– ¿Cómo? -insistieron los alumnos. -Todo lo que él hace contradice lo que usted nos está enseñando.
– Exactamente -siguió Gurdjeff. -Si no lo tuviera cerca, a ustedes les costaría mucho aprender qué es la rabia, la intolerancia, la impaciencia, la falta de compasión.
"Sin embargo, con este viejo como ejemplo vivo, mostrando que dichos sentimientos vuelven la vida de cualquier comunidad un infierno, el aprendizaje es mucho más rápido.
"Ustedes me pagan para aprender a vivir en armonía, y yo contraté a este hombre para que me ayude a enseñarles todo esto -por el camino opuesto.
LA BÚSQUEDA DEL SABIO
El abad Abraham supo que cerca del monasterio de Sceta había un sabio. Fue a buscarlo y le preguntó:
– Si hoy encontrara usted una bella mujer en su cama, ¿conseguiría pensar que no es una mujer?
– No-, le respondió el eremita-, pero sabría controlarme.
El abad continuó:
– ¿Y si descubriera monedas de oro en el desierto, podría contemplar este oro como si fueran piedras?
– No. Pero sabría controlarme para dejarlo en su lugar.
Insistió Abraham:
– Y si a usted lo buscaran dos hermanos, uno que lo odia y otro que lo ama, ¿lograría pensar que los dos son iguales?
Dijo el ermitaño:
– Aunque sufriera, trataría al que me ama de la misma manera que al que me odia.