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Loco de espanto gritó:

– ¡Ángel, alguien está queriendo matarme! ¡Tiene más poder que yo! ¡Quiero ser como él!

– ¡Sélo, pues! -exclamó el ángel, llorando.

Y así fué como Mogo volvió a picar piedras.

CONVERSACIONES Y LUCHAS CON DIOS

En uno de mis libros, "La quinta montaña", el personaje principal se rebela contra los designios de Dios, y ya no quiere escucharlo. Me inspiré en un pasaje bíblico, en el cual Jacob lucha con Dios adentro de una tienda, y sólo lo deja partir después que Él lo bendice.

De la misma manera que un joven saludable precisa tener una dosis de rebelión necesaria para enfrentarse con sus padres e imponer su Leyenda Personal, Dios también desea que ejerzamos, cada minuto de nuestras vidas, el poder de nuestras decisiones. Es muy fácil pasarle la responsabilidad a los demás (y a Él), sólo para después culpar al mundo por la injusticia que padecemos, y por nuestro fracaso interno. ¿Pero adónde nos lleva esto? A ningún lado.

Dios nos escucha. Dios nos toma en serio. Vale la pena recordar aquí otro episodio bíblico donde esta facultad está claramente descrita:

En el Libro del Génesis (18:22-33), el Todopoderoso decide avisarle a Abraham que piensa destruir Sodoma y Gomorra. Abraham no comprende: ¿por qué los inocentes deben ser sacrificados junto con los pecadores?

Abraham va más allá. Dice: "¿Cómo te atreves a hacer tal cosa, matar al justo junto con el impío?"

Y exige que Dios se comprometa a no destruir la ciudad, si en ella vivieran cincuenta justos. Dios lo prometió. Abraham comienza a regatear, diciendo que sería absurdo, si faltaran apenas cinco para completar los cincuenta justos, que Él tomase tal decisión. Dios acepta no destruir la ciudad si allí vivieran cuarenta y cinco justos, o treinta, o veinte, o diez… Dios acepta cada uno de los argumentos e Abraham, y sigue prometiendo cambiar de idea.

Sabemos que en la Biblia, Dios Termina destruyendo Sodoma y Gomorra, y que sólo salvó a una familia. Pero, antes de tomar esta decisión, Él estuvo abierto al diálogo.

Temer a Dios no significa tener miedo de Dios. Dios está mucho más abierto a una conversación de lo que imaginamos; con sólo comenzar el diálogo, quedaremos sorprendidos con los resultados.

LA ORACIÓN QUE OLVIDÉ

Hace tres semanas, caminando por las calles de Sao Paulo, recibí de un amigo -Edinho-, un panfleto llamado Instante Sagrado. Impreso a cuatro colores, en un excelente papel, no identificaba a ninguna iglesia o culto, sino que simplemente traía una oración escrita.

Cuál no fue mi sorpresa al ver que quien firmaba esta oración era ¡yo! Había sido publicada a comienzos de la década de los '80, en la contratapa de un libro de poesía. No pensé que iba a resistir el tiempo, ni que pudiera regresar a mis manos de manera tan misteriosa; pero cuando lo releí, no me avergoncé de lo que había escrito.

Ya que estaba en ese panfleto y como creo en las señales, encuentro oportuno reproducirla aquí. Espero estimular a los lectores para que escriban su propia plegaria, pidiendo para sí y para los demás aquello que juzguen más importante. De esta manera, colocamos una vibración positiva en nuestro corazón, que ha de contagiar a todo el que se nos acerque:

He aquí la oración:

Señor, protege nuestras dudas, porque la Duda es una manera de rezar. Es ella la que nos hace crecer porque nos obliga a mirar sin miedo las muchas respuestas de una misma pregunta. Y para que esto sea posible,

Señor, protege nuestras decisiones, porque la Decisión es una manera de rezar. Dános coraje para que, después de la duda, seamos capaces de elegir entre un camino y otro. Que nuestro SI sea siempre un SI, y nuestro No sea siempre un No. Que una vez escogido el camino, jamás miremos para atrás, ni dejemos que nuestra alma sea roída por el remordimiento. Y para que esto sea posible,

