Gracias.
Corporación de Autoingenieria Aladino, fabricantes de CASTOR SERVICIAL, DAN DIBUJANTE, BILL CONSTRUCTOR, PULGAR VERDE y CHACHA. Diseñadores y Consultantes en Problemas de Automatismo.
¡A su Servicio!
Este lema aparecía en su marca que representaba a Aladino frotando su lámpara, y a un genio que aparecía.
Bajo aquello había una lista de órdenes sencillas: PARA, ANDA, SI, NO, MÁS DESPACIO, MÁS DE PRISA, VEN AQUÍ, BUSCA UNA ENFERMERA, etcétera. Luego había una lista de tareas corrientes en hospitales, tales como masajes de espalda, y otras de las que nunca había oído hablar. La lista se cerraba abruptamente con la sentencia: «Las rutinas 87 a 242 solamente pueden ser dispuestas por miembros del personal del hospital, por lo cual no se consigna aquí la lista de las restantes frases».
Yo no había provisto al primer Frank Flexible de un código vocal; había que oprimir botones en su tablero de control. No fue porque no hubiese pensado en ello, sino porque el analizador y la central telefónica necesarias hubiesen pesado, abultado y costado más que todo el resto de Frank el Viejo, neto. Pensé que tendría que estudiar algunas cosas de miniaturización y simplificación antes de estar en condiciones de ejercer de ingeniero allí. Pero estaba impaciente por empezar, pues por Castor Servicial podía ver que iba a ser más divertido que nunca; muchas posibilidades nuevas. La ingeniería es el arte de lo práctico y depende más del estado general del arte que del ingeniero individualmente. Cuando llegan los tiempos del ferrocarril se pueden hacer ferrocarriles… pero no antes. Fíjense en el pobre profesor Langley, desesperándose con su máquina voladora que debió volar —aportó ingenio suficiente para ello, pero había llegado justamente unos cuantos años demasiado pronto para disfrutar de los beneficios del arte colateral que necesitaba y del que no pudo disponer—. O tomen al gran Leonardo da Vinci, tan lejos de su tiempo que sus más brillantes ideas eran por completo imposibles de construir.
Iba a ser divertido aquí — quiero decir, «ahora».
Devolví la hoja de instrucciones, salté de la cama y busqué la placa de datos. Casi había esperado ver Muchacha de Servicio al pie de la nota, y me preguntaba si Aladino sería una incorporación filial del grupo Mannix. La placa de datos no indicaba mucho más que el modelo, el número de serie, fábrica, y demás, pero en cambio daba una lista de patentes, unas cuarenta —y la primera, según vi con mucho interés, estaba fechada 1970… casi con seguridad basada en mis dibujos y modelo originales.
Encontré sobre la mesa un lápiz y un bloque de apuntes y anoté el número de aquella primera patente, si bien mi interés era puramente intelectual. Incluso si me la habían robado (y estaba seguro de que me había sido robada), había expirado en 1987-a menos de que hubiesen modificado las leyes de patentes— y solamente serian válidas las concedidas después de 1983.
Pero quería saberlo.
Sobre el autómata se encendió una luz:
—Me llaman. ¿Puedo irme?
—¿Cómo? Claro. Ve corriendo. —Comenzó a sacar la lista de frases, y entonces dije apresuradamente—: ¡Vete!
—Gracias. Adiós. —Y pasó junto a mi.
—Gracias a ti.
—Ha sido un placer.
Quien quiera que fuese que había dictado las respuestas del artefacto, tenía una agradable voz abaritonada.
Me metí en la cama y me comí el desayuno que había dejado enfriar… con la diferencia de que resultó que no se había enfriado. El desayuno cuatro-menos era suficiente para un pájaro de tamaño mediano, pero encontré que era suficiente, a pesar de que me había sentido muy hambriento. Supongo que se me debía haber encogido el estómago. No fue sino después de haber terminado que recordé que aquel era el primer alimento que tomaba desde hacia una generación. Me di cuenta entonces por qué habían incluido una minuta — lo que habría creído ser bacon era en realidad «tiras de levadura a la parrilla, estilo campesino».
