Выбрать главу

Bey sacudió la cabeza y conectó la unidad de comunicaciones.

—No me sorprende, lo sospechaba. No me gustó la idea cuando se me ocurrió, pero sabía que había una filtración… y no podía deberse más que a Baker.

—Pero si no podemos confiar en ella, ¿entonces en quién? —dijo Sylvia.

—En nadie. Enviaremos el mensaje a todas partes, a lo largo de los Sistemas Interior y Exterior. Aybee, ¿puedes apoderarte de todos los canales de comunicación?

—¿Para una transmisión general? —Aybee observó el panel unos segundos y luego asintió lentamente—. Supongo que sí. Harán falta unos segundos para prepararlo… y si me apodero de todos los canales nos descubrirán. Tendré que expulsar a un centenar de usuarios del sistema. El Agujero en pleno vendrá hacia aquí.

—Eso es otro problema. Prepara el sistema de comunicación. Sylvia y yo trabajaremos en el mensaje.

—Dame cinco minutos. Prepara un conjunto de datos formateado, preparado para ser transmitido. —Aybee se inclinó sobre el panel y empezó a trabajar. Al cabo de unos minutos maldijo y levantó la cabeza—. Problemas. El sistema no está preparado para una transmisión general.

—¿No puedes trucarlo? —Bey podía oír el sonido de su propia voz que cambiaba, y las manos empezaban a temblarle. Tenía que introducirse pronto en un tanque de cambio de formas.

—Puedo. Pero tendré que sentarme aquí y ocuparme de todo. Es de baja velocidad, además… voy a necesitar media hora de transmisión. Pero en cuanto empecemos, todo este habitat empezará a zumbar.

—Muy bien. —Bey se levantó—. Sylvia, tú puedes terminar el mensaje. Queremos que todos en el Sistema sepan que Ransome es la causa de los problemas de control y comunicaciones. Dales las coordenadas de situación del Agujero, cuéntales lo que ha estado pasando, todo lo que sabes de él. Di que necesitamos un centenar de naves, o un millar, de cualquier parte del Sistema, y de paso añade una nota diciendo que hay una filtración en la oficina de Cinnabar Baker. Si su origen es la propia Baker, eso se encargará de ella. Si no lo es, hará algo rápidamente. Y tú, Aybee, en cuanto estés preparado, apodérate de los circuitos de salida y envía el mensaje.

—¿Y tú? —Sylvia se había levantado cuando Bey lo hizo, y lo sostuvo cuando vio que se tambaleaba.

—Tengo que garantizar a Aybee sus treinta minutos. Proteged el fuerte aquí. No intentéis marcharos aunque terminéis de enviar el mensaje. Pasad desapercibidos hasta que yo regrese.

—Bey, tienes un aspecto terrible. —Sylvia notaba cómo le temblaba el brazo—. Debería ir contigo.

—No. No podrías ayudarme, y enviar ese mensaje es prioridad máxima. Prepáralo y luego ayuda a Aybee a enviarlo.

—¿Qué vas a hacer tú?

Bey le dedicó una sonrisa apagada.

—Ojalá lo supiera. No te preocupes. Ya pensaré algo. Aybee, haz una pausa de diez segundos y dime cómo llegar a las habitaciones personales de Ransome. Tal vez pueda acabar con el problema que tenemos aquí, desde lo alto.

Aybee asintió, hizo una pausa y luego escupió una serie de direcciones. Seguidamente se puso a trabajar en un panel de control. Fue Sylvia la que observó tristemente cómo Bey se tambaleaba hacia la puerta. Todavía se parecía a Ransome en su aspecto general, pero su lenguaje corporal era ya sutilmente distinto. Sus movimientos se habían vuelto entrecortados, con violentas e incontroladas sacudidas musculares en brazos y piernas.

Sylvia guardó silencio y se obligó a verle marchar. Bey creía tener otra media hora antes de verse obligado a encontrar un tanque de cambio de formas. Ella sospechaba que era irrelevante. Mucho antes Bey ya sería incapaz de hacerse pasar por Black Ransome ante alguien que tuviera ojos y oídos.

