– Un viaje de negocios fuera de la ciudad es una cortada astuta. -Peabody se echó atrás en la silla, asintiendo sensatamente. -Usted ni siquiera se imaginó que él sospechaba que su esposa andaba acostándose por ahí? Las cartas estaban ahí mismo. Las señales apuntan todas a él. Pudo haberlo cocinado por días, semanas hasta que lo desbordó. Hasta que le pagó a alguien para entrar cuando él se fuera, golpearle en la cabeza, y hundir su cuerpo en la bañera. Luego volvió a casa y jugó al esposo atormentado.
– No puedo dejar que diga eso. No puedo quedarme sentada aquí y escuchar que diga esas cosas. -Ella empujó la mesa con la suficiente fuerza para volcar el vaso de agua. -Boyd nunca la hubiera lastimado. El nunca lastimó a nedie. Es un hombre gentil. Un hombre decente.
Un hombre decente es capaz de ponerse furioso cuando encuentra que la mujer que él ama está jodiendo con otro hombre en su propia cama.
– El nunca le hubiera puesto una mano encima a Marsha, o permitido que otro lo hiciera.
– Un momento de furia cuando encontró las cartas.
– Como iba a encontrarlas si no estaban ahí?
Ella tenía los ojos salvajes y jadeaba. Peabody sintió que un frío control se apoderaba de ella.
– No, las cartas no estaban ahí, porque usted las escribió y las puso en el cajón después de asesinarla. Usted asesinó a Marsha Stibbs porque era un obstáculo para llegar a Boyd, un hombre que usted quería, y que ella no sabía apreciar como lo hacía usted. Usted quería al esposo de Marsha y su vida y su matrimonio, así que los tomó.
– No. -Maureen presionó nas manos en las mejillas, sacudió la cabeza. -No. No.
– Ella no lo merecía a él. -Peabody tenía el martillo ahora y lo usó fríamente para hacer añicos a Maureen con golpes rápidos y duros. -Pero usted si. El la necesitaba a usted, a alguien como usted para ocuparse de él como ella no lo hacía. Ella no lo amaba, no en la forma que usted lo hacía.
– Ella no lo necesitaba. No necesitaba a nadie.
– La confrontó cuando Boyd salió de la ciudad? Le dijo que no era lo bastante buena para él? Se merecía algo mejor, no? La merecía a usted.
– No. No quiero estar más aquí. Necesito ir a casa.
– Ella discutió con usted, o sólo se rió? No la tomó en serio, y tampoco lo haría Boyd hasta que ella no estuviera fuera del cuadro. El no la vería a usted hasta que ella no estuviera fuera del camino. Usted tenía que matarla y entonces podría realmente vivir. No es cierto, Maureen?
– No fue así. -Gruesas y rápidas lágrimas corrieron por sus mejillas. Unió las manos, como en una plegaria. -tiene que creerme.
– Dígame como fue. Dígame que sucedió la noche que fue al apartamento de Marsha.
– No quise hacerlo. No quise hacerlo. -Sollozando, se derrumbó en la silla, poniendo la cabeza sobre la mesa y cubriéndola con los brazos. -Fue un accidente. No quise hacerlo. Hice todo bien desde entonces. Lo hice todo por él. Yo lo amo. Siempre lo amé.
En Observación, McNab sonreía como un loco. -Lo hizo. La quebró. Cerró un caso frío. Tengo… Diablos, tengo que conseguirle flores o algo. -Empezó a salir y se volvió. -Dallas, lo hizo bien.
– Si. Eve continuaba mirando a través del vidrio, viendo la pena que veía moverse en los ojos de Peabody. -Lo hizo bien.
Para el momento en que envió a Maureen Stibbs abajo para el fichaje, Peabody estaba drenada. Sentía como si sus entrañas hubieran pasado a través de una enorme escurridora mecánica que le había exprimido todos los jugos.
Cuando regresó hacia la guarida, sus padres se levantaron desde un banco y fueron hacia ella.
– Que están haciendo aquí ustedes? Se suponía que no nos íbamos a encontrar hasta esa cena de lujo que tuvimos que posponer anoche.
– Estamos tan orgullosos de ti. -Su madre le tomó el rostro, dejando un suave y cálido beso en su frente. -Muy orgullosos de ti.
– De acuerdo… porque?
– Eve nos llamó. -Ella se inclinó, frotando su mejilla sobre la de Peabody. -Arregló para que pudiéramos verte trabajar.
– Mi entrevista? -La boca de Peabody se abrió. -La vieron?
– Era muy difícil, lo que hiciste. -Phoebe la atrajo hacia ella.
– Así es el trabajo.
