Tocó a Thomas en la mejilla.
– Mírame.
Thomas levantó la cabeza. No había ni una sola sombra en el rostro de Justin que mostrara la paliza que recibió. A no ser por los ojos, parecía muy humano. Pero en esos profundos ojos esmeralda Thomas solo podía ver a Elyon.
– Yo estaba seguro de que podía confiar de ti. Gracias -expresó Justin. Thomas no estaba seguro de haber oído bien. ¿Gracias? Bajó la cabeza, lleno de emoción. ¿Y Rachelle?
– Mírame, Thomas.
Cuando levantó la mirada vio el rostro de Justin surcado de lágrimas. Thomas empezó a llorar. No sabía que le hubiera quedado algo de llanto, pero allí, arrodillado, mirando a los llorosos ojos de Elyon, comenzó a estremecerse con sollozos prolongados y desesperados.
– Entiendes lo que has hecho y eso te está despedazando la mente. Quieres que tu esposa regrese, lo sé. Pero no es lo que estoy considerando.
– ¡Lo siento! -gritó él tontamente, pero en ese instante solo quería decir lo que fuera necesario para obtener el perdón total de Justin por sus dudas.
– Eres un príncipe para mí -expresó Justin-. Te he mostrado mi mente y mi camino, pero pronto te mostraré mi corazón.
– Pero Rachelle…
Thomas sintió que el corazón le podría explotar.
– Está en buenas manos -terminó Justin la frase-. Riendo como solía hacerlo en el lago.
Los ojos de Justin hicieron contacto con los otros, deteniéndose por un instante en cada rostro.
– El Gran Romance es para ustedes. Aunque me hubiera seguido uno solo de ustedes, los cielos no habrían podido contener mis lágrimas de gozo.
La pasión vehemente en los ojos de Justin aumentó. Corrió hacia Johan, le levantó la mano y se la besó.
– Johan…
Johan cayó de rodillas y sollozó antes de que Justin pudiera decir algo más.
– Te perdono -afirmó él y le besó la cabeza-. Ahora cabalgarás conmigo. Justin fue hasta donde el anciano Jeremiah, le levantó la mano y se la besó.
– Tú, Jeremiah, te llamé a que salieras de las hordas igual que a muchos. Pero solo tú viniste.
El viejo cayó de rodillas y comenzó a llorar.
Justin corrió hacia la madre de Lucy y le besó la mano.
– Y tú, Alisha, una vez te dije que el amor conquistaría a la muerte, pero que no parecería amor; ¿recuerdas?
Ella se puso de rodillas, bajó la cabeza y lloró.
– No, no, tú me seguiste, Alisha. ¡Todos ustedes me siguieron!
El continuó con la línea de personas, besando a cada uno en las manos. El Creador había tomado forma de hombre y les besaba las manos. Ellos apenas podían soportarlo, mucho menos entenderlo.
Justin retrocedió ante los diecisiete seguidores, todos ellos aún de rodillas. Caminó a la izquierda, luego a la derecha, como un hombre embelesado con la primera mirada a una magnífica obra que él mismo hubiera pintado.
– Maravilloso -exclamó para sí mismo-. Increíble.
El rostro se le contrajo por la emoción.
– Maravilloso, maravilloso, maravilloso -repitió mientras caminaba, con el rostro encendido de emoción.
Súbitamente desvió la mirada de ellos, cayó de rodillas, echó la cabeza hacia atrás y levantó los dos brazos al cielo.
– ¡Padre! -gritó-. Padre mío, ¡ella es hermosa!
Soltó una carcajada de gozo y sus ojos brillantes, llenos de amor, recorrieron el pequeño grupo.
– ¡Mi novia es hermosa! Cuánto he esperado por este día.
Thomas entendió al instante el significado de lo que ellos observaban. Apenas logró verlo a través de sus propias lágrimas, y no podía oír muy bien por sobre las palpitaciones de su corazón, pero supo que se trataba del Gran Romance entre Elyon y su creación. Su pueblo.
Elyon estaba restaurando el Gran Romance. Teeleh había robado su primer amor, pero ahora Justin lo reclamaba. El precio había sido su propia vida. Él se había echado encima la enfermedad y se había ahogado con ella, incitándoles a abrazar su invitación al Romance siguiéndolo dentro del lago para ahogarse con él. ¡Para que ellos vivieran como su novia!
