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«A pesar de todo, la cuestión persiste -pensó Maddy-, ¿lo haría?»

Capítulo 5

No resultaba fácil desechar las dudas que el vidriero había sembrado en la mente de Maddy. Tras cenar en silencio el pescado sobrante de la comida, la muchacha se tendió extenuada, pero fue incapaz de conciliar el sueño. Mientras Afortunado parecía dormir a pierna suelta, ella buscaba sin cesar una postura cómoda sobre el suelo rocoso para adormecerse, pero no lograba cesar de darle vueltas a las mismas palabras.

«Un hombre puede plantar un árbol por muchos motivos».

¿Cuáles habían sido los del Tuerto? ¿Por qué le había enseñado tantas cosas y aun así le había ocultado tantas otras? Y por encima de todo, ¿cómo podía él saber algo de un tesoro que había estado perdido desde la Guerra del Invierno?

Detrás de ella, el joven continuaba adormecido. Maddy no podía entender cómo conseguía dormir con ese calor incesante y el eco de los sonidos del Trasmundo retumbando como truenos a su alrededor, pero allí estaba, removiéndose un poco, como si estuviera soñando, acurrucado cómodamente en un hueco de la roca con su chaqueta enrollada debajo de la cabeza.

«Puede que esté acostumbrado al calor», reflexionó. Un aprendiz de vidriero debía pasar muchas horas trabajando en los hornos, abanicando y avivando los fuegos para derretir el vidrio. Además, era una persona llena de recursos, y más siendo un simple aprendiz, y ya había dispuesto de tiempo para aclimatarse a unas condiciones de vida tan poco agradables.

Fue entonces cuando la muchacha cayó en la cuenta de que aunque Afortunado sabía muchas cosas sobre ella, ella no sabía casi nada de él. ¿Qué hacía exactamente debajo de la colina? Él mismo le había hablado de las dos semanas que llevaba allí abajo, lo cual constituía una grave violación de su contrato de aprendizaje, por lo que le podrían castigar a su regreso, pero ¿por qué iba a ir hasta aquel lugar un aprendiz? Y aún más importante y por encima de todo, ¿cómo se las había ingeniado un vidriero principiante para adentrarse en el Trasmundo?

El joven dormido a pocos metros de ella era la viva imagen de la inocencia. Maddy no lograba creer que no se le hubiera pasado por la imaginación cuestionar la historia de Afortunado hasta ese instante, aunque era cierto que había mucho trabajo pendiente, y además, no había ni magia ni energía mágica en Afortunado. Lo había confirmado con Bjarkán, él no dejaba ninguna huella.

Sin embargo, todo aquello la estaba poniendo, muy nerviosa e intentó recordar qué había visto exactamente cuando Afortunado regresó de las rocas con la red de pesca echada a la espalda. Seguramente allí debería haber habido algo, razonó, al menos sus colores. Afortunado era joven, fuerte y listo; debería haber dejado una firma mágica fuerte y brillante detrás de él, y ella no había visto nada ni siquiera con la ayuda de Bjarkán. Nada. Ni un reflejo. Ni un destello. ¿Podría haberlos ocultado de algún modo?

El pensamiento era demasiado alarmante. Eso sugería…

La joven se sentó de golpe, alzó la mano y digitó Bjarkán por segunda vez, y en este momento se concentró al máximo mientras miraba a través de la runa para buscar cualquier cosa que se saliera de lo normal.

El aprendiz de vidriero seguía durmiendo con una mano apretada al costado y la otra acomodada encima de la roca. Ahora sí vio su firma mágica, que era de un exuberante violeta luminoso; brillaba de manera irregular mientras dormía.

Maddy soltó un suspiro de alivio. Todo eran nervios, eso era todo, nervios y sus propios miedos que la hacían sobresaltarse ante la menor sombra. Ya relajada, dejó que su mirada bajara…

…hasta posarse sobre la mano izquierda de Afortunado, ya que al dormitar debía de haber bajado la guardia, dejando al descubierto un trío de runas trazadas a través de la palma de su mano como finas líneas de fuego coloreado. Estaba Yr, el Protector…

…cruzado con Bjarkán y Os; se trataba de un encantamiento complejo destinado a protegerle durante el sueño.

