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Dejó de hablar e intentó respirar, aunque apenas pudo hacer que el aire le entrara en los pulmones, observando su mirada aturdida, esperando una respuesta. Un músculo se movió en la mandíbula de Ethan que cerró los ojos con fuerza. Dios mío, ¿qué quería decir eso? El silenció se prolongó hasta que tuvo deseos de sacudirle. ¿Por qué no decía algo?

Por fin abrió los ojos, y el fuego que se había encendido en ellos le dio esperanzas al instante.

– Tanto tiempo como tú me quieras -murmuró él, repitiendo sus palabras-. Cassie, ¿comprendes que eso es para siempre?

El alivio casi la hizo caer de rodillas.

– Dios mío, espero que sí. Pero Ethan, he de recordarte que no tengo nada. No tengo dinero. Y soy estéril. Tú serías un padre maravilloso…

Él cortó sus palabras poniéndole un dedo en los labios.

– Una de las ventajas de no poseer un título es que no hace falta que tengas herederos.

– Sólo seríamos tú y yo.

Ethan la abrazó con fuerza y apoyó su frente en la de ella.

– Eres todo lo que he querido en la vida.

Cassandra le rodeó la cara con las manos y se inclinó hacia atrás dentro del círculo de sus brazos hasta que le miró a los ojos. La alegría la atravesó con tanta rapidez que perdió toda cautela.

– Ethan, ¿te quieres casar conmigo?

Otra vez él volvió a cerrar los ojos con fuerza, y luego la besó con tanta fuerza, con tanto ardor, con tanta pasión que le robó el aliento. Cuando Ethan levantó por fin la cabeza, ella estaba total y deliciosamente deslumbrada.

– ¿Eso es un sí? -susurró Cassandra.

Él mantuvo un brazo alrededor de ella y levantó la otra mano para echarse para atrás el revuelto cabello.

– Antes de contestarte, ¿no quieres saber que he venido a decirte?

– Si todavía deseas decírmelo.

– Oh, sí. He venido a decirte que te amo. Que siempre te he amado. Sólo a ti. Tú has tenido mi corazón en tu poder desde ese primer día en que me pediste que fuera tu amigo. Siempre he creído que nunca podría haber nada entre una condesa y yo, pero después de volver a verte, de oírte hablar de tu matrimonio, he comprendido que no podía dejarte ir sin al menos decirte que te amo. Y dejar que tú decidieras si lo poquísimo que tengo para ofrecer es suficiente. Nunca podré pagar el lujo al que estás acostumbrada, pero me aseguraré que siempre estés caliente y bien alimentada. No tengo mucho, Cassie, pero todo lo que tengo, lo pongo a tus pies.

A Cassandra le temblaron los labios y se le escapó un sonido mitad risa, mitad sollozo.

– Las tierras, el título, el lugar en la sociedad… nada de eso me ha dado la felicidad. Todo lo que quiero es tu amor, Ethan.

– Siempre lo has tenido. Y siempre lo tendrás. Durante mucho tiempo he creído que amarte era un error. Pero ahora sé que no lo era… mi error fue dejarte ir -Entrelazando las manos de los dos, puso una rodilla en el suelo-. Cassie ¿quieres casarte conmigo?

Lágrimas de pura alegría surcaron las mejillas de Cassandra cayendo sobre las manos unidas.

– Yo he preguntado primero.

Una amplia sonrisa curvó los labios de Ethan.

– Mi respuesta es sí.

– Mi respuesta es sí.

– Gracias a Dios -Él se levantó y volvió a darle otro ardoroso y apasionado beso, luego levantándola del suelo hizo que girasen sobre sí mismos hasta que ambos acabaron jadeantes y riéndose.

Después que volviera a dejarla en el suelo, Cassandra le miró y vio todo el amor con el que tanto había soñado reflejándose en la radiante expresión de los hermosos ojos oscuros.

– Entonces así es la felicidad -dijo ella sonriéndole a esos ojos

– Mi dulce Cassie, así es exactamente.

Jacquie D’Alesandro

Jacquie se crió en Long Island (Estados Unidos). Se educó en un ambiente familiar, en el que sus padres alimentaron en ella su pasión por la lectura. Su hermana también le prestaba sus libros de Nancy Drew. Más tarde, adquirió cierta predilección por las novelas de corte sentimental y aventuras.

Tras graduarse se casó con Joe, y el matrimonio que ha tenido un hijo, Christopher, alias "Júnior", con quien residen junto a su gato en Atlanta, estado de Georgia.

A principios de los 90, el matrimonio adquirió un ordenador, por lo que se animó a escribir todas las historias que pasaban por su mente, y lógicamente se decantó por el género romántico.

Logró publicar su primer libro en 1999. Escribe tanto novelas situadas en la Regencia como cuentos actuales para Harlequin. Dueña de un estilo elegante no exento de cierto toque humorístico, y con un hábil dominio de la técnica narrativa, Jacquie es una de las autoras más sobresalientes del género. También puede destacarse que en sus novelas ha abordado temas como los malos tratos a las mujeres.

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