– Ahora. Dígame lo que sabe sobre esta mujer.
No era mucho. Escuchó palabras como competente, confiable, cooperativa.
– Ella se esmeró para conseguir un puesto. -Markie se paseó. -Controlé sus referencias. Era una excelente empleada. Sólo puedo pensar que se sintió mal y se asustó con lo que sucedió aquí esta noche y se fue.
Ambos volvieron la mirada cuando Peabody regresó. -No pude localizarla en ningúna lado, teniente.
– Haz una búsqueda, consigue su dirección. Necesitamos encontrarla. -Se puso de pie. -Puede irse.
– Mi equipo y yo tenemos que empacar la comida y las provisiones.
– No, no puede. Esta es una escena de crimen. Se va a quedar como está por ahora. Vamos a ponernos en contacto con usted cuando terminemos para que pueda limpiar la casa.
Ella buscó al hijo y a la hija a continuación. Con sus esposos ellos estaban apiñados en la punta de una mesa en el comedor formal. Cuatro pares de ojos rojos e hinchados, con lágrimas, se volvieron hacia Eve.
El hombre que se paró, apoyando una mano en la mesa, era de complexión ligera con cabello rubio denso y opaco, que llevaba corto y prolijo. Tenía una mandíbula suave y labios que parecían desaparecer cuando los presionaba juntos en una severa línea.
– Que sucedió? Quien es usted? Necesitamos algunas respuestas.
– Wally. -La mujer junto a el era igual de rubia, pero su cabello era brillante y largo. -Sólo lo haces peor.
– Como puede ser peor? -demandó él. -Mi padre ha muerto.
– Soy la teniente Dallas. Lamento mucho su pérdida, y me disculpo por la demora en hablar con usted, Sr. Pettibone.
– Walter C. Pettibone IV, -le dijo a ella. -Mi esposa, Nadine. -El aferró con su mano la de la rubia que le había hablado, apretándola. -Mi hermana, Sherilyn, y su esposo, Noel Walker. Porque nos mantienen aquí de esta forma? Necesitamos estar con mi padre.
– Eso no es posible en este momento. Hay cosas que es necesario hacer para darle esas respuestas que usted necesita. Siéntese, Sr. Pettibone.
– Que sucedió con mi padre? -Fue Sherilyn quien habló. Era una pequeña morocha, y Eve pensó que probablemente era remarcablemente bonita bajo mejores circunstancias. Ahora su rostro estaba devastado por las lágrimas. -Puede decirnos, por favor? -Ella alcanzó la mano libre de su hermano y la de su esposo, formando todos una unidad. -Que sucedió con papá?
– La causa de la muerte no ha sido confirmada.
– Yo escuché a los TM. -Lanzó un suspiro largo y profundo, y su voz se afirmó. -Los escuché decir que él fue envenenado. Eso no puede ser cierto.
– Lo vamos a saber muy pronto. Ayudaría si ustedes me dijeran lo que estaba haciendo cada uno, en que lugar de la habitación estaban cuando el Sr. Pettibone colapsó.
– Estábamos ahí mismo, parados junto a él. -empezó Sherilyn, -Todos estábamos parados ahí…
– Sherry. -Noel Walker llevó sus manos unidas hacia los labios. Era un gesto que Roarke a menudo hacía, como notó Eve. Uno de consuelo, de amor, de solidaridad.
El volvió su atención hacia Eve. Su cabello era oscuro como el de su esposa y caía en ondas alrededor de un rostro fuerte y atractivo. -Walt estaba haciendo un brindis. Dulce y sentimental. Era un hombre dulce y sentimental. Bambi estaba del lado derecho. Sherry estaba junto a ella y yo estaba a su derecha. Wally estaba directamente a su izquierda, con Nadine a su lado. Cuando él terminó su brindis, tomó un trago de champagne. Todos lo hicimos. Luego empezó a atragantarse. Creo que Wally lo palmeó en la espalda. Bambi lo aferró cuandl él se tambaleó. Se tiró del cuello de la camisa, como si estuviera demasiado apretado, luego cayó hacia delante.
Miró hacia Wally para que lo confirmara.
– Estaba jadeando. -continuó Wally- Lo volvimos sobre la espalda. Peter Vance, él es médico, pasó a través de la gente que se había amontonado alrededor. Y mi padre tenía una especie de convulsión. Peter dijo que llamaran a los TM. Nadine corrió a hacerlo.
– El pudo hablar con alguno de ustedes?
– Nunca dijo nada. -respondió Sherilyn. -El me miró. -Su voz se quebró otra vez. -Me miró a mi justo antes de caer. Todos estaban hablando a la vez. Sucedió tán rápido, no hubo tiempo de decir nada.
