El ceño de él se profundizó.
– Se le llama ropa.
– Oh, de eso nada. Trapos quizá. -Se palmeó la ajustada trenza para asegurarse de que aún estaba intacta. Podía luchar con vampiros y jaguares, pero iba a hacerlo luciendo bien-. Esto no es ropa. -Mover el brazo, cuando su hombro estaba ya ardiendo, la hizo hacer una mueca de dolor. Que por supuesto él vio. Estaba mucho más interesado en la mordedura del vampiro que en sus problemas de moda.
Riordan se agachó para examinar a su hermano.
– Juliette nunca se preocupa por su ropa. Simplemente se pone cualquier cosa.
– Soy bien consciente que esa chica necesita un serio cambio de imagen-, dijo MaryAnn. En más de una forma. Juliette también necesitaba un par de sesiones sobre tratar con hombres dominantes.
Riordan le echó un vistazo, y su sonrisa hizo que el aliento le se atascara en los pulmones. Por solo un momento, en ese rayo plateado de luz de luna, se había parecido a su hermano. El destello estaba allí y entonces desapareció, y su desesperación por estar con Manolito creció.
Riordan se enderezó despacio, cuando la sonrisa de MaryAnn se marchitó de su cara.
– Hiciste bien. Tengo una deuda tremenda contigo. Toda nuestra familia la tiene, MaryAnn. Gracias por salvar la vida de mi hermano.
La sinceridad en su voz fue su perdición. Si hubiera llevado puesta su mejor ropa, podría haberlo manejado con dignidad, pero no, él tenía que ponerle algún horrible y miserable conjunto y simplemente se hundió bajo la presión. Se oyó a sí misma sollozar. Él pareció alarmado e incluso dio un paso atrás, alzando una mano.
– No llores. Era un cumplido. No empieces a llorar. Deben dolerte los hombros. Permíteme echarles un vistazo.
– Es la ropa, -hipó ella-. Cámbiala rápido.
– Dame una imagen, entonces.
Parecía tan desesperado como se sentía ella. Ella no debería estar aquí de pie sollozando como un bebé cuando Manolito estaba enfrentando ese otro mundo y cualquier cosa que hubiera en él. Tenía que llegar hasta él. Por alguna razón, sólo la idea de ese lugar espectral le daba escalofríos. Tomó un profundo aliento y se imaginó a sí misma vistiendo sus vaqueros Versace favoritos, su top al cuello Dolce & Gabbana color tabaco, con tiras de cuero dorado y drapeado escote que caía diestramente sobre sus pechos, y sus botas favoritas, las Michael Kors, simplemente porque eran tan elegantes y cómodas que iban con todo. Los accesorios lo eran todo, así que fue por todas y le agregó el cinturón trenzado y una gruesa pulsera y el collar que siempre había querido pero no se había podido permitir.
Tomó una profunda respiración y la dejó salir tan pronto como la ropa estuvo instalada sobre su piel, encajando como un guante, proporcionándole el valor para enfrentar el próximo desafío.
– Gracias, Riordan. Esto esta perfecto.
Esperaba que él soltara un pequeño resoplido, pero en vez de eso estudió su apariencia con cuidado.
– Te ves maravillosa. Yo creía que se te veía bien con la otra ropa, pero esto te pega más.
Ella sonrió, sintiendo por primera vez una pequeña camaradería con él.
– Gracias por llegar aquí tan rápido. No sabía qué hacer con esa cosa. Simplemente seguía viniendo hacia mí. -Agitó la cabeza, frunciendo el ceño-. Bueno. No hacia mí. Hacia mi guardiana.
– La loba.
Lo dijo con respeto, y el corazón de MaryAnn se aligeró incluso más. Comprendió lo que eso significaba. Ella era la loba. Moraba en ella, silenciosa y a la espera, surgiendo cuando la necesitaba, satisfecha de quedarse callada a menos que la compeliera a entrar en acción. Era la centinela, y los animales a su alrededor reconocían al guardián en ella por lo que era. Y la respetaban. Riordan la respetaba. Más aún, la aceptaban por quién y qué era.
– Eres la compañera de Manolito, -dijo Riordan. -Y colmas cualquier expectativa. -Le hizo una reverencia, un cortés gesto de respeto-. No podría haber encontrado a otra mejor. Guardas muchos secretos, hermanita.
Sintió la sonrisa extenderse por su cara; no pudo evitarlo.
– ¿La loba? Sale ocasionalmente y patea traseros de lo lindo. -Se sentía tan orgullosa diciéndolo, tan segura. La loba. Su loba.
