Выбрать главу
iere espantar y miré alrededor y no había más que gente en grupos y nadie te hacía caso o sea que o estabas pirada o aquello iba conmigo, y cuando ya estaba casi delante de ti me paro allí con los zapatos en la alfombra cerquísima de tus pies y quieto, digo: "a ver lo que resiste sin levantar los ojos" y cada vez más angustiado sin atreverme a decirte "Eulalia, por favor, mírame", hasta que por fin muy despacio levantaste la cara y tenías ese mismo gesto contraído que traías antes, el mismo, como si no pudieras soportar que entre tú y el horizonte vacío de la nada se hubiera interpuesto aquella sombra incómoda, fueron sólo unos segundos pero se me cayó el alma a los pies y toda la pena qué tenía por lo de Ester se me redobló y me di cuenta de lo importante que es mirarse la gente y que el que te niega la mirada te niega el pan y la sal, y en esto giraste la cabeza bruscamente, la apoyaste contra la pared y te tapaste los ojos con la mano, todo señales inequívocas de fastidio, así que disimulé y me acerqué a la mesa como si hubiera ido a servirme bebida, pero estuve allí un rato apoyado cerca sin resolverme tampoco a irme para que si me querías hablar pudieras hacerlo, porque no sé qué pasa contigo, en eso eres como papá, le estáis pisando a uno la barriga y todavía entran ganas de daros una oportunidad para rectificar, hasta que por fin comprendí que me habías visto de sobra porque miré para ti de reojo y te pillé, aunque cerraste los dedos en seguida, mirándome por entre ellos, y eso ya me hizo gracia, digo: "pero bueno, ésta es como un niño chico". En fin, en esos casos lo último que quieres es molestar, así que te dejé por imposible y me volví a buscar a la niña ésa con la que estaba que es muy tonta pero se me da muy bien y ya tomé las uvas con ella y nos cogimos una sopa fenomenal y amanecimos en un cuarto solos ya por la mañana cuando se había ido casi todo el mundo y la chica llorando que la iban a reñir en su casa, cuando se había estado haciendo todo el rato la progre, y yo no me acordaba de nada, sólo de que tenía una depresión horrible y de que tú no me habías querido mirar y de que ya te habrías ido y hasta con mala conciencia por no haberte preguntado si te encontrabas mal, obsesionado con la cara que me habías puesto, con lo que te pasaría conmigo, ya ves, seguramente me espantaste por puro capricho, porque te dio por ahí. Y hoy, en el avión, me acordaba y aunque luego te he visto un par de veces en casa y has estado simpática, esa imagen de la fiesta era la que se me metía en la cabeza y por mucho que quería borrarla y pensar que aquella noche podías estar bebida o haber contribuido el estarlo un poco yo a atribuirte gestos que tal vez no llegaste a hacer, el caso es que a ratos me arrepentía de venir, sobre todo en Barajas, durante hora y media que hay que esperar el enlace del avión que cogí en Barcelona con el que trae para acá. Ese rato fue el peor porque me dio por acordarme de los consejos de Colette, con repulsa, sí, y con deseos de desafiarla, pero pensando también que buena gana de exponerme a que me recibieras mal como ella había predicho y que total a mí aquí no se me había perdido nada. Claro que tampoco se me ha perdido gran cosa en otro lado, pero en Madrid tengo amigos que no han salido de veraneo y era una tentación estar allí aburrido todo ese tiempo en Barajas, tenía en el bolsillo la llave de casa que estaría vacía y fresca, podía darme una ducha y dormir un rato hasta el atardecer sin más proyectos ni historias ni tener que dar cuentas a nadie de mi rumbo, y lo estaba dudando allí en un sillón medio durmiéndome, hasta que de pronto oigo en los altavoces "Germán Orfila, Germán Orfila", porque se me había ido el santo al cielo de la hora y resulta que mi avión estaba esperando por mí para salir y ya, claro, eché a correr porque eso de que te llamen por un altavoz siempre te sobresalta, fue como un resorte automático, es lo que me decidió. De todas maneras, las cosas hay que hacerlas de un tirón, si no, te vuelves atrás, yo por lo menos soy así, como se me enfríe el primer impulso estoy perdido, así que este viaje con eso de tener que estar renovando la decisión en cada etapa, se me ha hecho larguísimo, y la más trabajosa ha sido la del taxi hasta aquí, no sabes hasta encontrarlo y apalabrarlo, ahí sí que estaba preguntando ya horarios de trenes para volverme a