Pero a pesar de mi ayuno de treinta años, no estaba pensando en comida; con el desayuno me habían enviado un periódico; el Times del Gran Los Ángeles, del miércoles 13 de diciembre de 2000.
La forma de los periódicos no había cambiado mucho. Aquel era de tamaño pequeño, el papel era satinado en lugar de mate, y las ilustraciones eran o bien en color, o en blanco y negro estereoscópicas. No pude entender cómo funcionaban estas últimas. Desde que yo era pequeño había habido fotografías estéreo que se podían ver con unos visores; de niño me habían fascinado las que sé utilizaban para anunciar alimentos helados, allá hacia los años cincuenta. Pero aquéllas habían requerido un plástico transparente bastante grueso para una red de pequeños prismas: éstas estaban sencillamente impresas en papel delgado. No obstante, tenían profundidad.
Lo dejé correr y miré el resto del periódico: Castor Servicial lo había dispuesto sobre un soporte para la lectura, y al principio pareci6 como silo único que iba a leer era la primera página, pues no sabía encontrar cómo se abría aquel demonio de cosa. Parecía que las hojas se habían congelado.
Por fin toqué accidentalmente la esquina inferior de la derecha, la cual se arrolló y se quitó de delante… alguna especie de fenómeno de carga superficial que se accionaba desde aquel punto. Las otras páginas se fueron apartando limpiamente una tras otra a medida que iba tocando aquel punto.
Por lo menos la mitad del periódico era tan familiar que casi me hizo sentir nostalgia: «Horóscopo del Día, Alcalde inaugura Nuevo Embalse, Las Restricciones de Seguridad están Minando la Libertad de la Prensa, dice N. Y. Solon, Doble Victoria de los Gigantes, El Calor Desacostumbrado hace Peligrar los Deportes de Invierno, Pakistán advierte a la India», etcétera, hasta la saciedad. Todo eso me resultaba comprensible.
Algunas de las otras noticias eran nuevas, pero se explicaban por sí mismas: COMUNICACIÓN CON LA LUNA INTERRUMPIDA POR GEMINIDOS. —La estación de las veinticuatro horas sufre dos perforaciones; no hay desgracias personales; CUATRO BLANCOS LINCHADOS EN LA CIUDAD DE EL CABO. —Se pide la intervención de la ONU; LAS MADRES ADOPTIVAS SE ORGANIZAN EN DEMANDA DE MAYOR PAGA. — Piden que se declare fuera de la Ley a las aficionadas; PLANTADOR DE MISSISSIPI ACUSADO BAJO LA LEY ANTIZOMBIE— Su defensa:
«Esos muchachos no están drogados, sino que son sencillamente estúpidos».
Estaba seguro de que sabía lo que esto último significaba… por experiencia.
Pero algunas de las noticias me resultaban completamente incomprensibles. Las «wogglies» seguían extendiéndose y se habían evacuado tres ciudades francesas más; el Rey estaba considerando la posibilidad de espolvorear el área. ¿El Rey? Claro está que de la política francesa se podía esperar cualquier cosa, pero ¿qué era aquella «Poudre Sanitaire» que pensaban utilizar contra las «wogglies»? —fuesen éstas lo que fuesen—. ¿Quizá radiactiva? Confiaba en que escogerían un día de calma… de preferencia el treinta de febrero. Una vez había yo sufrido una dosis excesiva de radiación, debido a un error de un idiota de técnico de la WAC en Sandia. No había llegado al punto de vómitos sin billete de retorno, pero no recomendaría a nadie una dieta de curies.
La división de Laguna Beach de Los Ángeles había sido equipada con Leycoils, y el jefe de la división advertía a todos los Teddies para que saliesen de la ciudad: «Mis hombres tienen órdenes de actuar primero e investigar después. Hay que terminar con esto».