El escritor Oscar Wilde, sin embargo, hace que esta historia termine de una manera diferente.
El dice que cuando Narciso murió, vinieron las Oréades -ninfas del bosque-y vieron que el agua dulce del lago se había transformado en lágrimas saladas.
– ¿Por qué lloras? -preguntaron las oréades.
– Lloro por Narciso.
– Ah, no nos preocupa que llores por Narciso -continuaron ellas. -Al final de cuentas, a pesar de que todas nosotras siempre corrimos detrás de él por el bosque, tú fuiste el único que tuvo la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.
– ¿Pero Narciso era bello? -quiso saber el lago.
– ¿Quién mejor que tú podría saberlo? -respondieron, sorprendidas, las Oréades. -Al final de cuentas, era en tus márgenes donde él se inclinaba todos los días.
El lago se quedó quieto un momento. Finalmente, dijo:
– Lloro por Narciso, pero jamás había notado que Narciso fuera bello.
"Lloro por él porque cada vez que él se recostaba en mis márgenes, yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada".
EL MATADOR DE DRAGONES
Zhungzi, un célebre autor chino, cuenta la historia de Zhu Pingman, quien salió en busca de un maestro para aprender la mejor manera de matar dragones.