– ¿Cuándo supiste que me querías? -sonrió Phinn, echándole los brazos al cuello.
– Supongo que desde el primer momento. Porque desde el primer día lo único que deseaba era volver a Broadlands Hall en cuanto me era posible.
– Pero viniste con Cheryl Wyatt… y la verdad es que me puse un poco celosa al verte con ella. Ya ves, los celos no son tu prerrogativa.
– ¿En serio?
– No tienes que poner esa cara de alegría, tonto.
– Me avergüenzo de lo que hice -rió Ty-. Yo esperaba que Ash mostrase algún interés por Cheryl… pero me salió mal. Traje a los Wyatt pensando emparejar a Cheryl con mi hermano y lo que conseguí fue que Will se volviese loco por ti.
– Qué exagerado.
– ¿Exagerado? -rió Ty-. Cariño, ¿tú tienes idea de lo que siento por ti? -había tal amor en su voz que los ojos de Phinn se empañaron-. Durante esa cena no podía dejar de mirarte. Nunca me había quedado hipnotizado de esa forma.
– Yo tampoco podía dejar de mirarte -le confesó ella.
Se besaron entonces y luego Phinn apoyó la cabeza en su pecho.
– ¿Has llorado mucho por Ruby?
– Mucho, sí -asintió ella-. Estuvimos tantos años juntas… nunca la olvidaré. La echo de menos cada minuto del día.
Ty la apretó contra su corazón.
– ¿Vas a casarte conmigo, Phinn?
– Oh, Ty… claro que sí.
– ¿Pronto?
– Cuando tú quieras.
– Primero tenemos que contárselo a mi hermano… y pedirle que sea el padrino, si te parece bien -Ty la miró, como esperando que pusiera alguna objeción, pero Phinn no lo hizo; al contrario, parecía encantada-. Luego iremos a Gloucester para darle la noticia a tu madre.
– ¿Vamos a ver a mi madre?
– Mi ayudante se casó el año pasado y tardó dieciocho meses en organizar la boda… con ayuda de su madre. Pero me temo, querida Delphinnium, que yo no puedo esperar tanto tiempo. Así que iremos a ver a tu madre y le pediremos su aprobación para casarnos antes de un mes.
– ¡Ty! -exclamó ella, con el corazón acelerado-. ¡Eso es… maravilloso!
– ¿No te importa?
– No, al contrario. Me encanta.
– Estupendo -sonrió Ty-. Puede que Ash ya no te necesite, pero yo no puedo vivir sin ti.
Y, después de decir eso, la estrechó contra su corazón para volver a besarla. Seguían besándose cuando Ash entró en el salón… y al verlos sonrió de oreja a oreja.
– ¿Qué es esto? -exclamó.
– Hola, Ash -lo saludó Ty-. Ven, hermano, saluda a tu futura cuñada.
Jessica Steele