Los monos gritaban al jaguar y hacían llover ramitas sobre él. El jaguar gruñó y saltó hacia uno de los más pequeños en las ramas más bajas. Al instante toda población de monos se volvió loca. El sonido era ensordecedor. MaryAnn comprendió que el mago ya había desenredado la barrera de sonido que Manolito había erigido.
Riordan. Ven pronto. Intentó enviarle la impresión del mago, el vampiro y el jaguar.
Sintió su repentina tensión. ¿Puedes salir de allí?
Tendría que dejar el cuerpo de Manolito sin protección. No creo que tenga mucho tiempo antes de que el mago rompa y atraviese las salvaguardas. Parece saber bien lo que está haciendo.
Manolito habrá tejido algunas sorpresas, pero lo más probable es que andara buscando privacidad, no que esperara un ataque exhaustivo contra los dos.
– Date prisa. -susurró, esto último en voz alta.
Tenía que haber una forma de distraer el mago. Se concentró en él, enfocando totalmente la atención en su rostro, su expresión, la forma en que sus labios se movían mientras pronunciaba el contrahechizo de las salvaguardas que Manolito había establecido. ¿Cómo podía detenerlo? ¿Retardarlo? Lo que necesitaba era una forma de conseguir que la tierra bajo sus pies se abriera, una enorme grieta que seguiría cada uno de sus pasos si intentaba escapar.
El árbol se sacudió. El suelo se onduló, tirando al mago al suelo. La miró fijamente y retrocedió a gatas apresuradamente, procurando evitar la grieta que se abría en la tierra.
Se quedó sin aliento e inmóvil. ¿Ella estaba haciendo eso? ¿Era posible? ¿Podía realmente haber roto una rama ubicada sobre el primer mago y haberla dejado caer sobre él? Esa idea a la vez la puso enferma y le dio esperanza. ¿Pero cómo lo estaba haciendo? ¿Qué más estaba haciendo? ¿Qué más era capaz de hacer?
Por primera sintió una punzada de esperanza. El movimiento inquieto de los monos llamó su atención. Tiraban hojas y pequeñas ramas no sólo al jaguar, sino también al mago, como si estuvieran firmemente aliados con ella. Exhaló lentamente. ¿Los animales habían estado siguiéndola? ¿La habían obedecido cuando les dijo que se fueran? Y los jaguares, incluso los cambiaformas, se habían detenido cuando ella se lo había ordeando. No los había controlado durante mucho tiempo, pero por un instante la habían obedecido también.
Se frotó la cabeza palpitante. Era como si se le estuviera partiendo. Sentía el pecho oprimido, como si todo en su interior se expandiera y contrajera haciéndose cada vez más y más pequeño. Sentía como si el cuerpo no le quedara bien, y duros nudos aparecían bajo su piel, en cada músculo. Era molesto y francamente espeluznante. Por un momento sintió una sacudida, el deseo de echar a correr, pero entonces miró a Manolito, tan inmóvil, pareciendo tan vivo, sus ojos vacíos mientras su cuerpo parecía tan fuerte y viril. Él no flaqueaba al intentar protegerla, y ella no iba a dejarle atrás.
Su columna vertebral se tensó, y levantó la mirada a los animales en la canopia. Tantos de ellos. Su elevado número resultaba reconfortante. En realidad no nos gusta ese hombre malo, ¿verdad? Está tratando de hacerme daño. Lanzadle cosas. Cosas grandes. Echadle. No dejéis que mueva los brazos en el aire así.
Los monos se volvieron locos, saltando arriba y abajo y sacudiendo las ramas de los árboles, corriendo de acá para allá, mostrando dientes y golpeándose los pechos con creciente agitación. Comenzó a ser consciente del flujo de energía. Era pequeño al principio… pero solo podía suponer lo que estaba haciendo… pero cuando los animales respondieron y la energía se expandió a su alrededor, se volvió muy consciente de ella. Aspiró profundamente y se conectó con el caldero de poder, dirigiéndolo esta vez hacia el rugiente jaguar.
