Ketu buscó la sal, pero no la encontró, porque ya se había disuelto en el agua.
– ¿Entonces ya no ves la sal? -preguntó su padre.
– No, La sal se hizo invisible.
– Entonces, prueba un poco del agua de la parte superior del vaso. ¿Cómo la encuentras?
– Salada.
– Prueba ahora un poco de agua del medio: ¿cómo está?
– Tan salada como la de la parte de arriba.
– Ahora prueba el agua del fondo del vaso, y díme qué gusto tiene.
Ketu probó, y el gusto siguió siendo el mismo que experimentara antes.
– Tú has estudiado muchos años, y no puedes explicar con sencillez cómo el Dios Invisible está en todas partes -dijo el padre. -Usando un vaso de agua, y llamando "sal" a Dios, yo podría hacer que cualquier campesino comprendiera esto. Por favor, hijo mío, olvida la sabiduría que nos aparta de los hombres, y busca nuevamente la Inspiración, que nos acerca a ellos.
EL SILENCIO DE LA NOCHE
En un desierto de África, caminaban un maestro sufí y su discípulo. Cuando cayó la noche, los dos montaron la tienda de campaña, y se aprestaron a descansar.
– ¡Qué silencio! -comentó el discípulo.
– Nunca digas: "¡qué silencio!" -respondió el maestro. -Dí en cambio: "no consigo escuchar a la naturaleza."