Madrid, y encima hemos tenido un pinchazo con todo el calor y ha tardado el tipo una eternidad en arreglarlo, total ya ves poco más de cien kilómetros, pues lo peor. Papá cuenta de no sé qué profesor vuestro que estuvo una temporada en América con toda la familia y que cuando le preguntaron al volver por el viaje dijo que todo muy bien, que lo peor había sido, al final, un transbordo en Medina del Campo, no te rías, que igual ha sido lo mío. En fin, gracias a que a lo largo de todo el camino, tanto por aire como por tierra, me ha venido manteniendo un estímulo de curiosidad, qué cosa la curiosidad, tú, es lo más fuerte que hay, y no sabes el pío que tengo yo desde siempre con ver esta casa que ya nadie pisa, lo que pasa es que no se terciaba, hasta pensaba que me iba a acordar algo de ella al entrar, pero nada, claro, yo aún no tenía tres años y Marga no existía el último verano que vinimos. Pero no deja de tener cierta importancia en mi vida, ¿sabes que aquí aprendí a hablar?, mamá lo ha dejado escrito en un cuaderno pequeño donde apuntaba cosas de los veraneos; aún no había nacido la niña y escribe ella con mucho entusiasmo: "Estábamos en la huerta y el niño de repente ha dicho «lú», quiere decir «luz», qué bonito que sea esa la primera palabra que ha pronunciado, una alegría mayor no me la podía dar", tengo yo ese cuadernito, te lo enseñaré un día. Ya ves, yo vengo aquí en cierta manera a buscar el rastro de la luz y tú más bien parece que el de las sombras, aunque sabe Dios lo que te habrá movido a ti que, según papá, eres más rara que las monjas. Él se ha quedado con los ojos cuadrados con tu telegrama porque parece que con la abuela estabas reñidísima y luego tanto tiempo sin venir a esta casa, él dice que tú hace más de veinte años, y que la habías aborrecido; bueno la habéis aborrecido los dos, no sé cuántas veces os habremos oído decir, tan pronto a uno como al otro, que por vosotros que se la llevara el diablo. Yo a veces lo he hablado con Marga: "Oye, tendríamos que ir nosotros a ver aquello, a mí me da pena que se hunda" y el año pasado hablamos de fundar aquí una comuna con gente del grupo de ella y había tíos que estaban muy animados, a papá parece que le hizo poca gracia, pero eso habría sido lo de menos, lo peor fue que se rajó la gente y que Marga es más abúlica todavía que yo, además no tenemos los mismos amigos y eso, y a mí venir en el plan que decían ellos me apetecía poco, total que nunca ha pasado de proyecto lo de venir. Para mí este de la abuela ha sido el primer pretexto de fuste, aunque, a ver si me entiendes, es desde luego el que menos puede tener que ver con el argumento de mi propia vida, pero en cambio tiene que ver con la vida de la casa, y yo soy de la opinión que las cosas hay que verlas en su salsa; a mí que se muera una señora de cien años con la que no he tenido apenas tratos me deja en sí bastante indiferente como comprenderás, eso fue lo primero que dijo Colette, naturalmente que no es por la vieja, pero ella cómo lo va a entender si no lo entiendo ni yo mismo, me dijo, claro, y en eso un poco de razón tenía, que a mí quién me llamaba aquí contigo, que lo tuyo era más lógico. Y fue cuando añadió que además era el típico número para protagonizar a solas en plan de primera actriz, dijo que eso estaba muy dentro de tu estilo, no te puede ni ver, oye, desde luego, le sale una antipatía ancestral; y papá se enfadó, riñendo los dejé cuando me vine, le dijo: "Pero, bueno, Eulalia será rara, pero tú ¿qué sabrás de ella?, si te callaras un poco cuánto ganaríamos, no digo todo el día callada, que eso sería pedir ya gollerías, pero a ratitos", pero se lo dijo porque llevan todo el verano tirándose los trastos a la cabeza, a él también no te creas que no le ha chocado tu decisión de venirte de pronto aquí con la abuela, yo digo que más todavía que a Colette, como además en el telegrama no explicabas nada de cómo ni de por qué. Se quedó un rato absorto, no salía de su asombro: "Pero si con la abuela estaba a matar antes del verano, si ya no la iba a ver nunca, ¿qué mosca le habrá picado ahora? " Luego dijo que buena gana de andarle buscando tres pies al gato en las cosas que haces tú, que todas son resultantes del azar que preside tu vida entera, que andas a la deriva y ya se sabe, pero se sonreía: "Ella hace siempre lo que menos se espera -dijo-; habrá sido todo por casualidad".