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– Gracias -le susurró en la oscuridad-. Me has sido de gran apoyo.

– Me alegra poder ayudar -y era cierto. Ayudar era fácil. Protegerse sería lo más complicado.

Sasha estaba sentado en una cama en la sala de Urgencias esperando a que el médico le diera el alta. Tenía quemaduras leves en el costado derecho y en el brazo. Nada que no se curara en unos cuantos días.

Le dolían a rabiar, pero se lo merecía. En la ambulancia, Lani le había dicho que Geoff ya había llamado a un par de periodistas para contarles lo que había pasado. Su accidente le daría mucha publicidad al programa, y eso era genial para ambos.

Lo único negativo de todo era lo furioso que Finn estaría con él. ¡Para variar! Pero bueno, ya había sobrevivido antes a sus enfados y volvería a hacerlo. Finn era un hombre que no podía recordar lo que era ser joven y tener sueños, mientras que él tenía toda su vida por delante.

La cortina del pequeño compartimento se descorrió y allí apareció Lani.

– ¿Cómo estás?

Él le indicó que se acercara.

– ¿Están ahí fuera?

Ella asintió.

– Los dos cámaras. No deberían poder filmar en el hospital sin los permisos adecuados, pero ya conoces a Geoff. Les está diciendo que graben todo lo que puedan.

Se sentó en un lado de la cama y le sonrió.

– Esto es genial, van a sacar un montón de imágenes nuestras. Estaba pensando que, cuando volvamos, deberíamos tener una gran pelea. Pueden editarla para que parezca que tú querías hacer el Fire Poi para demostrarme algo.

– ¿Has estado hablando con Geoff?

– ¡Claro! Venga, todos queremos lo mismo: grandes audiencias. Y éste es un modo de conseguirlas. Geoff ha dicho que ya ha recibido una llamada del Inside Edition. Están hablando de hacer una exclusiva y eso sería increíble.

¿Inside Edition?

Desde hacía años, lo que más había deseado Sasha había sido salir de South Salmon sin ningún destino en mente; había tenido un ferviente deseo de estar en cualquier parte menos allí.

Después, según había ido creciendo, había empezado a darse cuenta de que necesitaba un objetivo mejor. Un lugar al que llegar, en vez de un lugar del que alejarse, y ahí se había gestado su idea de ser una estrella. Ahora quería salir en series de televisión o en películas. Quería ser alguien, que millones de personas lo admiraran. Y si el precio que tenía que pagar por ello eran unas cuantas quemaduras, ¡que así fuera!

– ¿Así que grabaremos la pelea y después saldrán esas escenas?

– Ajá -bajó la voz todavía más-. Por eso estoy pensando que debería llorar y suplicarte que sobrevivas.

Él se rio.

– ¡Claro! Y después… ¿unos besos?

Ella asintió y se levantó.

– Deja que vaya a decírselo a los chicos.

Sasha la vio marcharse. Era muy guapa, pensó, pero no existía química entre ellos. Había muchas otras mujeres a las que preferiría besar para después acostarse con ellas, pero no le importaba lo que tuviera que hacer para pasar al siguiente nivel…

Lani regresó y se quedó junto a la cama, respiró hondo y empezó a llorar.

– Sasha -dijo con la voz cargada de emoción-. Sasha, tienes que ponerte bien. Por favor, por favor, tienes que vivir. ¿Sa… Sasha? -se le rompió la voz al pronunciar su nombre.

Su talento lo impresionó y se quedó mirándola un instante mientras pensaba cómo sería si todo eso fuera verdad, si de verdad la amara y ella pensara que iba a morir.

– No te vayas -dijo él con la voz ronca, como si tuviera un extremo dolor-. Lani, te necesito.

– Estoy aquí mismo. Sabes que estoy aquí -sollozó-. No puedo creer que estés herido. ¿Necesitas algo para el dolor?

– Me han dado algo. No voy a rendirme porque te tengo aquí.

– ¿De verdad? ¿Tú también lo sientes? ¿Nuestra conexión? Creía que… -otro sollozo-. Oh, Sasha, me daba miedo decir algo y antes, cuando nos hemos peleado, he pensado que no te importaba.

