»Cuando uno de ellos volvió al cabo de diez días, el que no se parecía al mío, Twitchell tuvo la seguridad de que había dado en el clavo. Entonces vino el Comandante en jefe Presidente del departamento de defensa, un coronel del tipo de los de butaca, que a su vi había sido profesor de botánica. Un tipo muy militar… a Twitchel no le gustaba nada. El coronel me hizo jurar el secreto más absoluto, mucho más solemne que el juramento correspondiente a nuestra «categoría». Parecía creer que había encontrado lo más sensacional en logística militar desde que Cesar inventó el papel carbónico. Su idea era que sería posible enviar divisiones hacia delante hacia atrás a una batalla que ya estuviese perdida, o a punto perderla, y ganarla. El enemigo nunca se daría cuenta de qué era que había ocurrido. Estaba completamente loco, como es natural, y no consiguió nunca la estrella que perseguía. Pero la clasificación de «Críticamente Secreto» que te dio ha quedado desde entonces, subsiste, según creo, hasta la fecha. Nunca he leído nada sobre ello.
—Quizá tenga alguna utilidad militar —argúí—, me parece, fuese posible disponer la manera de llevar una división de soldados cada vez. No; espera un momento. Ya veo la objeción; se necesitarían dos divisiones, una para ir hacia delante, y la otra para ir hacia atrás. Se perdería por completo una división… Me imagino que sería más práctico tener una división en el lugar y al tiempo oportuno desde un principio.
—Tienes razón, pero tus argumentos son erróneos. No es necesario utilizar dos divisiones, ni dos conejos de indias, ni dos cosas nada. Lo único que tienes que hacer es equilibrar las masas. Podría utilizar una división y un montón de piedras que pesase lo mismo Es una cuestión de acción y reacción, corolario de la Tercera Ley c Newton. —Y comenzó de nuevo a dibujar con las chorreaduras de cerveza—. MV igual a mv… la fórmula básica de las naves cohete La fórmula análoga para el viaje por el tiempo es MT igual a mt.
—Sigo sin ver la objeción. Las piedras son baratas.
—Usa la cabeza, Danny. En el caso de una nave cohete es posible apuntarla. ¿Pero en qué dirección está la semana pasada? Apunta hacia allá… inténtalo. No tienes ni la más remota idea de cuál de las masas va hacia delante y cuál hacia atrás. No hay manera d orientar los dispositivos.
Me callé. Hubiese sido algo embarazoso para un general esperar una división de tropas de choque de refresco y no recibir sino un cargamento de gravilla. No es sorprendente que el viejo profesor no llegase a general de brigada. Pero Chuck seguía hablando:
—Se tratan las dos masas como si fuesen las placas de un condensador, llevándolas al mismo potencial temporal. Luego se la descarga según una curva amortiguadora que es efectivamente vertical. ¡Y ya está! Una de ellas se dirige hacia la mitad del año que viene, mientras que la otra es historia. Pero nunca sabes cuál de las dos será. Pero eso no es lo peor; lo peor es que no puedes volver.
—¿Eh? ¿Quién quiere volver?
—Bueno, ¿y de qué sirve como investigación si no puedes regresar? En cualquier dirección que vayas, no te sirve de nada, y no hay manera de que vuelvas a entrar en contacto con el punto de partida. No hay equipos… y créeme que se necesitan equipos y potencia. Utilizamos la potencia de los reactores de Arco. Y es caro… eso es otro inconveniente.
—Sería posible regresar —observé— por medio del sueño frío.
—¿Eh? Si es que ibas hacia el pasado. Pero a lo mejor ibas en la otra dirección; nunca se sabe. Si es que solamente ibas muy poco hacia el pasado, de modo que allá conociesen el sueño frío… no a un tiempo anterior a la guerra. Pero ¿para qué serviría eso? Si quieres saber algo sobre 1980, por ejemplo, se lo preguntas a alguien, o lo buscas en los periódicos. Ahora bien, si hubiese alguna manera de fotografiar la Crucifixión… pero no la hay. No es posible. No solamente no podrías volver, sino que no hay bastante potencia en el Globo. También interviene una ley según la inversa del cuadrado.