Ese hombre no pertenece a tus dominios. Ha intentado esclavizarte. Te lo han quitado todo y conducen a tu pueblo a la extinción. Mírales realmente como lo que son. El vampiro ha puesto su marca en ti. Una vez fuiste un hombre orgulloso; ahora haces lo que él te ordena. Ellos no tienen lugar aquí.
El jaguar agitaba su ancha cabeza continuamente, parecía confuso. Dio algunos pasos hacia el árbol como si fuera a ir a por ella otra vez, pero se detuvo, temblando.
El mago dio una orden, y agitó una mano, gesticulando hacia ella
¿Por qué tiene que decirte este hombre lo que debes hacer? ¿Es tu amo? ¿Te posee? Eres jaguar. La selva es tuya. Quienquiera que camine por aquí debería hacerlo con tu permiso, no a la inversa.
El jaguar soltó un gruñido y giró la cabeza hacia el mago, sus ojos llameando con furia. Se agazapó. El mago se quedó congelado. Empezó a hablar quedamente, cantureando algo mientras sus manos dibujaban patrones rápidos delante de él.
¡Cuidado! Está intentando usar su poder contra ti. Mírale. Te atrapará con un hechizo. Atácalo antes de que termine. Impregnó alarma y urgencia en sus pensamientos.
El jaguar gruñó al mago, y dio varios pasos lentos hacia él desnudando los dientes. El mago cedió terreno, retrocediendo, esta vez tendiendo la mano para detener al gran felino amenazador.
El grueso vallado de helechos dorados y marchitos, las palmas en forma de lazo retrocedieron mientras un tercer hombre se abría paso entre los arbustos. Este era, por turnos, bello y a continuación grotesco. MaryAnn parpadeó varias veces, intentando enfocar su verdadera forma. Con un movimiento casual de las manos hacia los monos, estos calleron en un inquieto silencio. Dijo una palabra al jaguar, y el cambiaformas se detuvo.
MaryAnn se tocó con la lengua los labios repentinamente secos. Tenía a la vista a un vampiro… el epítome de la maldad. Él levantó la mirada hacia ella y sonrió. Sus dientes afilados estaban manchados de sangre, y su piel parecía estirarse y apretarse contra su cráneo. Al siguiente momento era un hombre atractivo, con una ancha y cautivadora sonrisa.
– Baja y únete a nosotros, -la invitó suavemente.
Sintió el zumbido en su cabeza y supo que había insertado una compulsión en su voz. Se forzó a sonreir, después esperó varios latidos para reunir la cantidad masiva de energía para proyectarla en su voz y su mente, para poder devolverle su propia compulsión.
– Me encuentro realmente a gusto aquí, la verdad, así que podéis seguir y marcharos.
Él vampiro parpadeó. Frunció el ceño. Sacudió con la cabeza como si no pudiera recordar lo que estaba haciendo.
– Sí, quieres irte. Abandonar este lugar. -Inyectó poder en su voz.
Él le volvió la espalda, solo por un el momento, obedeciendo su orden, girando su cuerpo hacia los helechos.
El aliento se le quedó atascado en la garganta y golpeó. ¡Ahora! Ahora ataca. Da todo de ti. Apresúrate. Acaba con ellos antes de que te destruyan.
El jaguar se abalanzó sobre la espalda del vampiro, hundiendo los dientes profundamente en el cráneo. Al mismo tiempo, los monos se abalanzaron sobre el mago, mordiéndole y golpeándole, cayendo sobre él en gran número. Las aves tomaron el aire, las alas ondulando mientras zumbaban alrededor de los combatientes, arañando con sus garras.
El mago cayó debajo de la ingente masa que lo golpeaba. MaryAnn deseó volver la espalda, la escena le revolvió el estómago, cuando el jaguar mordió con fuerza y la sangre manó, corriendo a chorros por la cabeza del vampiro. Él rugió su furia y capturó al jaguar entre sus manos, arrastrando al felino lejos de su cuerpo con su enorme fuerza y retorciéndole la cabeza. El crujido fue audible para ella, aun en medio de los chillidos y gritos de lo monos y aves.