Estaba preparado para engañar, mentir o luchar hasta llegar a las habitaciones de Ransome. Ahora estaba seguro de no tener ya fuerzas para hacerlo. Por fortuna, no le hizo falta. Quizá Ransome confiaba tanto en su propio poder para exigir lealtad que desdeñaba la protección, o tal vez aquella zona sólo estaba vigilada cuando Ransome estaba allí; fuera cual fuese el motivo, Bey pudo atravesar la puerta sin problemas.
Aybee le había hablado del estilo rococó de la primera cámara, con su gran globo de agua lleno de peces exóticos. De otro modo, Bey lo habría añadido a su creciente lista de alucinaciones. Avanzó hacia la suite interior. No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde que dejó a Sylvia y a Aybee. Necesitaban cada minuto que pudiera proporcionarles. En el fondo, aún conservaba una esperanza: si de algún modo lograba capturar o neutralizar al verdadero Ransome, todavía existía la posibilidad de escapar del Agujero. Sabía que no podían contar con la llegada de refuerzos: tardarían semanas, incluso si la respuesta a la señal de Aybee era instantánea y usaban las naves más rápidas de los Sistemas Interior y Exterior.
Vaciló un momento en la puerta de las cámaras internas. Sin duda el mensaje se había completado ya. En cualquier caso, no se atrevía a esperar. Notaba los cambios por todo el cuerpo. Su larga formación le permitía compensar algunos de ellos, pero estaba cerca del límite.
El arma que empuñaba estaba regulada a nivel letal. La alzó, abrió la puerta y entró. Y vio, a menos de seis metros de distancia, no a Ransome, sino a Mary.
Como era típico en ella, había ignorado la manera de vestir propia del Agujero de Ransome. Llevaba un vestido violeta con grandes hombreras y cuello cerrado, y en la cabeza lucía un sombrero verde de ala ancha. Se volvió lentamente al oír descorrerse la puerta, con una expresión imperiosa en el rostro.
Sin duda Mary interpretaba un papel, ¿pero cuál? Ninguno que Bey reconociera. Bajó el arma, para no apuntar al torso. Mary ni se dio cuenta. Se plantó ante él y le colocó las manos sobre el pecho.
—¡Bey! —Se acabó la idea de que aún se parecía a Ransome—. Pobrecito mío, ¿qué te ha pasado?
—¿Dónde está Ransome? —Su voz se quebraba, tenía un nudo en la garganta.
—Bey, ¿qué estás haciendo aquí? Quise ir a verte la semana pasada, pero me dijeron que ya no estabas en el habitat. ¿Cuándo has vuelto?
—No me he ido nunca. ¿Dónde está Ransome?
—Mi pobre amor… —Mary lo separó de sí y lo examinó con atención, tocando su rostro con un suave dedo. Bey advirtió por primera vez que estaba llorando—. No sé qué te has hecho, pero sé lo que tienes que hacer a continuación. Tenemos que llevarte a un tanque de cambio de formas… ahora mismo.
—Pronto. Todavía no. ¿Dónde está Ransome?
—Bey, ni siquiera deberías pensar en Ransome en tu estado. —Ella le sujetaba, abrazándolo—. Estás tiritando. Tengo que cuidarte.
—¿Dónde está Ransome?
—No lo… —empezó a decir Mary. Se interrumpió.
—Si tanto le interesa mi paradero, señor Wolf, podría al menos mirarme. —La indiferente voz provenía de la izquierda de Bey, de una zona oscura de la habitación. Se volvió hacia esa dirección. Ransome se encontraba allí de pie. Cuando Bey alzó el arma, la figura vestida de negro avanzó dos pasos.
—No se acerque más —dijo Bey—. Está graduado a máxima potencia.
—Vaya. Qué poco amistoso. —Bey parecía tan tranquilo y racional como siempre—. Vamos, señor Wolf, ¿no puede pasarse sin estos gestos de violencia? Ambos somos hombres civilizados y tenemos mucho de que hablar.
—No es verdad. Usted es un asesino. No tenemos nada de que hablar.
—Déjeme persuadirle de lo contrario. ¿Se da cuenta, señor Wolf, de que ésta es la tercera vez que le he subestimado? Realmente imperdonable por mi parte. Pero eso me convence más que nunca de su valor para mis operaciones. Podría hacer maravillas por nuestros sistemas de seguridad.
