Las voces se hicieron más altas, más persuasivas. Las sombras a su alrededor se agrandaron y crecieron. Cogió los brazos de MaryAnn, preparado para apartarla de él, pero ella se movió en su mente, una tranquilizadora calidez, una sensación de bienestar.
No es así, Manolito. Les oigo y hablan falsamente. Naturalmente que sientes que soy tuya. Soy tu compañera, soy la otra mitad de tu alma.
MaryAnn agradecía que Destiny se hubiera tomado el tiempo de explicarle el lazo entre los compañeros cárpatos.
Naturalmente que me quieres completamente en tu mundo. Están alimentándose de tus instintos, pero tú eres más fuerte que ellos. Nosotros somos más fuertes que ellos.
¿Puedes oírles? Estaba desesperado por que supiera que caminaba en dos mundos. Parecía tan inverosímil. Y aun así estaba rodeado por las sombras, las voces y el frío helado que no se podía sacudir, cuando un cárpato podía controlar la temperatura del cuerpo.
Claro que los oigo. No dejaría que se lo llevaran. Lo que fuera que estuviera pasando era real, no imaginario. Ella era una dura chica de ciudad, y podía manejar toda la basura que quisieran echarle a ella o a su hombre.
Su estómago dio otro pequeño vuelco raro. Ya estaba pensando en él como su hombre. Como fuera. No iba a abandonarle hasta que estuviera a salvo en la tierra de los vivos, sin vampiros y demonios merodeando.
Manolito intentó calmar su martilleante corazón y la oleada de sangre caliente que corría a través de su cuerpo directamente hacia la ingle. Lo bueno era que, con su cuerpo caliente, su suave piel y su total aceptación, ella había debilitado las voces lo suficiente como para dormir al demonio que se alzaba para reclamarla, y para dejarle razonar de nuevo.
Ella había sido consciente de sus pensamientos, pero no había luchado contra él, no le había apartado. Había esperado a que se aclarara, creyendo en él a lo largo de todo el procceso. Su fe le aterraba. ¿Y si le fallaba? ¿Y si el hombre que ella creía que era no existía? Le humillaba con su confianza en él.
Pasó la lengua por los pinchazos, esta vez con cuidado de no dejar marca. Una vez era suficiente, y se aseguró que aún estuviera allí para recordarle, en su ausencia, la conexión de sus almas. La sostuvo por un momento, con el corazón palpitando. ¿Habían sido las voces algo más que una tentación a hacerle daño? ¿Habían sentido aquellas sombras que ella estaba conectada a él y Maxim había intentado atraerla al mundo de las brumas, donde podría matarla?
– Déjame curarte la pierna. -No podía soportar ver aquellas marcas en ella, había estado sufriendo demasiado mientras él ayudaba a los demás. Los dedos se deslizaron sobre las magulladuras de la pantorrilla, la carne rasgada y el músculo expuesto por la herida.
– Pero Luiz…
– Le estoy manteniendo vivo. Permíteme hacer esto.
MaryAnn apretó los labios para no protestar, echando una rápida mirada hacia Jasmine y Solange, esperando que no fueran testigos de su reacción ante la atención de Manolito. Porque francamente, era sexual. En medio de la sangre y el caos, su cuerpo estaba haciendo cosas y pensando cosas que no debería. Solange yacía sin moverse, con los ojos cerrados, manteniendo la atención absoluta de Jasmine.
– Adelante entonces, pero date prisa. -La voz le salió estrangulada. Apenas podía pensar, y menos hablar, con sus dedos arrastrándose arriba y abajo por el muslo.
Él inclinó la cabeza hacia la pantorrilla, los dedos rodeando su tobillo para mantenerla inmóvil. El aliento se le quedó atascado en la garganta, mientras veía su sedoso cabello cayéndole como una cascada alrededor de sus hombros. Podía ver su perfil, las largas pestañas y el contorno de los labios. Era demasiado guapo para ser real. Levantó una mano hacia su propio cabello desgreñado. Incluso trenzado, intentaba convertirse en una masa salvaje. La acción atrajo su atención hacia las manchas de sangre de su blusa de seda.