Señor, protege nuestras acciones, porque la Acción es una manera de rezar. Haz que el pan nuestro de cada día sea fruto de lo mejor que cada uno de nosotros lleva dentro. Que podamos, a través del trabajo y de la Acción, compartir un poco del amor que recibimos. Y para que esto sea posible,

Señor, protege nuestros sueños, porque el Sueño es una manera de rezar. Haz que, independientemente de nuestra edad o de nuestras circunstancias, seamos capaces de mantener encendida en el corazón la llama sagrada de la esperanza y de la perseverancia. Y para que esto sea posible,

Señor, danos siempre entusiasmo, porque el Entusiasmo es una manera de rezar. Es éste el que nos une a los Cielos y a la Tierra, a los hombres y a los ñinos, y nos dice que el deseo es importante, y que merece nuestro esfuerzo. Es éste el que nos afirma que todo es posible, siempre que estemos totalmente comprometidos con lo que hacemos. Y para que esto sea posible,

Señor, protégenos, porque la Vida es la única manera que tenemos de manifestar Tus milagros. Que la tierra siga transformando la simiente en trigo, que nosotros continuemos transmutando el trigo en pan. Y ésto sólo será posible si tenemos Amor -por lo tanto, nunca nos dejes en soledad. Dános siempre tu compañía, y la compañía de hombres y mujeres que tengan dudas, que actúen, que sueñen, se entusiasmen y vivan como si cada día estuviese totalmente dedicado a Tu gloria.

Amén.

LAS CADENAS Y LA INTERNET

Todos los días, prácticamente, mi casilla de correo electrónico recibe distintos textos encontrados en la Internet. Tengo uno -sobre un proyecto-que diferentes lectores me enviaron ¡más de cuarenta veces! De las "Cadenas", entonces, no quiero ni hablar. Pero esta semana me llegó la que sigue, que encontré interesante: cuando llegue a la línea final, la pasaré a otros:

Vida: modo de usar

1. Cuando se decide dar alguna cosa, darla con alegría.

2. Memorizar el poema favorito.

3. No creer todo lo que a uno le dicen. No descreer de todo lo que a uno le dicen que es mentira.

4. Al decir "te amo", demostrarlo con algún gesto.

5. Al decir "disculpa", mirar a la otra persona directamente a los ojos.

6. Creer en el amor a primera vista.

7. Creer en la antipatía a primera vista.

8. Nunca moverle el piso a los demás: generalmente uno también está parado encima.

9. Vivir apasionadamente, con todas las heridas que ello provocará: vale la pena.

10. Hablar lentamente. Y pensar rápido.

11. Nunca juzgar a una persona por sus familiares.

12. Si nos preguntan algo indiscreto, sonreír y decir: "¿Por qué quiere usted saber ésto?" Y seguir conversando de generalidades como si tal cosa.

13. Recordar que el gran amor o las grandes conquistas significan grandes riesgos.

14. Llamar por teléfono a la madre, y decirle cuánto uno la quiere.

15. Cuando se comete un error, no olvidar la lección. Y corregir lo que sea posible.

16. Recordar siempre tres cosas: tener respeto por uno mismo, por los otros, y por sus actos.

17. No dejar que problemas sin importancia destruyan las grandes amistades.

18. Al atender el teléfono, sonreír cuando se dice "hola". Quien esté al otro lado de la línea lo percibirá.

19. Casarse con alguien con quien a uno le guste conversar.

20. Jamás olvidar que en la vejez podemos perder muchas cosas, pero que la capacidad de comunicación permanece intacta.

21. Quedarse solo de vez en cuando. Pero nada más que de vez en cuando.

22. Leer más, ver menos televisión: es más fácil transmitirle a los hijos lo que uno ha aprendido.

23. Saber que el silencio puede ser una respuesta.

24. Orar. El poder de la oración es infinito.

25. Leer entre líneas.

26. Vivir una vida que permita mirar hacia atrás y sonreír.