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– Cauterización.

– ¿Qué? -En la jerga de la Agencia, un agente comprometido o identificado debe "cauterizarse", es decir, se lo saca a los empellones de una situación de peligro por su propia protección. Pero muchas veces, cada vez más en realidad, el término se usa con ironía, y entonces significa que los empleadores de un agente van a arrestarlo porque lo consideran peligroso para la organización.Atkins me estaba diciendo que había órdenes que exigían que cualquier funcionario de la Agencia que me viera en el mundo me redujera y me llevara a los cuarteles generales.

– Es una D-Sin. -Eso significaba una DDCín, una directiva del director de la Central de Inteligencia.

– Ordenes de algún desgraciado que se llama Rossi, en la Agencia. ¿Qué estás haciendo aquí? -Ahora, había empezado a moverse con rapidez, seguramente un reflejo inconsciente, por el miedo. Lo seguimos, Molly en una especie de media carrera. Ella escuchaba y me dejaba a mí las palabras y las preguntas.

– Necesito ayuda, Kent.

– Dije que qué estás haciendo aquí. ¿Estás loco?

– ¿Cuánto sabes de esto?

– Me dijeron que tal vez te me acercaras. ¿Estás solo en esto o que?

– Estoy solo desde que me fui a la universidad a aprender leyes. No es nuevo que no pertenezco a la Agencia.

– Pero ahora estás en el juego otra vez -insistió él-. ¿Por qué?

– Me obligaron.

– Eso dicen todos. No se puede abandonar esto.

– A la mierda con eso. Yo lo abandoné. Un tiempo.

– Dicen que te pusieron en un programa experimental súper confidencial. Una investigación o algo así, algo que aumentaba la utilidad que puedes prestarles. No sé lo que significa. Los rumores son varios.

– Los rumores son bario -dije. Entendió enseguida: "bario" es un término inspirado en la kgb que indica información falsa que se da a gente de la que se sospecha, para detectar a los dobles agentes, exactamente lo que se hace con el bario en la gastroenterología.

– Tal vez -dijo él-. Pero tienes que esconderte, Ben. Ella también. Los dos. Desaparecer. Sus vidas están en peligro.

Cuando llegamos a un lugar desierto, un grupo de árboles junto a un camino polvoriento, me detuve.

– Ya sabes lo de muerte de Ed Moore…

El parpadeó.

– Sí. Le hablé la noche anterior.

– Me dijo que estabas asustadísimo.

– Exageró.

– Pero sí estás asustado, Kent. Tienes que decirme lo que sabes. Le diste documentos a Moore…

– ¿De qué estás hablando?

Molly, que se daba cuenta de la reticencia de mi amigo, anunció de pronto:-Voy a dar un paseo. Necesito aire fresco. -Me tocó la nuca con el dorso de la mano antes de partir.

– Él mismo me lo contó, Kent -seguí diciendo-. Nunca salió de mí, eso puedes creerlo. No tenemos tiempo. ¿Qué sabes? ¿Qué sabes de todo esto?

Él se mordió el labio. Frunció el ceño. Tenía la boca convertida en una línea recta, un arco apenas inclinado hacia abajo en los bordes. Consultó el reloj, un falso Rolex.

– Los documentos que le di a Ed no son prueba suficiente -dijo Kent.

– Pero tú sabes más, ¿verdad?

– No tengo nada escrito. Ningún documento. Todo lo que sé es de oído.

– A veces ésa es la información más valiosa, Kent. A Ed Moore lo mataron por esto. Tengo algo de información que puede serte útil…

– Es que no quiero tu información, carajo…

– ¡Escúchame!

– No -dijo él-. Tú escúchame a mí. Hablé con Ed unas horas antes de que esos hijos de puta lo obligaran a suicidarse. Me previno sobre una conspiración de asesinatos.

– Sí -dije, con el estómago tenso-. ¿Contra quién?

– Ed sólo sabía partes, algo. Especulación.

– ¿Quién?

