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– Hay algo que pueda hacer por usted?

– Sra. Pettibone? Shelley Pettibone?

– Sí. -Su mirada se desvio hacia Peabody. -Es sobre Walter.

– Soy la teniente Dallas. -Eve mostró su placa. -Mi ayudante, Oficial Peabody. Lamento molestar en este difícil momento.

– Necesita hacerme preguntas. Justo acabo de cortar el enlace con mi hija. No veo como puedo hacer algo para ayudarla. No puedo pensar en las palabras justas. No puedo pensar en nada. Lo siento, siéntense por favor. Iba a tomar un poco de café. Voy a buscar más tazas.

– No se moleste por nosotras.

– Me da algo que hacer, y justo ahora no tengo casi nada para hacer. Es un minuto. Es mejor si hablamos aquí afuera, no? Prefiero estar afuera por ahora.

– Seguro, está bien.

Ella volvió a entrar, dejando la puerta abierta.

– Si un tipo te echa a la basura por una modelo joven después de treinta años, -empezó Eve- Como te sentirías tú si eso te pasara?

– Difícil de decir. No puedo imaginarme viviendo con alguien por tres años, mucho menos por treinta. Tú eres la casada aquí. Como te sentirías?

Eve abrió la boca para hacer algún comentario intrascendente, y se detuvo. Estaría herida, pensó. Dolorida. Lo que fuera que él hiciera, ella sufriría por la pérdida.

En vez de responder, miró alrededor, fijándose en la puerta. -Bonito lugar, si te gustan este tipo de cosas.

– Nunca había visto nada como este patio. Es realmente mágico y debe costar un montón de trabajo mantenerlo. Se ve natural, pero está realmente bien planeado. Tiene todo plantado para el máximo efecto estacional, fragancias, colores y texturas. Estoy oliendo arvejillas. -Olió profundamente el aire. -Mi abuela siempre tenía arvejillas fuera de la ventana del dormitorio.

– Le gustan las flores, Oficial? -Shelley regresó, con tazas en la mano.

– Sí, señora. Su jardín es hermoso.

– Gracias. Es lo que hago. Diseño de paisajes. Estaba estudiando horticultura y diseño cuando conocí a Walter. Un millón de años atrás. -dijo suavemente. -No puedo dejar de pensar que él se ha ido. No puedo pensar que nunca lo voy a ver otra vez.

– Lo veía a menudo? -preguntó Eve.

– Oh, cada semana o dos. No sólo estuvimos casados mucho tiempo, sino que teníamos un gran interés en común. -Ella sirvió el café con manos que no llevaban anillos. -El a menudo me recomendaba a sus clientes, como yo a él. Las flores eran uno de los vínculos entre nosotros.

– Sin embargo se divorciaron, y él se volvió a casar.

Sí. Y sí, él fue el que quiso terminar el matrimonio. -Recogió sus piernas y levantó la taza. -Yo estaba satisfecha, y estar satisfecha era suficiente para mí. Walter necesitaba más. Necesitaba ser feliz, ser excitado e involucrado. Perdimos esa chispa esencial a lo largo del camino. Con los chicos crecidos y fuera del hogar, con el envejecer de los dos… Bueno, no pudimos revivir la chispa. Necesitaba más de lo que yo le daba. Pienso que era difícil para él, me dijo que necesitaba un cambio.

– Se debe haber sentido molesta.

– Lo estaba. Molesta, herida y desconcertada. Nadie quiere ser descartado, aunque sea gentilmente. Y él era gentil. No tenía un hueso de maldad en su cuerpo.

Sus ojos brillaron otra vez, pero parpadeó para alejar las lágrimas, y tomó un profundo sorbo de café. -Si yo hubiera insistido, si lo hubiera puesto contr el rincón nuestro matrimonio hubiera seguido, él se hubiera quedado.

– Pero no lo hizo.

– Yo lo amaba. -Ella sonrió cuando lo dijo, forzando el corazón. -Fue su culpa, mi culpa, que nuestro amor hubiera caído en algo demasiado cómodo, demasiado insulso para ser interesante a la larga? No puedo decir que no fue difícil dejarlo ir, enfrentar la vida por mis propios medios. Estuvimos casados más de la mitad de mi vida. Pero mantenerlo junto a mi por obligación? Tengo demasiado orgullo para eso, y demasiado respeto por ambos.

– Como se sintió usted cuando se casó con una mujer tan joven como su hija?

– Divertida. -El primer destello de humor apareció en el rostro de Shelly, y lo hizo bonito y malicioso. Sé que es mezquino, que es poco, pero creo que tengo derecho a un momento o dos de diversión. De que otra forma podría ser? Ella es un pedazo de pelusa tonta, y francamente, no puedo creer que hubieran durado juntos. El estaba deslumbrado con ella, y orgulloso en la forma en que lo hacen los hombres cuando pueden colgar de su brazo algo estupendamente decorativo.

– Muchas mujeres se hubieran sentido avergonzadas, enojadas.

