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– ¿Pero has seguido mis consejos?

Con los ojos fijos en el suelo, el joven respondió:

– Bueno, la verdad es que no los seguí. Me dí cuenta que sus métodos eran demasiado anticuados y terminé descubriendo -por mí mismo-una manera mejor de cazar zorros.

CÓMO PROBAR QUE EL TODO ESTÁ EN TODAS PARTES

Cuando Ketu cumplió doce años de edad, fue enviado con un maestro, con quien estudió hasta cumplir veinticuatro. Al terminar su aprendizaje, regresó a su casa, lleno de orgullo.

Su padre le dijo:

– ¿Cómo podemos conocer aquello que no vemos? ¿Cómo podemos saber que Dios, el Todopoderoso, está en todas partes?

El joven comenzó a recitar las sagradas escrituras, pero el padre lo interrumpió:

– Eso es muy complicado; ¿no existe una manera más simple de aprender sobre la existencia de Dios?

– No que yo sepa, padre mío. Hoy en día soy un hombre culto, y esta cultura me es necesaria para explicar los misterios de la sabiduría divina.

– Perdí mi tiempo y mi dinero enviando mi hijo al monasterio -se lamentó el padre.

Y tomando a Ketu de la mano lo llevó a la cocina. Allí, llenó un vaso con agua y le agregó un poco de sal. Después, se fueron a pasear por la ciudad.

Cuando regresaron a la casa, el padre le pidió a Ketu:

– Trae la sal que puse en el vaso.