– ¡Qué maravilloso espectáculo! -dijo Bernal-. No creo que haya muchos sitios en los que tengas la impresión de ver pasar todas las razas del mundo.
Vio a Varga, que cruzaba en aquel momento la plaza perseguido por los obstinados vendedores ambulantes.
– Varga, ven a tomar una copa con nosotros.
– Iba a buscarle con estos informes sobre el montón de basura de La Isleta, jefe. Creo que tendría que prestar especial atención a las pruebas de laboratorio que he realizado de las piezas de madera que encontró en la barraca abandonada y que son exactamente iguales que las halladas en el garaje de la casa de Tomás en Arucas.
– ¿De qué se trata, Varga?
– Ese tipo de madera se utiliza normalmente en aeromodelismo, y las piezas que se encontraron en Arucas también estaban barnizadas, como suelen estar normalmente los modelos a pequeña escala. Creo que forman parte de modelos de aeroplanos grandes.
– Pero ¿qué puede importar eso ahora? ¿No será la afición de Tomás?
– He estado investigando el asunto esta mañana, jefe -dijo, entregando a Bernal tres revistas de aeromodelismo-. En la actualidad pueden hacerse de fibra de vidrio y de diversos plásticos, pero el material tradicional y el más barato sigue siendo este tipo de madera. Un pequeño motor teledirigido puede hacer volar un modelo de ese tipo hasta una altura de veinticinco metros, o más, durante diez o quince minutos, según la capacidad del depósito de combustible. Normalmente funcionan con queroseno y, esto es importante, pueden transportar una carga de dos a tres kilos, según su envergadura.
Bernal ojeó deprisa una de las revistas, y la perfección y complejidad de algunos de los modelos representados en la misma le sorprendieron muchísimo.
– Así que, por lo que veo, estás pensando en una carga explosiva colocada en un aeroplano de este tipo, controlado y teledirigido luego hacia el presidente durante uno de los actos oficiales de su visita…
– Pues sí, he pensado en tal posibilidad, jefe. Si consideramos lo dificilísimo que es matar a alguien que viaja en un coche blindado con ventanillas a prueba de balas, a no ser colocando una gran carga explosiva bajo la calzada o bien lanzando una bomba contra el vehículo…, entonces este otro medio tiene la ventaja de la sorpresa y de que parece inofensivo hasta el mismo instante de la explosión, aparte que permitiría a los terroristas elegir el momento exacto para hacerlo explotar y huir con facilidad, pues podrían estar escondidos a unos veinte o treinta metros de distancia.
– ¿Y qué ruido produce un aparato de este tipo cuando está funcionando, Varga?
– El pequeño motor hace un zumbido agudo, que no puede amortiguarse. Desde luego, ésa sería la única señal de su proximidad hasta que apareciera en escena.
– Sería diabólicamente simple -comentó Bernal-. Pero, ¿por qué tendrían que probarlo tan a menudo los terroristas previamente?
– Porque se necesita una gran pericia para controlarlo con un pequeño mando a distancia y porque los motores se ahogan con frecuencia. Y sería especialmente difícil manejarlo de noche.
– ¿Cómo podemos estar seguros de que estas piezas de madera fueran precisamente para eso? -preguntó Lista.
– El jefe lo averiguará en mi informe. En las muestras que se encontraron en La Isleta y en Arucas hay rastros de nitroglicerina.
Bernal llevó a sus inspectores de vuelta al Gobierno Civil para celebrar una conferencia urgente con los gobernadores provinciales, los jefes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil y el jefe de los geos. Expuso las sospechas del perito sobre el tipo de artefacto asesino que podrían utilizar.
– Registraremos todos los edificios de las calles por las que vaya a pasar el presidente, comisario. Y situaremos tiradores de élite en los edificios altos. Y policías y soldados armados con rifles acordonarán las calles.