Examinó con consternación sus realmente elegantes pantalones de vestir negros. Una pernera estaba rasgada y rota, el bonito dobladillo cortado en tiras. Bajo todo ello, su pierna tenía profundas marcas, tan profundas que el músculo se le salía por los tajos. El dolor explotó a través de ella, le robó el aliento y por un momento creyó que vomitaría.
– Manolito. -Pronunció su nombre con voz entrecortada, sorprendida ante el dolor que la quemaba. Las lágrimas inundaron sus ojos-. Duele.
– Lo sé, sivamet, puedo acabar con eso también. -Encontró interesante que en el momento en que su mente se había vuelto consciente de la herida, había sentido la carga entera del dolor punzante. Ya no estaba compartimentado en su cerebro, aislado de su yo consciente.
Manolito cargó con el dolor y comenzó la tarea de curar las heridas de dentro hacia fuera. Cuando las laceraciones estuvieron selladas y libres de toda infección, volvió a su cuerpo y se inclinó para inspeccionar la pierna. Ella cerró los ojos cuando sintió su lengua pasar sobre la herida como una caricia de cálido terciopelo.
Sabía que tenía un agente curativo en la saliva, y eso debería haber sido un “asqueroso” factor para ella, pero no lo fue. En vez de eso, un millón de alas de mariposa revolotearon en su estómago y sus músculos se tensaron. El calor pulsó entre sus piernas. Él estaba haciendo algo con las yemas de sus dedos, hacia arriba, en el interior del muslo, algo que amenazaba su cordura, pero antes de que pudiera perder la cabeza, él levantó la suya, con los ojos entrecerrados y empañados de deseo.
– Tenemos que concentrarnos en Luiz. -La voz ronca estaba pastosa por la emoción.
Ella asintió, incapaz de hablar.
– Dime qué hacer para ayudarte.
Los cárpatos no compartían a sus mujeres, y Manolito definitivamente era del tipo celoso, pero su corazón se compadeció de Luiz al percibir su aprensión cuando Manolito se inclinó hacia su garganta.
Intenta mantenerlo contigo, MaryAnn, para hacer su transición más fácil. Me temo que su felino es fuerte y no renunciará a él fácilmente. No fue fácil obligarse a sí mismo a pedírselo, pero ya estaba firmemente fundido con el hombre jaguar, y el sabor del miedo era amargo para un hombre que había luchado tantas batallas y trabajado tan duro por su gente. Manolito no quería que Luiz pasara de una vida a la otra en un estado de ansiedad. Se permitió a sí mismo unirse completamente para calmar al hombre, pero el felino sintió lo que estaba a punto de ocurrir y se enfureció.
Aún existirás. ¿Cómo podría ser de otro modo? Has sido parte de Luiz durante muchos años. Los dos sois el mismo. Esto permitirá que ambos viváis. Él ha elegido salvarte de modo que tú puedas salvar a tu gente. MaryAnn acarició el cabello del hombre, con dedos persistentes, acariciantes.
Ella toca a otro hombre.
El mismo hombre que estaba con ella antes.
Las voces eran demonios horrendos, diseñados para socavar su confianza en ella. Eligió mirar su mano, sentir su intención… confiar en ella en vez de en las voces. Sus dedos eran hipnotizantes, y Manolito sentía el toque en su propio cabello… en su propio cuero cabelludo. Los tres estaban fusionados a través de MaryAnn, pero estaba seguro de que ella no tenía ni idea de lo que hacía.
Estaba comenzando a figurarse lo que era ella. Sus capacidades eran diferentes a las de cualquiera que hubiera conocido. Reunía energía y la utilizaba tan automáticamente como respirar. Se extendía hacia aquellos que estaban a su alrededor, cualquiera que sufriera o sintiera necesidad de consuelo y… los leía… sin siquiera saber que lo hacía. Después reunía y procesaba la información sobre las personas, y sus problemas, utilizaba la energía para darles lo que necesitaba en modo de esperanza o consuelo.