Ante el combate inminente, el mirlo dejó caer la miga de pan en la boca de una serpiente, mientras pensaba para sí:
– Cuando se está viejo, la gente vé la vida de otra manera: perdí mi alimento, es cierto, pero puedo encontrar otra miga de pan mañana.
"Sin embargo, si hubiera insistido en cargarla conmigo, hubiera desencadenado una guerra en el cielo: el vencedor pasaría a ser envidiado, y los demás se armarían para combatirlo, el odio llenaría el corazón de los pájaros, y una situación así podría durar mucho tiempo.
Tal es la sabiduría de la vejez: saber trocar las victorias inmediatas por conquistas duraderas".
EL MOMENTO DE LA AURORA
Un rabino reunió a sus alumnos y preguntó:
– ¿Cómo es que sabemos el momento exacto en que termina la noche y comienza el día?
– Cuando, de lejos, somos capaces de distinguir una oveja de un cachorro -dijo un niño.
El rabino no quedó satisfecho con la respuesta.
– La verdad -dijo otro alumno -sabemos que ya es de día cuando podemos distinguir, a la distancia, un olivo de una higuera.
– No es una buena definición.
– ¿Cuál es la respuesta, entonces? -preguntaron los pequeños.
Y el rabino dijo:
– Cuando un extraño se aproxima, y nosotros lo confundimos con nuestro hermano, ése es el momento cuando la noche acaba y comienza el día.