– Hay que decirles a todos que derriben cualquier tipo de aeromodelo o cualquier otro objeto volador -indicó Bernal-. Tengo entendido que pueden adoptar formas de lo más insólito, como cometas o cualquier cosa rara, siempre que se atengan a la aerodinámica básica. La velocidad de tales modelos suele ser de veinticinco a cuarenta y cinco kilómetros hora, pero en distancias largas se les imprime menor velocidad para ahorrar combustible. Pero dado que sólo hemos encontrado astillas y ningún otro material, podríamos suponer que los terroristas utilizarán modelos tradicionales.
– ¿Y la visita del presidente al Parque Doramas esta noche? -preguntó con preocupación el gobernador civil-. ¿Pueden funcionar en la oscuridad esos aparatos?
– Varga dice que podrían hacerlo, pero sin grandes posibilidades de éxito y menos aún entre los árboles.
– Creo que tendríamos que informar al presidente del posible atentado contra su vida -dijo el gobernador-. Tendrá que decidir si quiere correr el riesgo.
– Estoy de acuerdo -dijo Bernal-. Mientras, debemos hacer todo lo posible por localizar a Tamarán y a sus compinches. Hemos conseguido una fotografía del carné de identidad del individuo llamado Tomás, que podría estar utilizando realmente el alias de Tamarán. Leyendo una historia de la isla, he descubierto que así llamaban los indígenas al caudillo máximo, mientras que Alcorán o Alcorax era su dios supremo. La similitud con el nombre castellano de «El Corán» puede ser fortuita, aunque apropiada dadas las circunstancias. Los nombres que han elegido confirman el carácter separatista y fanático de la organización.
– ¿Se parece la fotografía del carné al retrato robot hecho con los datos de la señora Lozano? -preguntó el gobernador civil.
– Mucho -dijo Bernal-. Aunque parece mucho más joven en la foto. Debe enviarse a todas las unidades.
Entró en el despacho Navarro, con un télex urgente.
– Es del inspector Ibáñez, del Registro Central, jefe. Ha descubierto las conexiones de Tomás con una organización extremista canaria con sede en Argel, que ha mantenido recientemente contactos con el Polisario en el Sáhara occidental.
A primera hora de la tarde del día 17 ya era seguro que el presidente haría todo el recorrido del viaje, pese a la amenaza contra su vida. Bernal decidió desplegar su grupo a intervalos a lo largo de las rutas, y permanecer en contacto continuo con ellos por radio. La sugerencia de Varga de bloquear las frecuencias de radio utilizadas normalmente por los aficionados al aeromodelismo no cuajó debido al riesgo de bloquear a la vez las frecuencias de la policía y de seguridad.
Bernal acudió personalmente al aeropuerto de Gando a recibir al presidente, que llegaba de Tenerife a media tarde del día 17. Iba con el teniente de la Guardia Civil en un coche sin distintivos, delante del coche oficial.
– No creo que intenten nada mientras el coche del presidente vaya a gran velocidad -dijo el teniente-. Lo peligroso será cuando el coche aminore en las vueltas.
– Hay que vigilar todo intento de detener el desfile oficial, teniente. Podrían intentar bloquear la carretera en el punto que hayan elegido para realizar el ataque.
Todo el programa presidencial se desarrolló sin ningún incidente la noche del 17, y la seguridad máxima desplegada en el Parque Doramas, aunque pesada para los asistentes al banquete y la recepción y costosa para las autoridades, logró su objetivo.
A las seis de la mañana del 18 de julio, una llamada urgente del Gobierno Civil despertó a Bernal en el hotel Don Juan.
– Soy Paco, jefe. Estamos recibiendo informes de la estación de radar sobre embarcaciones que zarpan rumbo oeste de puertos de la costa africana, a unos cincuenta kilómetros al sur de El Aaiún. La Marina ha enviado una fragata de reconocimiento. El personal de intercepción de mensajes radiados ha registrado mensajes en morse procedentes de La Isleta. Estos mensajes no tienen nada que ver con las comunicaciones oficiales ni comerciales. Enviaron furgones detectores para intentar localizar el transmisor, pero las transmisiones fueron demasiado breves para permitir localizarlo.