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– Molly -dejé escapar.

Toby levantó una mano para silenciarme.

– Está bien -dijo-. Por suerte… gracias a Charles… tú también.

– Creo que me deben una explicación -afirmé, con tranquilidad.

– Sí, Ben -coincidió Toby-. Estoy seguro de que tú entiendes que esta conversación no existe en realidad. No hay ningún registro de tu vuelo desde Washington, y la policía de Boston archivó para siempre el informe sobre la balacera de la calle Malborough.

Asentí.

– Lamento haberte puesto tan lejos de nosotros -siguió diciendo él-. Ya entiendes el por qué de la precaución.

– No si no tienen nada que esconder -dije.

Del otro lado de la habitación, Rossi sonrió y dijo:

– Esta es una situación poco común, no la planeamos así, no del todo. Como ya expliqué, mantenerlo a usted a cierta distancia es la única forma que conozco de asegurar la compartimentación de seguridad que requiere la operación.

– ¿De qué operación estamos hablando? -pregunté, sin levantar la voz.

Oí un crujido mecánico cuando Toby ajustó la silla para mirarme de frente. Después habló, lentamente, como si le costara mucho hacerlo.

– Alex Truslow te encargó un trabajo. Ojalá Charles no hubiera usado ese truco. Él es el primero en admitirlo, estoy seguro.

Rossi sonrió.

– Es un juego de fines y medios, Ben -dijo Toby-. Buscamos lo mismo que Alex, pero con medios diferentes. No perdamos de vista el hecho de que éste es uno de los proyectos más interesantes y fundamentales en la historia del mundo. Creo que cuando nos hayas escuchado, querrás seguir con nosotros. Si no quieres hacerlo, bueno, lo aceptaremos.

– Adelante -dije.

– Hace tiempo que te seleccionamos como sujeto probable. Tu perfil concuerda, la memoria fotográfica, la inteligencia, todo.

– Así que sabían lo que iba a pasarme…

– No -dijo Rossi-. Ya fracasamos. Varias veces.

– Un segundo. Un segundo -interrumpí-. ¿Cuánto saben exactamente?

– Bastante -contestó Toby, con calma-. Ahora tienes la habilidad de recibir lo que se llama elf, ondas de radio de frecuencia extremadamente baja, generadas por el cerebro humano. ¿Te importa si fumo? -Tomó un paquete de Rothmans (yo me acordé de que era la única marca que fumaba cuando nos conocimos en París) y lo golpeó contra el brazo de la silla de ruedas hasta que salió uno.

– Si me importara -dije-, no creo que pudiera molestarme el humo a esta distancia.

Él se encogió de hombros y encendió el cigarrillo. Exhaló con gusto por la nariz y siguió diciendo:

– Sabemos que ese… talento, para darle un nombre, no disminuyó desde que lo tienes. Sabemos que sólo eres sensible a pensamientos ocasionados en momentos de emociones fuertes. No en ti sino en la persona que estás tratando de "oír". Eso tiene mucho que ver con la teoría del doctor Rossi sobre el asunto, según la cual la intensidad de las ondas de pensamiento sería proporcional a la intensidad de la reacción emocional. La emoción varía la fuerza de los impulsos eléctricos que se descargan. -Hizo una pausa para inhalar otra vez y agregó con voz ronca, a través del humo: -¿Me sigues?

Yo sólo sonreí.

– Claro está, Ben, que nos interesa mucho más oír tus experiencias que decirte lo que nosotros sabemos.

– ¿Qué les hizo pensar en el generador de imágenes por resonancia magnética como solución?

– Ah -dijo Toby-. Para eso, te dejo en manos de mi colega, Charles. Como tal vez sepas, Ben, hace unos años que estoy en el ddo en casa. -Se refería al Directorio de Delegados de Operaciones, los chicos que hacen la cobertura en los cuarteles de Langley. -Mi área de responsabilidad es lo que llaman "proyectos especiales".

– Entonces -dije, sintiendo una vieja sensación de vértigo-, tal vez puedan explicarme, caballeros, de qué se trata este… este proyecto, como ustedes lo llaman.