Y Justin había llamado a su Padre. Hasta este momento, Thomas nunca había pensado en tan claras distinciones en el carácter de Elyon. Pero difícilmente podían ser más claras: de algún modo Elyon el Padre le había dado a Elyon, su hijo, una novia. Ellos eran la novia. Thomas no pudo dejar de pensar en que este mismo instante se había decidido mucho tiempo atrás.
Justin se puso de pie, corrió hacia su caballo y agarró la espada. Clavó la punta en la arena y comenzó a correr, arrastrando la espada. Trazando un gran círculo, corrió alrededor de ellos mientras observaban.
Este era el símbolo que ellos usaran una vez para significar la unión entre un hombre y una mujer. Medio círculo en la frente del hombre para un compromiso, un círculo completo para un matrimonio. Simbólicamente, él los estaba haciendo su esposa.
Justin terminó el círculo y tiró la espada en la arena.
– Ustedes son míos -declaró-. Nunca rompan el círculo que nos une. ¿Comprenden lo que les estoy pidiendo que hagan?
Ellos no podían hablar.
– Las vidas de ustedes siempre han girado en torno al Gran Romance y en los días venideros entenderán eso como nunca antes. Les encantará ser probados. Otros se les unirán. Algunos dejarán el círculo. Otros más morirán. Todos sufrirán. Las hordas los odiarán porque los shataikis les robaron el corazón a ellos y les cegaron los ojos. Pero si ustedes mantienen los ojos puestos en mí hasta el final -expuso y tragó grueso-, el lago parecerá insulso ante lo que nos espera.
– Ninguno de nosotros te dejará nunca -gritó Lucy.
Justin la miró como si fuera a llorar otra vez.
– Entonces guarda tu corazón, mi princesa. Recuerda cuánto te amo y ámame igual. Siempre.
Estaba mirando a Lucy, pero les hablaba a todos.
– No me volverán a ver por algún tiempo, pero siempre tendrán mi agua. Vayan al Bosque Sur, luego más allá hacia el borde más al sur, donde encontrarán un pequeño lago. Johan lo conoce -explicó y luego miró por sobre las cabezas de ellos hacia más allá de la selva-. Les encargo que los traigan hacia mí. Uno por uno, si deben hacerlo. Muéstrenles mi corazón. Guíenlos hacia el agua roja.
Cien preguntas inundaban la mente de Thomas. Encontró valor para hablar, aunque no para ponerse de pie.
– ¿Están rojos todos los lagos?
– Todos mis lagos están rojos. Para todo aquel que busca, esta agua representará vida, así como ustedes la hallaron al seguirme. Para los demás, los lagos serán una amenaza.
– ¿Se acabó la guerra? -preguntó Mikil.
– Mi paz es la guerra de ellos. La guerra vendrá contra ustedes, que por un tiempo hallarán seguridad en el Bosque Sur.
Él corrió hacia su caballo, sacó algo de la alforja en la silla y los miró.
– ¿Reconoces esto, Thomas?
Un viejo libro empastado en cuero. ¡Un libro de historia!
– Un libro de historia -exclamó Justin sonriendo; se lo lanzó a Thomas, que lo agarró con ambas manos-. Hay miles, no solamente los pocos que Qurong tiene en sus arcones. Este es solo uno, pero los guiará.
Thomas le palpó la cubierta gastada y pasó el dedo a lo largo del título.
Las historias escritas por el Amado
Abrió el libro. Letras unidas atravesaban la página.
– Léelo bien -pidió Justin-. Aprende de él. Ronin te ayudará a descubrir mis enseñanzas del Bosque Sur. Él te mostrará el camino.
Thomas cerró el libro.
– ¿Qué hay con el libro en blanco? -inquirió, tocándose el pequeño bulto en la cintura donde se hallaba el libro vacío-. ¿Tiene algún propósito?
– Los libros en blanco. También hay muchos de ellos. Son muy poderosos, amigo mío. Crean historia, pero solo en las historias. Aquí no tienen poder. Un día podrás entender, pero mientras tanto, guarda el que tienes… puede hacer estragos en las manos equivocadas.