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Melodie apretó el botón del intercomunicador, con los ojos fijos en Cole, llenos de curiosidad.

– Cole, Jo ya está aquí.

Jo habría querido detenerla, pero era demasiado tarde, y seguramente su hermano le había dado instrucciones para que lo avisara en cuanto llegasen.

– Me sorprende que el dragón escupefuego no estuviera en la puerta haciendo guardia -le susurró a Melodie con ironía.

La secretaria reprimió una risita.

– No te imaginas lo agitado que ha estado toda la mañana. Por lo menos, gracias a Dios, Noah se presentó aquí hace una media hora para entregar el informe de vigilancia del caso de divorcio de los Blythe. Eso los ha tenido ocupados un buen rato dentro de su despacho y lejos de mi vista, pero hasta entonces Cole había estado andando arriba y abajo por la recepción, volviéndome loca.

Unos instantes después, Cole y Noah salían del despacho del primero. Cole avanzó hacia ellos con amenazantes zancadas, mientras que Noah lo seguía con paso tranquilo, dejando que su hermano mayor se encargara del asunto. Siempre había sido así. Cole era agresivo en los negocios, e incluso en las relaciones personales. Noah, en cambio, no se metía en nada sin antes analizarlo desde todos los ángulos posibles.

Cuando llegaron a su lado, Jo no estaba segura de a cuál de los dos temía más en aquel momento, ya que los dos parecían estar analizando minuciosamente a Dean, aunque de un modo completamente opuesto: Cole con clara desconfianza, y Noah con reservas, pero también con cierto interés.

Dean, por su parte, estaba allí de pie, junto a ella, muy calmado, con los pulgares metidos en los bolsillos de los vaqueros, y la mirada tranquila. Tal vez fuera porque estaba sobre aviso por lo que Jo le había dicho y no estaba dispuesto a dejarse intimidar, pero en cualquier caso aquella imperturbabilidad de Dean hizo que Jo sintiera deseos de sonreír, porque parecía que sólo lograba irritar más a Cole.

No eran necesarias las presentaciones, y dado que Cole no parecía muy inclinado a dar un apretón de manos a Dean, Jo obvió las formalidades.

– ¿Llamaste a Vince? -le preguntó a Cole. Su hermano despegó los apretados labios.

– Sí, lo llamé -le contestó en tono brusco, bajando la mirada hacia ella-. Y tu historia le parece tan increíble como a mí.

Jo alzó la barbilla y suspiró. Ya se había esperado aquello.

– Bueno, entonces lo único que hay que hacer es llevarlo a que le tomen las huellas dactilares y verificar la credibilidad de su versión.

Cole se cruzó de brazos y giró la cabeza hacia Dean con los ojos entornados.

– Sí, supongo que sí.

Como si estuviera presintiendo la tensión entre su hermano mayor, su hermana y el presunto delincuente, Noah dio un paso adelante.

– Yo lo llevaré a la comisaría y me encargaré del papeleo.

Cole y Noah habían estado cuidando de ella durante tanto tiempo que, de un modo automático, solían hacer eso con frecuencia: entrometerse y hacer su trabajo.

Dean era responsabilidad suya, pero por una vez, Jo no protestó. No tenía en ese momento fuerzas para discutir con sus hermanos, y tampoco quería montar una escena delante de Dean.

Además, siendo honesta consigo misma, tenía que admitir que se sentía agradecida por que Noah fuera a relevarla de esa tarea. Necesitaba pasar algunas horas lejos de Dean para recobrar la perspectiva, mental y emocionalmente.

– Soy Noah Sommers -se presentó este a Dean extendiendo la mano.

El otro hombre la estrechó, agradeciendo aquella muestra de civismo.

– Dean Colter -respondió. Pero inmediatamente una media sonrisa se dibujó en sus labios-. Bueno, eso ya lo sabríais.

Noah enarcó una ceja divertido.

– Sí, pero ¿cuál de los dos Dean Colter? -bromeó.

Dean se rió suavemente.

– Bueno, me parece que dentro de nada lo averiguaremos, ¿no es así?

– Eso espero -asintió Noah, extrayendo las llaves de su coche del bolsillo. Le lanzó una mirada rápida a Jo y a Cole-. Volveremos dentro de unas horas.