– Claro que me importas. Que te pusieran como mi pareja ha sido lo más afortunado que me ha pasado en la vida.

– ¿Lo dices en serio?

– Eres mi chica.

– ¡Oh, Sasha!

Ella se tapó la boca para ocultar una carcajada y después se metió en la cama con él.

– No quiero hacerte daño.

– No podrías. Solo estar a tu lado hace que sepa que todo saldrá bien.

– Quiero besarte.

Él contuvo la risa.

– Sí, cielo. Abrazarte me hace sentir mejor.

Y comenzaron a besarse, haciendo demasiado ruido más que mostrando pasión. Sasha oyó los ganchos de metal de la cortina deslizarse por la barra cuando el cámara se asomó para grabarlos.

Mantuvo los ojos cerrados y pensó en lo que haría con la mitad de su dinero. En cómo todas las mujeres querrían estar con él y todo hombre querría ser como él. Después, echó a Lani hacia atrás y le añadió un poco de lengua al beso.

Finn vio el material en directo del programa. La mezcla de lo que pasaba en el plato y las piezas grabadas era interesante. Alguien tenía que planear todo eso, saber qué y qué no poner. Algunos de los fragmentos grabados mostraban un juego en el que las distintas parejas tenían que montar unas estanterías.

Sasha y Lani se reían más que trabajaban y no terminaron en el tiempo establecido. Stephen y Aurelia fueron los primeros. Trabajaron juntos rápidamente, compartiendo tareas y terminando con algo que verdaderamente parecía una librería.

Después del fragmento grabado sobre Sasha y el Fire Poi, a los televidentes se les pidió que votaran a su pareja favorita. Los resultados se anunciarían en un par de horas.

Cuando el programa terminó, Finn sabía que Sasha y Lani se quedarían. Por otro lado, tenía la sensación de que construir una librería no sería suficiente para atraer al público, con lo que Aurelia y Stephen corrían peligro.

Dakota se acercó a él.

– ¿Qué tal ha ido?

– Sasha y Lani van a arrasar esta semana, aunque no estoy tan seguro con Stephen y Aurelia.

– ¿Aún crees que es demasiado pronto para que quiera volver a casa?

– Estoy seguro.

– ¿Le has preguntado a Stephen lo que haría?

– Soy un chico. Y él también. No hablamos de nada.

– Ahí está parte del problema.

– Debe de ser genial tener siempre la respuesta -dijo algo furioso por la seguridad con que ella hablaba.

Dakota alzó la barbilla ligeramente.

– No soy la mala aquí. Estoy de tu lado.

– Entonces, ¿por qué siempre me dices lo que hago mal?

– Porque estás actuando como si estuvieras intentando razonar contigo mismo en lugar de con tus hermanos. No estás mirando la situación desde su punto de vista.

– Los conozco mucho mejor que tú.

– Y ésa no es la cuestión. Hacer las cosas a tu modo no les ha hecho cambiar de opinión, y a lo mejor haría falta otro punto de vista.

– Pero solo si es el tuyo, ¿verdad?

Ella exhaló exageradamente.

– Yo no he dicho eso. Me preocupo por ti y por ellos. Quiero que estés unido a tus hermanos para que tu familia se mantenga intacta. No sé por qué no puedes entenderlo. Estás tan decidido a protegerlos del mundo que no te das cuenta de que no puedes.

– Pero sí que puedo intentarlo.

– No tienen siete años. No dejas de decir que los gemelos tienen que crecer, pero tal vez eres tú el que no puede dejar atrás el pasado.

La miró.

– ¿Este consejo es gratuito o tengo que pagarte? Porque no vale una mierda.

Ella se quedó mirándolo.

– De acuerdo. Creía que querías mi opinión. Ha sido error mío. Puedo ver que solo te interesa llevar la razón.

Y con eso, se dio la vuelta y se marchó.

Finn la dejó ir. No la necesitaba. No necesitaba a nadie. Sin embargo, sabía que en realidad no era así. Si no le importara nada, podría subirse a un avión y olvidarse de sus hermanos. Si no le importara nada, no estaría preguntándose cómo poder solucionar lo que acababa de pasar con Dakota sin sumirse aún más en una relación que no tenía futuro.