– Me estás traicionando -dijo.
– Durante años te entregué mi corazón, y tú no me correspondiste -respondió Hitoshi. -¿No te parece que merezco una segunda oportunidad de ser feliz?
Pero el fantasma de su ex amada no quiso saber de disculpas, y todas las noches se presentaba para asustarlo. Le contaba en detalle lo que había sucedido durante el día, qué palabras de amor le había dicho a su novia, cuántos besos y abrazos se habían dado.
Hitoshi ya no podía dormir más, y fue a buscar a Bashó, el maestro zen.
– Es un fantasma muy hábil -le dijo Bashó.
– ¡Sabe todo, hasta los menores detalles! Y está llevando mi noviazgo a su fin, porque no consigo dormir, y en los momentos de intimidad con mi amada, siento vergüenza.
– Vamos a ahuyentar a este fantasma -le aseguró Bashó.
Aquella noche, cuando el fantasma regresó, Hitoshi lo interrumpió antes de que dijera la primera frase.
– Tú eres un fantasma tan sabio, que vamos a hacer un trato. Como me vigilas todo el tiempo, voy a preguntarte algo que hice hoy; si aciertas, dejo a mi novia y nunca más miraré a mujer alguna. Si te equivocas, tienes que prometerme que no volverás a aparecerte, so pena de ser condenado por los dioses a vagar para siempre en la oscuridad.