Annotation
Tomando como base una antigua leyenda acerca de la rivalidad entre dos familias, Capuletos y Montescos, de la Italia medieval, William Shakespeare (1564-1616) encarnó en la tragedia de Romeo y Julieta el símbolo universal por excelencia del amor juvenil contrariado. La feroz enemistad entre estos clanes no basta, en efecto, a evitar que dos jóvenes miembros de ambos se enamoren y lleguen a casarse en secreto, unión que la oposición de sus progenitores y las pasiones ajenas tornarán funesta. La obra, que tanto fascinó a los románticos por los abundantes rasgos que anticipan y comparten la sensibilidad de su movimiento, y que ha emocionado a lectores de todos los tiempos, ha atraído en nuestra época, por su poderosa fuerza dramática, la atención de numerosos cineastas, coreógrafos y compositores, que la han hecho objeto de las más variadas versiones y adaptaciones.
Romeo y Julieta
William Shakespeare
Título originaclass="underline" The Most Excellent and Lamentable Tragedie of Romeo and Juliet.
© 1597, William Shakespeare
Versión digitaclass="underline" Ana Villalon.
PERSONAJES
ESCALA, Príncipe de Verona.
PARIS, pariente del Príncipe.
MONTESCO.
CAPULETO.
Un viejo de la familia Capuleto.
ROMEO, hijo de Montesco.
MERCUTIO, amigo de Romeo.
BENVOLIO, sobrino de Montesco.
TEOBALDO, sobrino de Capuleto.
FR. LORENZO, FR. JUAN, de la Orden de San Francisco.
BALTASAR, criado de Romeo.
SANSÓN, GREGORIO, criados de Capuleto.
PEDRO, criado del ama de Julieta.
ABRAHAM, criado de Montesco.
Un boticario.
Tres músicos.
Dos pajes de Paris.
Un Oficial.
La señora de Montesco.
La señora de Capuleto.
JULIETA, hija de Capuleto.
El ama de Julieta.
CIUDADANOS de Verona, ALGUACILES, GUARDIAS, ENMASCARADOS, etc., CORO.
La escena pasa en Verona y en Mantua
PRÓLOGO
CORO.-En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores, que trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con vuestra atención lo que falte a la tragedia.
ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
Una plaza de Verona
(SANSÓN y GREGORIO con espadas y broqueles)
SANSÓN.-A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza.
GREGORIO.-Eso sería convertirnos en bestias de carga.
SANSÓN.-Quería decirte que, si nos hostigan, debemos responder.
GREGORIO.-Sí: soltar la albarda.
SANSÓN.-Yo, si me pican, fácilmente salto.
GREGORIO.-Pero no es fácil picarte para que saltes.
SANSÓN.-Basta cualquier gozquejo de casa de los Montescos para hacerme saltar.
GREGORIO.-Quien salta, se va. El verdadero valor está en quedarse firme en su puesto. Eso que llamas saltar es huir.
SANSÓN.-Los perros de esa casa me hacen saltar primero y me paran después. Cuando topo de manos a boca con hembra o varón de casa de los Montescos, pongo pies en pared.
GREGORIO.-¡Necedad insigne! Si pones pies en pared, te caerás de espaldas.
SANSÓN.-Cierto, y es condición propia de los débiles. Los Montescos al medio de la calle, y sus mozas a la acera.
GREGORIO.-Esa discordia es de nuestros amos. Los criados no tenemos que intervenir en ella.
SANSÓN.-Lo mismo da. Seré un tirano. Acabaré primero con los hombres y luego con las mujeres.
GREGORIO.-¿Qué quieres decir?
SANSÓN.-Lo que tú quieras. Sabes que no soy rana.
GREGORIO.-No eres ni pescado ni carne. Saca tu espada, que aquí vienen dos criados de casa Montesco.
SANSÓN.-Ya está fuera la espada: entra tú en lid, y yo te defenderé.
GREGORIO.-¿Por qué huyes, volviendo las espaldas?
SANSÓN.-Por no asustarte.
GREGORIO.-¿Tu asustarme a mí?
SANSÓN.-Procedamos legalmente. Déjalos empezar a ellos.
GREGORIO.-Les haré una mueca al pasar, y veremos cómo lo toman.
SANSÓN.-Veremos si se atreven. Yo me chuparé el dedo, y buena vergüenza será la suya si lo toleran. (Abraham y Baltasar.)
ABRAHAM.-Hidalgo, ¿os estáis chupando el dedo porque nosotros pasamos?
SANSÓN.-Hidalgo, es verdad que me chupo el dedo.
ABRAHAM.-Hidalgo, ¿os chupáis el dedo porque nosotros pasamos?
SANSÓN.- (A Gregorio)¿Estamos dentro de la ley, diciendo que sí?
GREGORIO.- (A Sansón)No por cierto.