– Contra el único que puede limpiar la Agencia.

– Alex Truslow.

– Eso es.

– Yo estoy trabajando para él.

– Me alegro. Por él y por la Agencia.

– Gracias. Ahora, necesito algo de información. Hace poco se giró mucho dinero a una cuenta corporativa en Munich. El Commmerzbank.

– ¿De quién es la cuenta?

¿Podía confiar en él o no? Tenía que confiar en las personas en quienes había confiado Ed Moore. Me lancé hacia adelante.

– ¿Estás conmigo o no?

Atkins respiró hondo.

– Sí. Estoy contigo.

– El nombre del que lo recibió era Gerhard Stoessel. La cuenta pertenece a Krafft A.G… Cuéntame lo que sepas. Todo.

Él meneó la cabeza.

– Hay algo que no está bien en lo que dices, Ben. Estás totalmente equivocado.

– ¿Por qué?-¿Sabes quién es Stoessel realmente?

– No -admití.

– ¡Dios! ¿Cuánto hace que no lees los diarios? Gerhard Stoessel es el presidente de Neue Welt, una gran empresa relacionada con propiedades. Se cree que tiene o controla la mayoría de las propiedades comerciales en la Alemania unificada. Y sobre todo, Stoessel es el asesor económico de Wilhelm Vogel, el canciller electo. Vogel ya lo nombró ministro de finanzas en el gobierno. Quiere que Stoessel reconstruya la economía caída de Alemania. Se lo conoce como el Svengali de Vogel, una especie de genio financiero. Pero como dije, hay algo que no encaja en lo que dices.

– ¿Qué?

– La compañía de Vogel no tiene relación alguna con Krafft A.G… ¿Qué sabes de Krafft?

– En parte, ésa es la razón por la que estoy aquí -dije-. Sé que es una gran fábrica de armas.

– Sólo la más grande de Europa. Con central en Stuttgart. Mucho más grande que otras compañías alemanas: Krupp, Dornier, Krauss-Maffei, Messerschmitt-Bölkow-Blohm, Siemens, y no nos olvidemos de Bayerische Motorenwerke. Más grande que Ingenieurkontor Lübeck, los fabricantes de submarinos; o Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg, aeg, mtu, Messerschmitt, Daimler-Benz, Rheinmetall…

– ¿Cómo sabes que Stoessel no tiene relación con Krafft?

– Es la ley. Hace años había una regla de la Oficina Federal de Cartel. La dictaron cuando Neue Welt trató de adquirir Krafft. La oficina decidió que ninguna de las dos podía tener nada que ver con la otra porque eso crearía un gigante incontrolable. ¿Sabes que la palabra "cartel" viene del alemán Kartell? Es un concepto alemán.

– Mi información es correcta, te lo aseguro -dije.

Había estado tratando de recibir los pensamientos de Kent todo el tiempo, en medio de la información. A veces, me llegaba algo. Cada vez que llegaba, me confirmaba lo que yo ya sabía: que me estaba diciendo la verdad, por lo menos la verdad tal como él la conocía.

– Si, y digo si, la información es correcta, y no pienso preguntarte de dónde la sacaste, no quiero saberlo, eso es prueba convincente de que la compañía de Stoessel adquirió Krafft, en secreto, ilegalmente…

Yo me volví para ver si Molly estaba cerca. Sí. Estaba caminando ida y vuelta por el mismo sendero.

Lo que significaba todo eso, pensé sin decirlo, era que el Banco de Zúrich había enviado millones de dólares a una corporación alemana, la firma más grandiosa de propiedades combinada con la mayor fábrica de armas del continente, las cuales estaban en estrecha relación con Wilhelm Vogel, el canciller electo de Alemania, el próximo líder de… de Europa, por lo menos funcionalmente.

Temblé. No quería ni pensar en las ramificaciones del asunto, pero no podía detenerme. Las consecuencias, lo sabía, eran peores de lo que yo mismo había sospechado.

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__¿Puede haber sido un soborno? -pregunté.