EL SIGNIFICADO DE LAS VÍSPERAS
En San Francisco, en los Estados Unidos, camino por un parque con mi editor americano, John Loudon, y su mujer, Sharon. Podemos ver la ciudad a lo lejos, iluminada por el sol poniente. Sharon estaba escribiendo un libro sobre un monasterio benedictino, y cuentaba que las oraciones de la tarde, llamadas "vísperas", son cantos de esperanza ante la certeza de que la noche pasará.
– Las vísperas nos indican la necesidad que tenemos de acercarnos a los demás, cuando llega la noche -dice ella. -Pero nuestra sociedad olvidó la importancia de esta aproximación, y finge apreciar mucho la capacidad que cada uno tiene para enfrentar sus propias dificultades. Ya no rezamos juntos; escondemos nuestra soledad como si fuera vergonzoso admitirla.
Sharon hace una pausa y concluye:
– Ya fuí así. Hasta que un día perdí el miedo de depender del prójimo, porque descubrí que el prójimo también estaba necesitando de mí.
EL JOVEN NO RESPETA LA SABIDURÍA
El viejo cazador de zorros -considerado el mejor de la región-decidió por fin jubilarse. Juntó sus pertenencias y decidió partir rumbo al sur del país, donde el clima era más templado.
Sin embargo, antes de que terminara de empaquetar sus cosas, recibió la visita de un joven.
– Quiero aprender sus técnicas -dijo el recién llegado. -A cambio, le compro su tienda de campaña y su licencia de cazador, y además le pagaré por todos los secretos que usted conoce.
El viejo estuvo de acuerdo: firmaron el contrato, y le enseñó al joven todos los secretos de la cacería del zorro. Con el dinero recibido, compró una hermosa casa en el sur, donde pasó todo el invierno sin tener que preocuparse por juntar leña para la calefacción, puesto que el clima era muy agradable.
En la primavera, sintió nostalgia por su aldea, y decidió regresar para ver a sus amigos.
Cuando llegó, se cruzó en medio del camino con el joven que pocos meses atrás, decidiera pagarle una fortuna por sus secretos.
– ¿Y entonces? -preguntó. -¿Cómo anduvo la temporada de caza?
– No pude cazar ni un solo zorro.
El viejo se quedó sorprendido y confuso:
– ¿Pero has seguido mis consejos?
Con los ojos fijos en el suelo, el joven respondió:
– Bueno, la verdad es que no los seguí. Me dí cuenta que sus métodos eran demasiado anticuados y terminé descubriendo -por mí mismo-una manera mejor de cazar zorros.
CÓMO PROBAR QUE EL TODO ESTÁ EN TODAS PARTES
Cuando Ketu cumplió doce años de edad, fue enviado con un maestro, con quien estudió hasta cumplir veinticuatro. Al terminar su aprendizaje, regresó a su casa, lleno de orgullo.
Su padre le dijo:
– ¿Cómo podemos conocer aquello que no vemos? ¿Cómo podemos saber que Dios, el Todopoderoso, está en todas partes?
El joven comenzó a recitar las sagradas escrituras, pero el padre lo interrumpió:
– Eso es muy complicado; ¿no existe una manera más simple de aprender sobre la existencia de Dios?
– No que yo sepa, padre mío. Hoy en día soy un hombre culto, y esta cultura me es necesaria para explicar los misterios de la sabiduría divina.
– Perdí mi tiempo y mi dinero enviando mi hijo al monasterio -se lamentó el padre.
Y tomando a Ketu de la mano lo llevó a la cocina. Allí, llenó un vaso con agua y le agregó un poco de sal. Después, se fueron a pasear por la ciudad.
Cuando regresaron a la casa, el padre le pidió a Ketu:
– Trae la sal que puse en el vaso.
Ketu buscó la sal, pero no la encontró, porque ya se había disuelto en el agua.
– ¿Entonces ya no ves la sal? -preguntó su padre.
– No, La sal se hizo invisible.
