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Me pasó el diario por sobre la mesa

Yo busque en la primera pagina Ahí mismo, bajo el título central, estaban las letras que me aflojaron las piernas inmediatamente

INVERSORA CERRADA POR EL GOBIERNO FEDERAL, decía. Y en letras pequeñas: cuentas de first cOMMONWEALTH CONGELADAS POR LA CSI

First Commonwealth era una pequeña firma de inversionescon base en Boston Yo había puesto en ella todo mi dinero A pesar de la grandilocuencia de su nombre, es un lugar chiquito, casi una boutique, manejada por un conocido mío con menos de doce clientes Era la firma que pagaba mi hipoteca todos los meses, el lugar donde yo guardaba virtualmente todo lo que tenía,

Hasta esa mañana

A diferencia de Stearns, no soy rico El padre de Molly dejó una cantidad insignificante de dinero en efectivo, algunos certificados de acciones y bonos, y el título de su casa en Alexandría, hipotecada hasta el techo También dejó un documento firmado y autorizado por un escribano, otorgándole a Molly todos los derechos de beneficiaria a las cuentas a nombre de Harrison Sinclair que hubiera en el país y en el exterior bajo las leyes de… Los detalles pueden confundir a cualquiera, como casi todos los detalles que tienen que ver con la ley de propiedades y cuentas Me parecía curioso que hubiera firmado ese papel como única heredera de Harnson Sinclair, ella tenia ese derecho automáticamente No hacía falta el papel De acuerdo, de acuerdo, tal vez Sinclair fuera del tipo de los que sienten que las precauciones nunca son suficientes

En cuanto a mí, me dejó una sola cosa una copia autografiada de El Oficio de la Inteligencia, las memorias del director de la CIA, Allen Dulles. Era la primera edición y estaba firmada y dedicada "A Hal, con la mayor de las admiraciones, Allen". Un lindo regalo, si, pero sin duda, no una fortuna.

Cuando murió mi padre hace ya unos años, heredé un poco más de un millón de dólares que después de pagar los impuestos a la propiedad, se convirtieron en menos de medio millón Lo transferí todo a First Commonwealth porque la entidad tenía una reputación excelente Conocía al jefe de la firma, Frederick "Doc" Osborne, y me había parecido muy inteligente ¿No fue Nelson Algren el que dijo "Nunca comas en un restaurante llamado Mamá y nunca juegues a las cartas con un tipo llamado Doc? Y eso, antes de los tiempos de los administradores de dinero.

Seguramente, usted está preguntándose por qué tenía todo mi dinero en un sólo lugar, si de veras soy tan astuto Para ser franco, yo también me lo pregunto con frecuencia. La respuesta, supongo, tiene dos caras.Una, Doc Osborne era un amigo y tenía una excelente reputación, y por lo tanto me pareció que diversificar era una tontería Y dos, siempre había tratado a mi herencia como una canasta de huevos, una porción de dinero que no quería tocar porque mi salario era decente y no la necesitaba por el momento Y supongo que también se aplica ese viejo dicho sobre los cuchillos de palo en casa de herrero: los que trabajan con dinero generalmente no son muy cuidadosos con el propio.

Dejé caer el tenedor. Tenía el estómago revuelto. Calculé con rapidez y llegué a la conclusión de que a menos que pudiera conseguir que me devolvieran mi dinero, terminaría en la bancarrota: mi salario era generoso pero no podría cubrir la hipoteca con él. En el estado en que se encontraba el mercado de propiedades de Boston, ni siquiera podría vender la casa sin sufrir enormes pérdidas.

Me latían las sienes. Levanté la vista hacia Stearns.

– Ayúdame -dije.

– Ben, lo lamento… -dijo Stearns con la boca llena de huevo.

– ¿Qué significa esto? No entiendo mucho de dinero.

Él tomó un trago de café y apoyó la taza con ruido, sobre el plato.

– Lo que quiere decir es esto: tu dinero está congelado, junto con el de todos los clientes de First Commonwealth -dijo con un suspiro.