– Sí, y tambíen tan tontas como para medirse a si mismas contra un estúpido adorno? Mi reacción fue la opuesta. De hecho, su relación con ella fue una buena forma de ayudarme a resolver lo que había sucedido entre nosotros. Si su felicidad, aún temporaria, dependía de un hermoso par de pechos y una jovencita sonriente, bueno, él no iba a conseguir eso de mi, no?

Suspiró, dejando su taza en la mesa. -Lo hizo feliz, y a su manera lo amaba. Uno no puede evitar querer a Walt.

– Eso estuve escuchando. Pero alguien no lo quería, Sra. Pettibone.

– Estuve pensando sobre eso. -Todo el humor desapareció de su cara. -Pensé y pensé. No tiene sentido, teniente. Para nada. Bambi? Dios, con ese nombre. Es tonta y despistada, pero no malvada. Se requiere maldad para asesinar, no es así?

– A veces sólo hace falta una razón.

– Si yo pensara, por un instante, que ella hizo esto, haría todo lo que pudiera para ayudarla a usted a probarlo. Para verla pagar. Pero, por Dios, es una idiota inofensiva que si lograra tener dos pensamientos a la vez seguro los escucharía chocar en esa vacía cabeza que tiene.

– No podría haberlo dicho mejor. Pensó Eve.

– Y que razón tendría para hacerlo? -demandó Shelly- Tiene todo lo que quiere. El era increíblemente generoso con ella.

– Era un hombre muy rico.

– Sí, y era de los que compartían su riqueza. El acuerdo de divorcio fue más que justo. Yo nunca hubiera tenido que trabajar de nuevo si no fuera porque amo mi trabajo. Sé porque él me lo dijo que le había regalado a Bambi un fondo sustancial cuando se casaron. Nuestros hijos fueron generosamente provistos y tienen una buena participación en el Mundo de las Flores. La herencia que nosotros, y sí, soy una de las beneficiarias, íbamos a recibir en caso de su muerte, es considerable. Pero ya era considerable lo que teníamos.

– Y que hay de los socios de negocios? Competidores?

– No sé de nadie que deseara dañar a Walt. En cuanto a los negocios, asesinarlo no sería efectivo. La compañía está bien establecida, bien organizada, con nuestros hijos ocupandose más y más de la administración. Asesinarlo no tiene sentido.

Tiene sentido para Julianna, meditó Eve. La mujer no haría nada a menos que tuviera sentido. -Ya que ustedes mantenían una buena relación, porque no acudió a su fiesta?

– Me pareció embarazoso. El me urgió a ir, aunque no demasiado. Se suponía que era una sorpresa, pero por supuesto que él lo supo semanas atrás. Estaba muy excitado. Siempre era como un niño cuando se trataba de ir a fiestas.

Eve hurgó en su bolso, sacando dos fotografías de Julianna Dunne. -Conoce a esta mujer?

Shelly las tomó, poniéndolas lado a lado. -Es muy bonita, con ambos aspectos. Pero no, nunca la había visto antes. Quien es?

– Que estaba haciendo usted la noche de la fiesta de su esposo?

Ella dió un pequeño suspiro, como sabiendo que er un golpe que tenía que enfrentar. -No tengo realmente lo que llamaría una coartada ya que estaba sola. Trabajé afuera en el jardín hasta casi la puesta de sol, y alguno de los vecinos puede haberme visto. Me quedé en casa esa noche. Amigos me habían dicho de cenar en el club, el Westchester Country Club, pero no sentí deseos de salir. Usted debe conocerlos. Jack y Anna Whitney. El es comandante de policía en la ciudad.

Eve sintió que su estómago se hundía. -Si. Conozco al comandante y su esposa.

– Anna estuvo tratando de apoyarme desde el divorcio. Ella no puede entender como puedo ser feliz sin un hombre.

– Y lo es? Si usted pensara que la relación de su marido con su actual esposa fracasaría, si sintiera que eso pasaría, él hubiera regresado con usted?

– Sí. Pensé en eso, lo consideré. Y el hecho es que no creo que él hubiera vuelto conmigo.

Una mariposa, color blanco cremoso, aleteó a través del porche y se estiro para coquetear con las flores de la maceta. Observándola, Shelly suspiró.

– Y sé que no le hubiera hecho a él lo que me hizo a mi. -agregó- Yo lo amé, teniente, y él siempre va a ser una parte vital de mi vida. Aún ahora que se ha ido. Es el hombre con el que viví, dormí, y crié hijos. Tenemos un nieto que ambos adoramos. Hay muchos recuerdos, y son preciosos. Pero no estábamos más enamorados el uno del otro. Y voy a seguir con la vida que me hice por mis propios medios. Disfruto del desafío y de la independencia. Y a pesar de que desconcierta a Anna y algunos de mis otros amigos, no estoy lista para dejar esa independencia. No sé si lo haré por siempre. Walter era un buen hombre, un hombre muy, muy bueno. Pero ya no era mi hombre.