—No haré nada para ustedes. —Bey agitó el arma ante Ransome. Se sentía cada vez más mareado e incapaz de hablar—. Retroceda.
—Pensará lo contrario en cuanto comprenda mi misión. —Ransome se acercó otro paso a Bey—. Considera que ambos somos algo así como «enemigos», gente de bandos opuestos. Pero no es así. Sin duda admitirá que no debe lealtad alguna al Sistema Interior: lo despidieron después de toda una vida de trabajo. En cuanto al Sistema Exterior, esa gente no tiene nada en común con usted. Podemos trabajar muy bien juntos. ¿Por qué no ser prácticos? El antiguo orden del sistema solar ya no es válido. Pronto habrá desaparecido para siempre. Aparte el arma y siéntese. Es más peligrosa para usted que para mí. Y usted y yo tenemos que hablar.
—Estoy harto de hablar.
—No, escúchale, Bey. —Mary le agarró el brazo, pero no intentó impedir su amenaza—. Tiene razón. He seguido los informes del Sistema Interior. Es un verdadero caos.
—Claro. Porque él… —Bey intentó señalar a Ransome, y descubrió que su brazo hacía un movimiento espástico propio— ha estado haciendo todo lo posible por crear ese caos. ¿No puedes ver, Mary, que él es la causa, de todos los problemas? —Bey agitó de nuevo el brazo ante Ransome—. No tengo tiempo ni ganas de hablar con usted. Retroceda contra esa pared.
—No sea tonto, señor Wolf. —Ransome avanzó otro paso—. Escapó de sus habitaciones. Un logro inusitado que además estoy dispuesto a reconocer. Pero aparte de eso, no tiene poder alguno para influir sobre los acontecimientos. Está en una forma física desastrosa y no parece comprender la realidad. Puedo hacer que dentro de nada un centenar de personas aparezcan aquí para reducirle. Así que suelte ese arma.
—¡Atrás! Ultima advertencia.
Pero Ransome seguía avanzando, sonriendo todavía. Y Bey comprendía que estaba al límite de sus fuerzas.
Era ahora o nunca. Con manos temblorosas, apuntó directamente a la cabeza de Ransome, gruñó y disparó.
Se produjo el habitual destello azul. Bey se desplomó contra la pared. Ransome no le había dejado ninguna opción, demasiadas vidas dependían de que detuviera a aquel hombre, pero Bey se sentía enfermo por lo que había hecho. ¿Le perdonaría Mary, comprendería que tenía que hacerlo ?
Mientras la radiación Cherenkov se apagaba, Bey alzó la cabeza. ¡Increíble! Ransome se movía todavía. Había sido atravesado por un rayo de alta intensidad. ¡Imposible!
Aparecieron bordes de Cherenkov. Mientras Bey observaba, la cara de Ransome se volvió amarilla y empezó a burbujear. La piel se evaporó en ardientes bolsas de luz, revelando la pared de detrás a medida que sus colores se difuminaban.
Las burbujas de la cara de Ransome estallaban en su cerebro. Bey soltó la pistola y se derrumbó contra Mary.
—Efectos de interferencia de campo… ¡una holografía!
—Por supuesto. —La imagen de Ransome empezaba a difuminarse y sólo su voz parecía flotar claramente en el aire—. ¿De qué otro modo podría aparecer ante usted cuando estoy lejos? ¡Y qué idiota tiene que ser usted, Wolf, para creer que no habría tomado precauciones contra la muerte y la traición!
El uniforme de Ransome se volvía transparente. Su sonrisa mostraba una boca negra, dientes negros, mientras se volvía hacia Mary.
—Deja ya a este idiota. Merece morir. Y por su aspecto no tardará mucho en hacerlo.
Miró a Bey y sacudió la cabeza con expresión de desdén.
—Me temo que desgraciadamente le he sobrestimado, Wolf. Es tan idiota como los otros. ¿Creía de verdad que me expondría a morir sin terminar la obra de mi vida? Si hubiera accedido a cooperar podría haberle salvado. Pero intentó matarme… y eso significa su propia muerte. Su vida está acabada. Para mí, y para lo que voy a hacer, es sólo el principio.