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Al leer la noticia, mi esposa sólo comentó: "no será ésto lo que impida que ayude a la gente".

Su comentario me hizo recordar la historia del sabio que, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. Las personas no dieron mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a nadie. Después de algún tiempo, él pasó a ser motivo de risa y burlas por parte de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres comenzó a insultarlo. Pero en lugar de fingir que no se daba cuenta de lo que ocurría, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:

– ¿Será, después de todo, que el hombre es sordo? ¡Le gritamos cosas horribles, y él sólo nos responde con palabras bellas!

– Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene -fue la respuesta del sabio.

EL CAMINO QUE LLEVA AL CIELO

Cuando le preguntaron al Abate Antonio si el camino del sacrificio llevaba a Dios, éste respondió:

– Existen dos caminos de sacrificio. El primero es el del hombre que mortifica su carne, hace penitencia, porque considera que estamos condenados. Este hombre se siente culpable, y se juzga indigno de ser feliz. En este caso, no llega a ningún lado, porque Dios no habita en la culpa.