—No obstante, no faltaría quién lo intentase sólo por diversión. ¿Lo probó alguien?
Chuck volvió a mirar en derredor:
—Ya he hablado demasiado.
—Un poco más no hará ningún daño.
—Creo que tres personas lo probaron. Uno de ellos era un instructor. Yo estaba en el laboratorio cuando entraron Twitchell y aquel pájaro, Leo Vincent; Twitchell me dijo que podía irme a casa. Pero me quedé fuera. Al cabo de un rato Twitchell salió pero Vincent no. Que yo sepa, aún está allá. Desde luego, después de aquello no volvió a enseñar en Boulder.
—¿Y los Otros dos?
—Estudiantes. Entraron los tres, pero solamente Twitchell salió. Pero uno de ellos estaba en clase al día siguiente, mientras el otro estuvo ausente una semana. Calcúlalo tú mismo.
—¿No te sentiste tentado nunca?
—¿Yo? ¿Es que tengo cara de tonto? Twitchell sugirió casi que era mi deber, en interés de la ciencia, prestarse como voluntario. Le dije que no, que buenas… pero en cambio me complacería en apretar el interruptor en su lugar. Pero no aceptó mi oferta.
—Yo me arriesgaría. Podría indagar lo que me está preocupando… y luego volver por medio del sueño frío. Valdría la pena.
Chuck suspiró profundamente:
—No más cerveza para ti, amigo mío; estás borracho. No me has estado escuchando. Primero —y comenzó a hacer marcas sobre la mesa—, no tienes manera de saber que irías hacia atrás; lo mismo podría suceder que fueses hacia delante.
—Me arriesgaría. Me gusta ahora mucho más de lo que me gustaba antes; quizá me gustaría más aún dentro de treinta años.
—Bueno. Pues entonces vuelve a tomar el Sueño Frío; es más seguro. O bien quédate tranquilamente sentado y espera a que llegue, que es lo que voy a hacer yo. Segundo: incluso si fueses hacia atrás podrías equivocarte y fallar 1970 por un margen considerable. Por lo que sé, Twitchell no hacia sino disparar al azar; no creo que aquello estuviese calibrado. Aunque, naturalmente, yo no era sino el lacayo. Tercero: aquel laboratorio estaba en un bosque de pinos y fue construido en 1980. Supongamos que sales diez años antes de que se construyese y que apareces en medio de un pino amarillo… Sería una buena explosión, ¿verdad? Algo así como una bomba de cobalto… Lo único es que tú no te enterarías.
—Pero… la verdad es que no veo por qué tendrías que aparecer en ningún lugar cercano al laboratorio. ¿Por qué no en el lugar del espacio externo correspondiente adonde el laboratorio estaba…? Quiero decir ¿dónde se encontraba cuando…? Mejor dicho…
—No quieres decir nada. Sigues en la línea universal en que estabas. No te preocupes por las matemáticas; recuerda solamente lo que hizo en la práctica el conejo de indias. Pero si volvieses antes de la construcción del laboratorio, quizá sí que acabases en la copa de un pino. Cuarto; ¿cómo podrías regresar al ahora, incluso con el sueño frío, incluso si fueses en la dirección adecuada, si llegases en el momento exacto y lo sobrevivieses todo?
—¿Cómo? Si lo hice una vez, bien podré hacerlo dos.
—Sin duda. Pero, ¿qué te propones utilizar como dinero?
Abrí la boca y volví a cerrarla. Aquello si que me hizo sentir tonto. Antes había tenido el dinero necesario, pero ahora no lo tenía. Incluso lo que había ahorrado (que no era ni con mucho suficiente) no lo podía llevar conmigo; la verdad es que aunque robase un banco (arte del cual no sabía nada) y me llevase conmigo un millón de la mejor calidad, no lo podría gastar en 1970. Lo único que conseguiría seria acabar en la cárcel por tratar de pasar moneda falsa. Habían incluso cambiado la forma, por no citar los números de las series, las fechas, los colores y los dibujos.
—Quizá tendré que ahorrarlo.
—Buen chico. Y mientras lo estás ahorrando, probablemente acabarías aquí y ahora otra vez, sin poner nada por tu parte… pero al menos con tu cabello y todos tus dientes.