– Zhalost -dijo Gergiev con un suspiro.
Dio un golpecito a la cartera que llevaba en el bolsillo, y añadió:
– Uminya balit zdyes.
– ¿Eh?
– He dicho que es una lástima -repitió Gergiev en inglés-. Me hace daño aquí; en mi cartera. Toda esa cocaína.
Cuando Dave contestó, su mirada no estaba en el yate que se hundía en el mar con la cocaína y los tres cadáveres, sino en el que iba alejándose lentamente. El que llevaba la auténtica fortuna a bordo.
– Lo superarás -le dijo a Kate, haciendo un gesto de adiós con la mano.
Ella no le respondió.
– Con el tiempo, uno puede superar cualquier cosa.
Philip Kerr
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