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Alis no podría haberse superpuesto en pantalla azul como el ratón de Gene Kelly. No sabía nada de comps: estaba haciendo GO Básico 101 el otoño pasado, cuando Heada me proporcionó su horario de clases. Y aunque hubiera dominado de algún modo fusiones, sombras y rotoscopios, seguía sin tener los accesos.

Tal vez había conseguido que alguien la ayudara. ¿Pero quién? Los hackólitos no graduados tampoco tenían acceso, y Vincent no habría comprendido por qué insistía en hacerlo a mano.

Tenía que ser un pastiche. ¿Y por qué no? Tal vez Alis había comprendido por fin que bailar en las películas era imposible, o tal vez Mayer le había prometido encontrarle un profesor de baile si ñaqueaba con su jefe. No sería la primera cara en llegar a Hollywood y acabar en un sofá de casting.

Pero si ése era el caso, no lo parecía en absoluto. Recuperé Un día en Nueva York y la estudié a pesar del dolor de cabeza. Alis saltaba ágilmente alrededor del Empire State, animada y feliz. La apagué y traté de dormir.

Si era un pastiche, no habría tenido aquella expresión intensa y concentrada. Vincent, con programas o sin programas, nunca habría podido haber capturado esa sonrisa.

Lento travelling de la pantalla del comp al reloj, mostrando las 11.05, y vuelta a la pantalla. Toma de marineros bailando. Lento travelling al reloj, que muestra las 3.45.

A lo largo de la noche se me ocurrió que había otro motivo por el que Mayer no podría haber hecho un pastiche con Alis. El mejor motivo de todos: Heada no lo sabía. Ella siempre estaba al corriente de las noticias, se enteraba de todos los ligoteos, los movimientos de los estudios, los rumores de opas. No había nada que se le pasara por alto. Si Alis se hubiera entregado a Mayer, Heada lo habría sabido antes de que sucediera. Y me lo habría comunicado, como si eso fuera lo que yo quería oír.

¿Y no era así? Le había dicho a Alis que no lograría lo que quería, que bailar en las películas era imposible, y que sólo conseguiría un pastiche o nada, y a todo el mundo le gusta demostrar que tiene razón, ¿no? Sobre todo cuando tiene razón. No se puede atravesar una pantalla de cine como Mia Farrow en La rosa púrpura de El Cairo y ocupar el sitio de Virginia Gibson. No se puede atravesar un espejo como Charlotte Henry y encontrarte bailando con Fred Astaire.

Aunque parezca que eso es lo que has hecho. Es un truco de luces, eso es todo, y maquillaje, y demasiado alcohol, demasiado klieg; y la única cura para eso era seguir las órdenes de Heada, orinar, beber muchísima agua, tratar de dormir.

Tres marineros y una chica —dije, y esperé a que se revelara el truco.

Lento travelling de la pantalla del comp al reloj, mostrando las 4.58, y vuelta a la pantalla. Toma de marineros bailando. Lento travelling al reloj, que muestra las 7.22.

—¿Te encuentras mejor? —preguntó Heada. Estaba sentada en la cama, sosteniendo un vaso de agua—. Ya te advertí que la ridigraña era dura.

—Sí —contesté, cerrando los ojos contra el brillo del vaso.

—Bebe esto —ordenó ella, y me metió una pajita en la boca—. ¿Cómo va la sed? ¿Mal?

Yo no quería beber nada, ni siquiera agua.

—No.

—¿Estás seguro? —preguntó, recelosa.

—Segurísimo —contesté. Abrí de nuevo los ojos, y cuando vi que no pasaba nada, traté de sentarme—. ¿Por qué has tardado tanto?

—Después de encontrar Una cara con ángel, fui y hablé con uno de los ejecos de ILMGM. Tenías razón: no es cosa de Mayen Ha dejado las ñaquis. Está intentando convencer a Arthurton de que es casto y puro.

Me metió de nuevo la pajita bajo la nariz.