«Demasiado intrincado para parecer tan inocente», dedujo Maddy. Únicamente los dioses sabrían quién era Afortunado en realidad o por qué le había mentido, pero una cosa quedaba clara respecto a su nuevo amigo: no era ningún aprendiz, eso desde luego.

Era una furia, como ella.

Era posible neutralizar la mayoría de las runas, ya fuera invirtiéndolas, ya fuera usando otra capaz de combatir su efecto. Maddy se devanó los sesos. Tyr podía romper las defensas de Afortunado y revelar lo que el joven mantenía oculto, aunque hasta cierto punto eso dependía de la energía mágica del supuesto vidriero. Ahora bien, ella contaba con la ventaja de la iniciativa y el hecho de que la resistencia de su acompañante estuviera en este momento en su nivel más bajo.

Puso mucho cuidado en levantarse con sigilo a fin de no despertar al durmiente y digitó en silencio la runa. Luego, la lanzó con verdadera fuerza.

El hechizo del durmiente titiló sin desvanecerse.

Maddy volvió a hacer más fuerza y, al mismo tiempo, lanzó Bjarkán. Las runas se desvanecieron y la joven se encontró mirando un rostro que ya había visto antes y que, ahora que lo veía con sus colores originales, le resultaba inesperadamente familiar.

Su aspecto no se había visto alterado en exceso. En buena parte mantenía el mismo color y constitución, aunque era ligeramente más alto, y también mayor de lo que había parecido en un principio, e incluso en el sueño había menos inocencia en sus rasgos, más astucia. También tenía unas marcas que no habían estado antes, y una runiforma en el brazo desnudo…

…Kaen, invertida. Además, ahora pudo ver que su boca estaba atravesada por cicatrices pálidas y finas, demasiado regulares para ser accidentales.

Maddy dejó caer la mano a un costado. Lo había entendido todo demasiado tarde; había recordado demasiado tarde lo que le había dicho Bolsa; y también había sido demasiado tarde para rememorar las palabras del Tuerto.

«Un… amigo de antaño -le había explicado antes de despedirse-, de hace mucho tiempo. Uno que se convirtió en un traidor en la Guerra del Invierno. Le di por muerto, y quizá lo esté, pero los de su especie tienen nueve vidas y a él siempre le sonríe la suerte».

– Afortunado -susurró Maddy, intensamente pálida.

– Está bien -repuso el falso aprendiz al tiempo que abría aquellos ojos ardientes-, pero mejor llámame… Capitán.

Capítulo 6

Se movió muy rápido, demasiado para un hombre recién salido de un sueño profundo, pero para sorpresa de Maddy, no hizo ademán alguno de atacarla, sino que dio un brinco hacia la boca de la cueva. Ese movimiento repentino le permitió evitar el rayo mental de Maddy, que se estrelló contra la pared y provocó un pequeño desprendimiento.

Ella avanzó hacia la entrada de la caverna para bloquearle la huida y volvió a alzar la mano, pero Afortunado no intentó escapar en esta ocasión. Formó la runa Kaen con un curioso y rápido giro de dedos y la lanzó, no hacia Maddy, sino hacia sí mismo y se desvaneció, o al menos eso fue lo que ella pensó, dejando sólo un rastro de fina pólvora de fuego donde había estado, un rastro que ahora se movía con gran rapidez hacia la salida de la cueva…

…pero le delataba la firma mágica de tonalidad violácea que le acompañaba. Maddy trazó Logr, el Agua, y arrojó la runa hacia el rastro de fuego, parándolo en seco. El aire se cargó de un espeso vapor de agua.

Afortunado reapareció al cabo de unos instantes, jadeante y chorreando agua.