– De donde sacó él la bebida?
– De una bandeja, supongo. -dijo Wally. -Los camareros estaban pasando con champán desde que los invitados empezaron a llegar a las siete.
– No. -Sherilyn sacudió la cabeza suavemente. -No, una de las camareras se lo puso en la mano. Ella no cargaba una bandeja, sólo una copa. Le tomó la copa vacía y le dio una llena. Ella le deseó feliz cumpleaños.
– Es cierto. -confirmó su esposo. -La pequeña pelirroja. Le presté atención. Tenía unos ojos verdes sorprendentes. Soy pintor. -explicó. -Retratos principalmente. Tiendo a notar caras y lo que las hace únicas.
– Que hizo ella después de darle la bebida?
– Ella, ah, déjeme pensar. Walt llamó la atención de todos. La mayoría de los invitados estaban en el living en ese momento. Las conversaciones se calmaron cuando él empezó a hablar. Ella fue hacia atrás. Lo estaba escuchando, como el resto de nosotros. Sonriendo, creo. Sí, recuerdo haber pensando que era muy presentable, y como parecía estar interesada en lo que Walt estaba diciendo. Creo que le sonreí a ella cuando Walt terminó su brindis, pero lo estaba mirando a él. Luego todos bebimos, y no me volví a fijar en ella cuando Walt empezó a atragantarse.
– Yo creo que la ví. -Nadine levantó una mano hacia la larga cuerda triple de perlas que llevaba. -Cuando corrí para llamar por ayuda, la ví en el vestíbulo.
– Que estaba haciendo? -preguntó Eve.
– Creo que, bueno, debe haber estado yéndose. Estaba caminando hacia la puerta.
– Ninguno de ustedes la había visto antes de anoche? -Dado que ellos se miraron el uno al otro, con una especie de desconcertada negación con la caneza, Eve insistió. -Habían escuchado en nombre de Julie Dockport alguna vez? Tal vez su padre se los mencionó.
– Nunca lo escuché mencionar ese nombre. -Wally miró alrededor al resto de la familia, que negaron con la cabeza otra vez.
– Saben si estaba preocupado por alguien o algo? Un asunto de negocios, un problema personal.
– El era feliz. -dijo Sherilyn suavemente. -Era un hombre feliz.
– Un hombre feliz -declaró Eve después de liberar a la familia, -amado por todos no es envenenado en su cumpleaños. Hay algo debajo de este bonito cuadro, Peabody.
– Sí, señor. Los oficiales que fueron a la dirección de Dockport reportaron que no estaba ahí. Su vecina que vive cruzando el hall les dijo que ella salió esta mañana. Declaró que se fue a Filadelfia.
– Quiero a los barredores ahí, ahora. Quiero que peinen el lugar. No van a encontrar nada, pero quiero que lo hagan.
– Señor?
– Parece que nos la vemos con un profesional.
CAPITULO 4
Aunque era más de la una de la mañana cuando volvió a casa, Eve no se sorprendió de encontrar a Roarke en su oficina. Era raro que él durmiera más de cinco horas en una noche. También era raro que él no esperara levantado hasta que ella llegara a casa.
El trabajo era combustible para él, y ella lo sabía. Más que la obscena cantidad de dinero que hacía en un negocio, era el asunto en sí mismo, la planificación, la estrategia, la negociación, lo que impulsaba su interés y su energía.
El compraba porque las cosas estaban para ser compradas. Ella pensaba a menudo que las compañías, las fincas, las fábricas, los hoteles que él adquiría eran sus juguetes, pero bien sabía que era un hombre que tomaba sus juguetes muy, muy seriamente.
El había ampliado considerablemente los horizontes de ella desde que estaban juntos. Viajes, cultura, sociedad. Como se organizaba él para extraer tiempo para todo y más. El dinero no era nada para él, pensó, a menos que fuera disfrutado.
El hombre que dirigía un imperio comercial con un oportunismo más allá de lo razonable estaba sentado en su escritorio a la una y quince de la mañana, con un brandy junto a su mano, un gato gordo y ronroneante en su regazo y las mangas enrolladas mientras trabajaba en su computadora como cualquier oficinista mal pagado.
Y, pensó ella, lo disfrutaba.
– Estás en el medio de algo o estás jugando?
El levantó la mirada. -Un poco de ambos. Guardar datos y archivar. -ordenó a la computadora, luego se echó hacia atrás. -Los medios ya tienen tu homicidio. Lamenté escuchar sobre Walter Pettibone.
– Lo conocías?
– No demasiado. Pero lo bastante para apreciar su sentido de negocios y para saber que era un tipo de hombre agradable.
– Sí, todo el mundo amaba al bueno y viejo Walter.