– Entonces, prueba un poco del agua de la parte superior del vaso. ¿Cómo la encuentras?
– Salada.
– Prueba ahora un poco de agua del medio: ¿cómo está?
– Tan salada como la de la parte de arriba.
– Ahora prueba el agua del fondo del vaso, y díme qué gusto tiene.
Ketu probó, y el gusto siguió siendo el mismo que experimentara antes.
– Tú has estudiado muchos años, y no puedes explicar con sencillez cómo el Dios Invisible está en todas partes -dijo el padre. -Usando un vaso de agua, y llamando "sal" a Dios, yo podría hacer que cualquier campesino comprendiera esto. Por favor, hijo mío, olvida la sabiduría que nos aparta de los hombres, y busca nuevamente la Inspiración, que nos acerca a ellos.
EL SILENCIO DE LA NOCHE
En un desierto de África, caminaban un maestro sufí y su discípulo. Cuando cayó la noche, los dos montaron la tienda de campaña, y se aprestaron a descansar.
– ¡Qué silencio! -comentó el discípulo.
– Nunca digas: "¡qué silencio!" -respondió el maestro. -Dí en cambio: "no consigo escuchar a la naturaleza."
LA BUENA NOTICIA
El golfista argentino Roberto de Vincenzo, después de ganar un importante torneo. se dirigió al estacionamiento a buscar su auto. En ese momento, una mujer se le aproximó; después de felicitarlo por su victoria, le contó que su hijo se encontraba a las puertas de la muerte, y que no tenía dinero para pagar el hospital.
De Vincenzo le dio, inmediatamente, parte del dinero del premio que había ganado esa tarde.
Una semana después, durante un almuerzo en la Professional Golf Association, contó la historia a unos amigos. Uno de ellos le preguntó si la mujer era rubia, con una pequeña cicatriz debajo del ojo izquierdo. De Vincenzo le dijo que efectivamente así era.
– Fuiste engañado -dijo el amigo. -Esta mujer es una oportunista, y vive contando la misma historia a todos los golfistas extranjeros que aparecen por aquí.
– ¿Entonces no existe ninguna criatura al borde de la muerte?
– No.
– Bueno, ¡es la mejor noticia que he tenido esta semana! -fue el comentario del golfista.
EL GRAN MAPA
– Cierto rey encomendó a los geógrafos un mapa del país, cuenta Jorge Luis Borges. -Pero exigió que el mapa fuese perfecto, con todos los detalles.
Los geógrafos midieron cada lugar e hicieron un borrador. Uno de ellos comentó que todavía faltaban detalles de ríos.
Decidieron entonces rehacer el dibujo a mayor escala. Cuando estuvo listo, el mapa resultó del tamaño del primer piso de un edificio; con todo, algunos consejeros del rey argumentaron:
– No se alcanzan a ver los caminos de los bosques.
Y los sabios geógrafos continuaron dibujando mapas cada vez más grandes, con más y más detalles del país.
Cuando finalmente lograron el mapa perfecto, llamaron al rey y lo llevaron a un inmenso desierto. Cuando llegaron, le mostraron una extraña tienda de campaña que se extendía hasta el horizonte.
– ¿Qué es ésto?
– El mapa del país -respondieron los geógrafos. -Como tratamos de hacerlo lo más parecido posible a la realidad, resultó tan grande que ocupó todo el desierto.
– El temor a cometer un error, la mayoría de las veces, termina llevándonos a cometerlo -dijo el rey. -El mapa es tan detallado, que no sirve para nada.
Y mandó ahorcar a los geógrafos.
EL DISCÍPULO IMPACIENTE
Después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio de Piedra, el novicio le preguntó al abate:
– ¿Todas estas oraciones que usted nos enseña, hacen que Dios se acerque a nosotros?
– Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. -¿Todas estas oraciones que rezas harán que el sol salga mañana?
– ¡Claro que no! ¡El sol sale porque obedece a una ley universal!
– Entonces, ésta es la respuesta a tu pregunta. Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que recemos.