—Hablé también con uno de los hackólitos. Dice que no hay manera de meter vivacción en la fuente de fibra-op sin acceso de estudio. Dice que hay todo tipo de medidas de segundad, intimidades y codificaciones. Dice que hay tantas que nadie, ni siquiera los mejores hackólitos, pueden pasarlas.

—Lo sé —asentí, apoyando la cabeza contra la pared—. Es imposible.

—¿Te sientes lo bastante bien para ver el disco?

No, pero no había más que hablar, así que Heada lo puso y vimos a Fred bailar dando vueltas alrededor de Audrey Hepburn y París.

Al menos la ridigraña servía de algo. Fred hacía una serie de giros, y sus pies zapateaban fácil, descuidadamente, con los brazos extendidos, pero no hubo ni el tiritar de un destello ni un desenfoque. Todavía me dolía la cabeza, pero el tamborileo había desaparecido, sustituido por un duro silencio que parecían los efectos posteriores de un destello y tenía su brusca claridad, su certeza.

Estaba seguro de que Alis no habría bailado en esta película, con su baile moderno y sus duetos, cuidadosamente coreografiados por Fred para hacer que Audrey Hepburn pareciera mejor bailarina de lo que era. Seguro de que cuando Virginia Gibson apareciera sería Virginia Gibson, que se parecía mucho a Alis.

Y seguro de que cuando solicitara Un día en Nueva York y Té para dos y Cantando bajo la lluvia seguiría siendo Alis, no importaba cuántos bucles de fibra-op tuviera que pasar, no importaba lo imposible que fuera.

Virginia Gibson apareció en una parodia de la idea de Hollywood de los diseñadores de moda.

—No la ves, ¿verdad? —preguntó Heada ansiosamente.

—No —contesté, observando a Fred.

—Esa Virginia Gibson se parece mucho a Alis —comentó Heada—. ¿Quieres probar otra vez con Siete novias para siete hermanos, sólo para asegurarte?

—Estoy seguro.

—Bien —dijo ella, levantándose de pronto—. Lo principal ahora que estás limpio es mantenerte ocupado para que no pienses en la sed, y de todas formas necesitas ponerte al día con la lista de Mayer antes de que regrese, y se me ha ocurrido que tal vez podría ayudarte. He estado viendo un montón de películas, y podría decirte cuáles tienen SA y dónde está. El color púrpura tiene una escena donde…

—Heada —dije.

—Y cuando termines con la lista, tal vez tú y yo pudiéramos convencer a Mayer para que nos asigne un remake de verdad. Quiero decir que ahora los dos estamos limpios. Una vez me dijiste que yo sería una gran ayudante de localización, y he estado viendo un montón de películas. Formaríamos el equipo perfecto. Tú podrías hacer los GO…

—Tienes que hacerme un favor. Había un ejeco de ILMGM que solía venir a las fiestas y que siempre usaba el viaje temporal como gancho. Necesito que averigües su nombre.

—¿Viaje temporal? —dijo Heada, aturdida.

—Decía que estamos así de cerca de descubrir el viaje temporal. No paraba de hablar de tempomentos paralelos.

—Dijiste que no era ella en Una cara con ángel —objetó ella lentamente.

—No paraba de hablar de hacer un remake de Los pasajeros del tiempo.

—¿Crees que Alis ha retrocedido en el tiempo? —preguntó ella, todavía aturdida.

—No lo —contesté, y la última palabra fue casi un grito—. Tal vez encontró un par de deslizadores de rubí, tal vez atravesó la pantalla como Buster Keaton en El moderno Sberlock Holmes. ¡No lo sé!

Heada me miraba con los ojos llenos de lágrimas.

—Pero vas a seguir buscándola, ¿verdad? Aunque eso sea imposible —dijo amargamente—. Como John Wayne en Centauros del desierto.

—Encontró a Natalie Wood, ¿no? —repliqué yo—. ¿No?

Pero ella ya se había marchado.