27

Dios no juega a los dados.

ALBERT EINSTEIN

Dios no sólo juega a los dados, sino que a veces los tira donde no pueden verse.

STEPHEN HAWKING

Dios sabe lo que hace.

APOLLO BELVEDERE SMITH

Después de que Bey se marchara, el silencio imperó en el centro de comunicaciones durante cinco minutos. Sylvia había terminado rápidamente el mensaje formateado y definió una referencia direccional, pero entonces se sintió reacia a hablar y romper la concentración de Aybee. Él preparaba la secuencia maestra que tomaría de golpe todos los circuitos de mensajes del Agujero de Ransome, y era importante no dejar ninguna pista de tal intención hasta que llegara el momento.

Finalmente, él miró a Sylvia y asintió.

—Preparado. ¿Dónde está el mensaje?

—Lo he puesto en un banco de acceso restringido para más seguridad… para que nadie pueda verlo accidentalmente.

—Buena idea. ¿Palabra clave?

—«suerte.»

—Sí. Esperemos.

Aybee introdujo la secuencia final de llamada y se acomodó en su silla. Hubo una pausa y luego un destello de luces a través de la pantalla. Aybee asintió.

—Muy bien. Estamos en marcha. Ahora empieza la diversión… en todo el habitat la gente está siendo expulsada de los circuitos de comunicación.

—¿Sabrán que la orden parte de aquí?

—No lo sé. Probablemente. No veía ninguna forma de impedirlo… pero he hecho todo lo posible por detenerlos. He puesto el nombre de Ransome en todo, para que parezca que es él quien se apodera de los circuitos. —Se levantó—. No pierdas de vista ese indicador. Si llega a cero, avisa. Significa que tendré que intervenir. Habremos acabado cuando llegue a dos ochenta. Entonces podré liberar los canales.

—¿Qué vas a hacer?

—Todavía no lo sé. Bey dijo que pasáramos desapercibidos, pero no quiero quedarme aquí sentado. Necesitamos ser útiles. —Aybee se acercó a la puerta, la abrió mínimamente y se asomó. Se retiró de inmediato y volvió a cerrarla.

—¿Qué pasa?

—Hay tipos fuera. Cuatro.

—¿Vienen hacia aquí?

—No. Ni siquiera están mirando. Sólo están ahí de pie. Apuesto a que es cosa de Bey. Los habrá enviado para impedir que entre nadie. Pero eso significa que estamos atrapados. —Aybee contempló el centro de comunicaciones, luego se aproximó a una trampilla horizontal emplazada en el suelo curvo. La alzó y se asomó.

—No servirá de nada. —Sylvia había seguido sus acciones—. Ahí abajo no hay más que un núcleo energético. La puerta da acceso al exterior del blindaje. No podrás salir por ahí.

—Lo sé. Sólo quiero echar un vistazo. Me muero por acercarme a un núcleo vivo desde que llegué. —Se detuvo con la trampilla a medio abrir—. ¿Cómo va ese contador?

—Por uno setenta.

—Va bien. Déjame echar un ojeada aquí dentro. —Aybee metió la cabeza por la abertura de la trampilla—. Es uno vivo, sí. Cable enroscado para los sensores. Una gran caja de conexión… como la que había en el núcleo de la Granja Espacial. —Se introdujo más por la abertura, arrastrando el cuerpo por el suelo hasta que Sylvia sólo le vio las caderas y las piernas—. Y su propia consola de ordenador. —La voz sonaba apagada—. Parece que hay un enlace directo desde los sensores del núcleo hasta el ordenador central del habitat. ¿Por qué hacer eso, a menos que…? —Otros treinta centímetros de Aybee desaparecieron por la trampilla.

Ante Sylvia, la cuenta había seguido creciendo ininterrumpidamente. Por fin llegó a dos ochenta y se detuvo, parpadeando suavemente. Un indicador de «MENSAJE TERMINADO» destelló. Ella liberó todos los circuitos de comunicación y se acercó a la trampilla. Dio un golpecito a Aybee en el muslo.