– Un trabajo muy difícil. Y que eres capaz de hacer. -Ella apartó un poco a su hija para estudiar su cara. -Cuando nos vayamos mañana, va a ser fácil decir adiós sabiendolo.
– Mañana, pero…
– Ya es tiempo. Vamos a hablar más esta noche. Ahora tienes que trabajar.
Sam la atrajo hacia sí, dándole un abrazo a su hija. -Oficial Peabody. -El sonrió de oreja a oreja. -Ve a ser policía.
Con los ojos un poco empañados ella los observó caminar hacia el deslizador descendente. Luego el sentimiento cambió en divertido shock cuando McNab saltó del deslizador ascendente cargando una brazada de margaritas blancas y amarillas.
– De donde las sacaste?
– No preguntes. -Se las puso en las manos, y luego rompió su mutuo acuerdo arrastrándola a un fuerte beso en un área pública. -She-body, la rompiste.
– Casi lo arruino.
– Hey. Le pateaste el culo, hiciste el trabajo, cerraste el caso. Fin de la historia. -El estaba tan orgulloso que podía hacer estallar los botones rosa de su camisa pùrpura. -Y te veías realmente sexy haciéndolo. Estaba pensando que podríamos jugar a Entrevista esta noche. -Le guiño el ojo.
– Estabas observando?
– Creíste que me lo perdería? Era un jodido gran momento para ti, así que era un jodido gran momento para mi también.
Ella suspiró, y hundió la nariz en las flores que sin duda eran robadas. -A veces, McNab, eres realmente dulce.
– Entonces, te voy a dar una buena probada de mi después. Ahora, asume tu papel. Yo voy detrás.
Cargando las flores, entró en la guarida, y sintió nervios, placer y vergüenza cuando varios detectives le dieron sus felicitaciones. Ruborizada, entró en la oficina de Eve. -Teniente?
Eve levantó una mano para detenerla y continuó estudiando los resultados de la búsqueda de probabilidades en los centros de spa. Ella y la computadora estaban de acuerdo en que Europa era el más probable destino dado el perfil de Julianna, con Paris apenas sobresaliendo del resto del campo.
– No lo sé, no lo sé. Mayor es la ciudad, más medios hay y más policías. Porque no este lugar, como se llama, Provence, o éste otro en Italia cerca de la frontera suiza?
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– Si hubiera querido un presupuesto, lo hubiera pedido. Como se hace una reserva?
LAS RESERVACIONES POR PAQUETES DE DIAS Y/O SERVICIOS DE HOTEL DEBEN SER HECHAS DIRECTAMENTE CON LA OFICINA PARA HUESPEDES, O AGENCIAS DE VIAJES AUTORIZADAS. ES RECOMENDABLE QUE LAS SOLICITUDES DE RESERVACIONES SEAN HECHAS AL MENOS SEIS SEMANAS ANTES.
– Seis semanas. -reflexionó Eve, tamborileando sus dedos.
– Te vas a ir a un spa en París, Teniente?
– Seguro, si alguien me golpea hasta la inconsciencia, me pone cadenas, y deja mi cuerpo sin vida ahí. Pero estaba pensando que podía ser un callejón que nos lleve hasta Julianna. Una chica necesita hacer una pausa en el asesinato para relajarse, y asegurarse que su piel mantiene el aspecto fresco y juvenil.
Ella levantó la vista, haciendo gestos hacia las flores. -Entonces, llegó McNab. De donde las robó?
– No lo se. -Peabody las olisqueó sentimentalmente. -De todas formas, la intención es lo que vale. Dejaste que mis padres entraran y observaran. A ti no te gusta tener civiles observando una entrevista.
– Hice una excepción.
– Dijeron que estaban orgullosos de mi.
– Tú eres un buen policía. Porque no estarían orgullosos de ti?
– Es que significa mucho escucharlos decir eso. Quiero agradecerte por enviarme esa nota, devolviéndome a la senda. Me estaba perdiendo. Sabía que la estaba perdiendo y no podía darme cuenta donde me había salido.
– Pero volviste y lo hiciste. Como te sientes con eso?
– Bien, supongo. Me siento bien. -Pero bajó los brazos, apuntando las flores hacia el piso. -Jesús, Dallas, siento pena por ella. Su mundo entero se rompió en pedacitos. Fue un accidente. Ella está convencida de eso. Se preparó para enfrentar a Marsha, decirle lo que sentía por Boyd. Discutieron, se fueron a las manos, y Marsha cayó dura hacia atrás, se golpeó la cabeza. Se golpeó mal. Luego Maureen entró en pánico y trató de encubrirlo.