonrisa mientras Bowen soltaba una carcajada al estilo de Beavis y Butthead, poniendo todo su empeño en parecer divertida. Aplastando el cigarrillo igual que si se lo aplastara encima a Bowen, Kate dejó que su mirada se desviara a un lado, como escapando de la pringosa personalidad de Bowen. Pero sólo él podía autorizarla a presentar su plan ante Presley Willard, SAC del FBI en Miami. «Sé amable -se dijo-; no lo cabrees. Puede que sea un maldito caraculo, pero no tienes que incrustarle la punta del zapato en el susodicho. Síguele la corriente. Es el capullo que puede darte luz verde para un viaje gratis a Europa. Luz verde para una aventura de verdad.»

– De todas formas, ¿cómo te has enterado de eso? -preguntó Bowen-. Lo de que Jade Films va en ese trasporte.

– Igual que averigüé lo del barco de Rocky. Hemos interceptado todas las llamadas a SYT. Pensé que sería bueno saber algo más sobre las demás embarcaciones que van a ir en el mismo viaje. Mire, señor, usted mismo dijo que teníamos que movernos deprisa. Marzo está a la vuelta de la esquina y en el transporte sólo hay el espacio que hay. Si esperamos demasiado, todo se habrá quedado en una gran idea que nunca sabremos si habría funcionado o no.

Bowen se puso de pie y fue hasta la ventana. En el lado sur del puente estaba Port Everglades, el puerto más profundo de Florida. Anteriormente conocido como Mabel Lakes, había sido una marisma poco profunda en la sección ancha del canal de la costa Este de Florida hasta que el presidente Calvin Coolidge apretó un botón que se suponía haría detonar una carga explosiva que abriría la ensenada; sólo que ese botón a gran distancia desde Washington no funcionó y alguien tuvo que provocar la explosión directamente. Otra gran idea que no había funcionado. Por lo general, Bowen desconfiaba de las buenas ideas. Pero tenía que admitir que la idea de Kate de llevar su propio barco a bordo del transporte del SYT era buena.

En el muelle, Bowen veía tantas clases de embarcaciones como variedades de peces había. Barcos militares, de los guardacostas y de la policía, mercantes de las islas del Caribe, remolcadores y petroleros, cruceros llenos de turistas que se preguntaban si los iban a atracar en Miami, veleros, goletas, lanchas y yates a motor; de todo menos un tío flotando dentro de un barril.

El olor a perfume le hizo volverse. Kate estaba a un par de palmos a su espalda y le alargaba unos prismáticos. Se los llevó a los ojos y dejó que le describiera las instalaciones portuarias.

– En sentido contrario a las agujas del reloj tenemos las terminales de pasajeros y carga. De ahí salen los barcos de la SYT. Luego está el edificio de la Aduana de Estados Unidos y los depósitos de almacenamiento de gasolina; ésta es la gasolinera más grande del sur, ¿lo sabía?

Kate estaba informándolo de que conocía el puerto. Era su forma de recordarle que conocía los barcos y que estaba perfectamente capacitada para la operación que había bosquejado.

– ¿Ve aquellas cuatro chimeneas rojas y blancas? Se pueden ver desde kilómetros mar adentro. Los aficionados a la vela las utilizan como guía de navegación. Pertenecen a la Compañía de Electricidad de Florida. A su izquierda tenemos la Administración del Puerto, el World Trade Center y más terminales de carga. Volviendo hacia nosotros está el Naval Surface Warfare Center.

Bowen pensaba que el olor de Kate era tan bueno como su presencia. Debería de ser divertido trabajar en secreto junto a Kate, la chica más guapa del FBI en Miami; los dos a bordo de un yate de lujo. Quizás le sonriera la suerte. ¿No había sospechado siempre que ella sentía cierta debilidad por él? Por eso se mostraba siempre tan arisca, porque intentaba disimular la enorme atracción que sentía por él. ¿Qué otro motivo podía tener una persona para dirigirse a su jefe como ella lo hacía? Y tampoco parecía que tuvieran que hacer gran cosa en el barco. Como ella misma había dicho, era sólo cuestión de vigilar de cerca el barco de Rocky y mantener el contacto por radio con el submarino. Incluso había un submarino en el puerto. ¿Qué podía ir mal?