– ¿Pero quién lo congeló? ¿Quién tiene autoridad para hacerlo? ¿Y para qué? -Pasé los ojos por el artículo del Globe, tratando de encontrarle algo de sentido. No estaba controlándome muy bien.

– Es la Comisión de Seguridad e Intercambio. La CSI y la oficina del Fiscal de los Estados Unidos en Boston.

– Congelado -repetí, la voz monótona. No podía creerlo.

– La oficina del Fiscal no dice mucho por ahora, sólo que está a disposición mientras investigan.

– ¿Investigan qué?

– Lo único que dijeron fue algo sobre violaciones a la ley de seguridad y a los estatutos rico. Dicen que tal vez lleve más o menos un año liberar el dinero, según la investigación.

– Congelado -dije de nuevo-. ¡Dios! -exclamé y me pasé la mano por la cara-. De acuerdo. ¿Y qué se puede hacer al respecto?

– Nada -dijo Stearns-. Nada. Esperar. Puedo hacer que Todd Richlin hable con un amigo que trabaja en la CSI. -Richlin era uno de los genios financieros de Putnam amp; Stearns. -Pero yo que tú esperaría sentado…

Miré por la ventana las calles diminutas de Boston unos treinta y tantos pisos abajo, el verde de los jardines públicos que parecía una tela extendida para simular una pradera junto a un tren de juguete; la magnífica avenida Commonwealth, flanqueada por árboles, y junto a ella, la calle Malborough, donde yo vivía. Si hubiera sido del tipo suicida, lo habría considerado un buen lugar para saltar al vacío.

– Sigue -dije.

– Tanto la CSI como el Departamento de Justicia, a través del Fiscal de los Estados Unidos en Boston, cerraron First Commonwealth porque hay acusaciones de conexiones con la droga.

– ¿Droga?

– Bueno, se dice que Doc Osborne está involucrado en algún tipo de lavado de dinero.

– Pero el asunto es que yo no tengo nada que ver con lo que haga Doc, carajo…

– No es así como funcionan las cosas -contestó él-. ¿Te acuerdas de esa vez cuando cerraron esa casa de cambio enorme en Nueva York, Drexel Burnham? Entraron y le pusieron esposas a la gente y una banda de papel en la puerta. Literalmente. Quiero decir, uno podía ir a darse una vuelta un año después y ahí estaban los cigarrillos en los ceniceros, las tazas de café por la mitad, todo tal cual.

– Pero los clientes de Drexel no perdieron su dinero…

– Bueno, mira lo que pasa con Marcos, el de las Filipinas, y el Sha de Persia, a veces se limitan a guardar el dinero y dejarlo para que gane intereses… para el tío Sam, claro.

– Guardar el dinero -repetí como un eco.

– First Commonwealth tiene un candado en la puerta. Esto es literal, Ben -siguió diciendo Stearns-. Los federales se llevaron el equipo de computación, los archivos y la documentación, secuestraron…

– ¿Y cuándo van a devolverme mi dinero?

– En un año y medio, con suerte. Tal vez mucho más.

– ¿Y qué mierda se supone que haga?

Stearns dejó escapar un suspiro.

– Ayer tomé un trago con Alex Truslow -dijo. Después, mientras se secaba la boca con una servilleta de lino, agregó, casi como por casualidad: -Ben, quiero que trabajes para Truslow y Asociados.

– Mi tiempo está un poco escaso, Bill -dije-. Lo lamento.

– Alex podría significar más de doscientos mil dólares en horas, Ben.

– Tenemos docenas de abogados tan calificados como yo. Mejor calificados.

Stearns se aclaró la garganta.

– No en todos los sentidos.

Lo que quería decirme era muy claro.

– Y si eso es una calificación… -dije.

– Yo diría que él está convencido de eso.

– ¿Qué quiere?La camarera, una mujer de pechos grandes y de más de cincuenta años, volvió a servirnos café y le guiñó un ojo a Stearns

– Rutina, estoy seguro -dijo él, mientras se sacudía las migas de las solapas