– No tenía idea que quedara ningún licántropo en este mundo. Ahora creo que son mucho más astutos de lo que creíamos. Por supuesto que todavía existen, y deberíamos haberlo sabido. Siempre se contentaron con quedarse en segundo plano.
Ella se apoyó contra la baranda, oscilando un poco.
– Esperaba que cuando sufrieran heridas pudieran sanarse a sí mismo como vosotros. Y me habría gustado la habilidad de producir ropa con la imaginación. Hay un par de líneas que no puedo permitirme el lujo de tener, pero te aseguro que puedo imaginarme a mí misma llevándolas.
Él le cogió el brazo para estabilizarla, bajándola hasta que quedó sentada una vez más junto a Manolito.
– Tengo buenas noticias para ti, MaryAnn. Manolito es bastante adinerado, y podrás permitirte el lujo de vestir cualquier línea que prefieras. Es bueno mantener la ilusión de ser enteramente humanos en todo momento, pero si lo necesitaras, una vez totalmente cárpato, podrás fabricar ropa a voluntad.
Su corazón saltó cuando él dijo eso. Totalmente cárpato. Todavía tenía que tratar con eso. Y quería estar con Manolito de la Cruz para siempre. La iba a volver loca con su arrogancia, y él iba a tener que aprender lo que era vivir con una mujer tan terca como él.
– ¿Entiendes lo que eso significa? -preguntó Riordan.
– En realidad no. ¿Cómo podría? -Fuera lo que fuera lo que le estaba haciendo en el hombro estaba dejándola sin respiración. Dolía como el infierno, y se alegró mucho de poder bajar la mirada a sus botas perfectas y admirar las puntas cuadradas y a su realmente agradable cuero.
– Serás totalmente cárpato. A Juliette le molestó perder su jaguar. Puede llamar a su felino, cambiando a su forma y puede sentirlo, pero no es lo mismo. No tiene una sensación de pérdida, pero yo sé que fue difícil al principio cuando pensó en ello como una pérdida.
– ¿De verdad? Yo me preocupo más por perder a mi familia. Mis abuelos y padres son muy importantes para mí. No me hago a la idea de ver morir a mis amigos y a mi familia.
Riordan no sabía que su sangre estaba infectando a Manolito con el lobo, solo que la sangre de él le estaba dando los rasgos de los cárpatos. Sus dedos resbalaron por el largo, espeso pelo de su compañero. Saboreó la palabra y la profundidad de su significado. Era suyo. Tanto como ella le pertenecía, él le pertenecía a ella. Cualquier cosa que estuviera pasándole, también le estaba pasando a él. ¿Qué tendría Riordan que decir a eso? ¿Cómo aceptaría lo que sería Manolito entonces?
Se frotó las palpitantes sienes.
– ¿Has oído algo? -Echó una mirada a su alrededor, levantó su cara y olisqueó el aire. ¿Con cuanta frecuencia había hecho esto y nunca había comprendido por qué? ¿Con cuanta frecuencia se había metido en la mente de la gente sin ser consciente de lo estaba haciendo, para extraer la información que necesitaba para ayudarles? Y los animales… Echó una mirada alrededor, a los monos en los árboles. Todos habían venido en su ayuda cuando los necesitó. Incluso el jaguar, bajo el encantamiento del vampiro; había luchado por romper el hechizo y obedecer.
– La loba es buena, – dijo con satisfacción.
– Claro. ¿Qué pensabas?.
– En un monstruo de dientes puntiagudos destrozando al adolescente chillón con sus garras y devorando a la familia entera mientras el más pequeño mira todo desde el armario jurando que matará a la bestia peluda algún día.
Riordan resopló, su breve sonrisa de diversión se marchitó tan rápido como había aparecido.
– Puede pasar. Hay unos cuantos renegados, pero la sociedad del lobo, en el pasado, y sospecho ahora, siempre hizo un buen trabajo de vigilancia de su propia especie. Viven como los humanos, al menos solían preferirlo, normalmente cerca del bosque o la selva, y aceptan trabajos con animales ayudando a protegerlos. Raramente se muestran a menos que haya un extremo peligro para alguien que esté bajo su protección. Su número empezó a menguar incluso antes que el nuestro. Estaban demasiado dispersos, las manadas no estaban lo bastante cerca como para cruzarse, y sospechamos que intentaron engendrar con los humanos pero no tuvieron éxito y finalmente su especie murió.