La mayoría de ellos querrán. Estoy convencido de que nuestra idea será aceptada por el Consejo. La única posible. Si no puedes vencerles… deja que se unan a ti.
Acaricié el pelo de Mierna.
En cierto sentido, querida, ¡qué mala pasada vamos a jugarte! Trasladarte directamente de la sencillez de tu existencia actual a una enorme y complicada civilización. Asombrarte con todas las máquinas y con todos los artilugios que poseemos, no porque seamos mejores, sino sencillamente porque los hemos necesitado antes que tú. Esparcir vuestros diez millones entre nuestros quince mil millones. Y no te darás cuenta de lo que sucede. Ni creo que llegues siquiera a lamentarlo.
Quedarás asimilada, Mierna. Te convertirás en una muchacha de la Tierra. Naturalmente, al crecer te convertirás en uno de nuestros jefes. Aportarás grandes cosas a nuestra civilización, y serás recompensada adecuadamente. Pero el caso es que será nuestra civilización. Mía… y vuestra.
Me pregunto si echarás de menos el bosque, y las casitas junto a la bahía, y las embarcaciones, y los cantos, y las historias antiguas, muy antiguas, y a tu querido camelloterio. Sé que el planeta vacío te echará de menos a ti, Mierna. Lo mismo que yo.
—Vamos —dije—. Nos ocuparemos de ese desayuno.