Toby Thompson exhaló el humo con firmeza y luego aplastó el cigarrillo en un cenicero de cristal sobre la mesa de roble tallado que tenía cerca. Miró la pluma de humo azul que se elevaba y se curvaba en el aire y luego se volvió hacia mí.

– Estamos hablando de un asunto clasificado como ultra secreto -dijo. Luego se detuvo. -Y como puedes imaginarte, es una historia larga y bastante compleja.

24

– La Central de Inteligencia -dijo Toby, los ojos fijos en un punto cualquiera de la habitación- está interesada hace tiempo en… ¿cómo llamarlo?… en las técnicas más exóticas de espionaje y contraespionaje. Y con eso, no estamos hablando sólo de esa invención maravillosa, el paraguas búlgaro con la punta lista para inyectar drogas mortales… No sé cuánto sabes de esto de tus días en la Agencia…

– No mucho -dije.

Toby me miró con fuerza como sorprendido por la interrupción.

– Y nuestro equipo, claro está, te observó en la Biblioteca Pública, investigando… así que algo debes de saber, por lo menos lo que está en informes oficiales y públicos. Pero la historia real es mucho más interesante.

"Hay que recordar un dato esenciaclass="underline" la razón por la que la mayoría de los gobiernos mantiene estas investigaciones en el mayor de los secretos es el miedo al ridículo. Sí, así de simple. Y en una sociedad como la nuestra, un país como los Estados Unidos, que se precia de un alto grado de pragmatismo… bueno, creo que los fundadores de la CIA reconocen que el mayor riesgo para ellos no es la furia sino el desprecio de la gente.

Sonreí porque estaba de acuerdo. Toby y yo habíamos sido buenos amigos antes del incidente y yo siempre había disfrutado de su seco sentido del humor.

– Así que -siguió diciendo- sólo un par de los funcionarios más importantes estuvieron enterados de lo que hacía la Agencia en esta área. Quiero asegurarme de que eso quede bien claro. -Me miró directamente a los ojos, después volvió a inclinar la cabeza. -Los experimentos en parasicología provienen por lo menos de la década del veinte en Harvard y Duke, experimentos serios en manos de estudiosos serios, pero la verdad es que la comunidad científica en general nunca los reconoció. -Sonrió otra vez, una sonrisa amarga, y agregó:

Así es la estructura de las revoluciones científicas. El mundo es chato, no redondo, ¿quién podría dudarlo?

"El primer trabajo importante, con algo nuevo, lo hizo un hombre llamado Joseph Banks Rhine en Duke a fines de la década del veinte y principios de la del treinta. Estoy seguro de que viste las tarjetas Zener.

– ¿Eh? -murmuré, desorientado.

– Ya sabes, esas cinco tarjetas para fes. Con símbolos: un cuadrado, un triángulo, un círculo, ondas y rectas. Rhine y sus sucesores las usaron con algunas personas y llegaron a la conclusión de que hay gente con ese talento, muy poca gente, claro. La mayoría, por supuesto, no. O, como decían algunos estudiosos, hay más gente de la que creemos que tiene el potencial para desarrollar el talento pero en general, la conciencia lo bloquea todo.

"Como decía, una serie de laboratorios se dedicó a investigar la parasicología en varias formas, en las décadas siguientes, y no sólo en cuanto a lo extrasensorial. Apareció la Fundación Doctor Rhine para la Investigación de la Naturaleza del Hombre, y también el Laboratorio de Sueños de William C. Menninger, en el Centro Médico Maimonides en Brooklyn, que hizo algunos adelantos en cuanto a telepatía del sueño. Algunos de estos laboratorios tuvieron que ver con el Instituto Nacional para la Salud Mental, es decir con la cía.

– Pero la CIA no se fundó hasta… 1949 -dije.

– Bueno, sí, enseguida vamos a eso. Ya en 1952, según los archivos de la Agencia, había un interés genuino en localizar individuos con habilidades síquicas. Pero los primeros funcionarios se concentraban mucho menos en su misión que en esconder el trabajo del conocimiento del público…