Noah le hizo un gesto a Dean con la cabeza para que lo siguiera, y se dirigió hacia la puerta, pero este se quedó un momento allí parado, buscando los ojos de Jo. Ella lo miró, y se hizo de pronto un silencio atronador, mientras todos los demás esperaban a oír qué tenía que decirle.

– ¿Te veré luego? -le preguntó en un tono quedo e íntimo, claramente cargado de esperanzas.

Jo sintió que sus mejillas se teñían de rubor, y sintió deseos de abofetearse para evitar que las reacciones de su cuerpo la delataran ante sus hermanos.

– Claro -dijo tratando de parecer indiferente para contrarrestar el sonrojo que le quemaba la piel. Sí, lo vería una última vez, para llevarlo al aeropuerto y enviarlo de regreso a Washington, antes de que se enamorara aún más de él.

Habiendo obtenido aquella promesa de ella, Dean siguió a Noah, y salieron de la oficina, dejando, solos a Cole, Jo y Melodie. Nada más cerrarse la puerta, Cole se giró sobre los talones y regresó como un león a su cubículo, con los enamorados ojos de Melodie siguiéndolo en su retirada. Jo pensó en ir tras él para confrontarlo, pero ya sabía lo que opinaba y sentía respecto a ella y a la situación con Dean. Le había expresado su desaprobación con palabras lo suficientemente claras y, por propia experiencia, Jo sabía que no se podía razonar con él cuando ya se había pronunciado sobre un asunto, así que decidió no intentarlo siquiera.

Entró a su despacho, planeando pasar el resto de la tarde acallando sus pensamientos con los nuevos casos que esperaban su atención, pero por desgracia no iba a tener ese descanso en soledad y paz que deseaba. Antes de que tuviera oportunidad de sentarse, Melodie se coló por la puerta entreabierta.

– Esta mañana te han dejado unos cuantos mensajes -le dijo entregándole un manojo de papeles donde había apuntado los recados.

– Gracias -respondió Jo tomándolos y mirándolos por encima. Por fortuna nada era urgente ni importante. Melodie no se había retirado, sino que seguía allí de pie. Jo alzó la mirada interrogadora. -¿Hay algo más, Mel?

La secretaria interpretó aquello como un permiso para tomar asiento en una de las sillas frente al escritorio de Jo con una sonrisa infantil.

– Bueno, ¿quién hubiera pensado que un delincuente fugitivo pudiera ser tan sexy y tan encantador?

No había duda de a quién se refería.

– Dean no es un delincuente fugitivo.

Melodie sonrió de nuevo con infantil satisfacción.

– Sí, puede que eso sea cierto, pero no me negarás que es sexy y encantador.

Jo le lanzó una mirada impaciente.

– Mel, ¿adónde quieres llegar con todo esto?

– Quería preguntarte lo que ninguno de tus hermanos se ha atrevido a preguntar… -le dijo, demostrando un atrevimiento que sorprendió a Jo. Melodie por lo general era muy reservada y no se metía en los asuntos de los demás. Era una pena que no pudiera mostrarse así con Cole.

Jo, imaginando de qué se trataba, se sintió algo violenta, pero trató de disimularlo haciendo que ordenaba unos papeles que tenía sobre el escritorio.

– ¿Y qué pregunta es esa?

Melodie se inclinó hacia delante con los ojos brillantes, como si fuera a cometer una travesura.

– ¿Hay algo entre él y tú?

– ¿Qué te hace pensar eso? -inquirió Jo mostrándose ofendida.

– Ooh, vamos, Jo. Puede que hayas disimulado bastante bien la atracción que hay entre vosotros ahí fuera, en el área de recepción, pero a juzgar por las miradas tan íntimas que él te dirigía, es obvio que hay algo entre vosotros.

Jo quería que se la tragara la tierra. Si Melodie lo había advertido, sin duda sus hermanos también se habrían dado cuenta. Sin embargo, no estaba dispuesta a admitirlo abiertamente.

Melodie continuó sin esperar esa confirmación.

– Yo solo puedo fantasear con que el hombre de mis sueños me mire de ese modo. No seas cruel, Jo, podrías compartir al menos esa experiencia conmigo…