Sin embargo, sólo la joven se mantenía serena. Ella tenía que haber captado el salvaje aire de Ikúo, tan diferente de lo que es normal en la vida cotidiana; así como la reacción del camarero, propia de un perro apaleado que se marcha con el rabo entre las piernas. Aún así, ella no se retrajo, ni dio la más mínima muestra de tensión.
– Los nombres de "Patrón" y "Guiador" son ciertamente extraños, y las personas que no conocen el incidente por el que ambos han pasado no quieren tener nada que ver con ellos -dijo la joven con toda calma-. Pero quienes los tratan de hecho, aun ahora salen persuadidos -por lo que se ve- de que son dos seres extraordinarios. Mi profesor indio de danza, aunque ya no baila él mismo, vino una vez a Japón con el grupo de danza cuya coreografía había él compuesto tiempo atrás, y que es ya un conjunto clásico en la India. Cuando yo estaba en el segundo ciclo de Grado Medio iba a Madras para participar en un seminario de danza; pero más tarde, al oír mi profesor que yo no estaba aquí bajo la tutela de ningún especialista en danza, sino que vivía con dos personas religiosas, se preocupó muy amablemente por mí. Pero cuando vino y nos vio a Patrón, a Guiador y a mí en el sitio donde vivimos, se quedó gratamente impresionado.
– ¿Por Patrón? -preguntó Ikúo, cuyo rubor ya se había atenuado.
– Por Patrón y Guiador. Por los dos. Dijo que en el mundo de la mitología hindú hay una pareja semejante a la de ellos.
– ¿Debido a la actuación que protagonizan Patrón y Guiador como personajes? -preguntó Kizu.
– No se trata de una correspondencia tan al detalle -le contestó ella-. Pienso si no sería más bien por su cara, su presencia física, su manera de hablar, el sentido de sus ademanes y andares. Me refiero a ambos: los dos en conjunto.
– ¿Quieres decir que tu profesor, por ser un especialista en danza, tiene la habilidad de captar ese secreto oculto, sólo con la vista?
– Creo que a eso lo podríamos llamar "la expresión corporal" -contestó la joven-. Pues efectivamente él es una persona capaz de leer hasta el interior de los demás a través de todos esos indicios. Y además, y como muestra de su respeto hacia Patrón y Guiador, mi profesor bailó gustosamente para ellos en la sala del edifico anejo, que habían mandado construir para mis prácticas. Sus acompañantes, alumnos suyos que interpretaban la música, se quedaron asombrados, asegurando que no lo habían visto bailar en años.
– Esos alumnos, ¿llevaban el acompañamiento musical? En tal caso, tal vez tuvieron la corazonada de que tu profesor podía lanzarse a bailar -apuntó Kizu.
– Incluso yo, al ver que seguían al profesor trayendo consigo sus instrumentos, pensé: "Hoy puede que baile". Pero también es posible que, como estaba acordado que se vería con Patrón y Guiador, la corazonada tal vez la tuviera él, e hizo que sus músicos vinieran preparados, ¿no?
Se les sirvieron en platitos varias clases de entremeses muy elaborados, como dulces. Ikúo se zampó un plato de un tirón, aunque haciendo gala de un modo muy natural de comer, con lo que pasó al siguiente platito sobre la marcha. La joven también era abiertamente de buen comer, como si fuera una máquina automática que repostaba su combustible.
A continuación hizo su aparición un foie-gras adobado con una salsa del color del vino tinto. El camarero había insistido, al presentar el menú, en que el foie-gras había sido importado directamente de Francia por avión. Kizu pasó su propio foie-gras al plato de Ikúo -que éste había dejado limpio enseguida-, y se sirvió unas verduras al vapor, que fue tomándose aderezadas con salsa. La joven contemplaba la escena con la boca entreabierta, su expresión habitual -al parecer-, mientras guardaba silencio.
– Tampoco yo quiero que Patrón coma cosas de éstas -dijo ella.
En este ambiente, apenas charlaron ya hasta dar cuenta del segundo plato, una carne -bistec de alce- que sin ponerse previamente de acuerdo habían coincidido, los tres en elegir de entre los platos del menú. Kizu por su parte se amoldaba a la tónica seguida por los dos jóvenes. Ikúo en este intervalo estaría sin duda barajando frases en su cabeza; porque cuando llegó el tiempo del café irrumpió de nuevo con una inesperada pregunta:
– A propósito de los apelativos "Patrón" y "Guiador", ¿es algo que viene usándose desde que la iglesia empezó a existir?
– No creo que sea eso. Cuando la iglesia era sólo un grupo religioso… se llamaban de otra manera.
– Y ahora, aunque se hayan separado de la iglesia, parece que les gusta mantenerse fieles al grupo y siguen usando esos nombres. ¿Puede decirse que el juego continúa en marcha?
La joven apartó de sus labios, que mantenía ligeramente entreabiertos, como siempre, su taza de café, y la devolvió a su platito. A continuación clavó la mirada en Ikúo. Kizu notaba que a él mismo se le superponía en la mente lo imaginado con lo recordado, ya que aquello invadía a esto último; el caso es que creía recordar, de quince años atrás, la misma mirada en los ojos de la misma joven.
– No hay ahí tal cosa como un juego en marcha. Si se define la palabra "juego" como diversión, como intercambiar por entretenimiento palabras en las que no se cree, y cosas por el estilo…, te diré que esas dos personas no han pasado estos diez penosos años aguantándolo todo por mera diversión.
"Lo de que se hayan separado de la iglesia es así, desde luego. Pero Patrón ahora está empeñado en relanzar de nuevo el movimiento religioso. Y ha sido un duro golpe que en esa fase precisamente Guiador haya caído fulminado.
"De todos modos, para suscitar un movimiento religioso, ¿no hace falta un núcleo formado por personas? Nosotros ahora nos agrupamos en torno a Patrón, el cual anteriormente dejó la iglesia una vez, y formamos de nuevo ese núcleo inicial indispensable. Con este tan reducido grupo de personas que somos, ¿crees que tenemos tiempo de entretenernos en juegos?
– En este nuevo movimiento, ¿qué tipo de magisterio o patronazgo va a desempeñar Patrón ante la humanidad? Y Guiador, ¿adonde va a guiar a la humanidad?
El mundo marcha hacia su propia ruina. En una época así, la misión que Patrón va a desempeñar es la de ser un maestro de la humanidad; y Guiador, en el supuesto de que se restablezca-claro está-, creo que tiene por delante la tarea concreta de prestar su apoyo a Patrón. Buscando cómo cumplir estos cometidos, han venido sufriendo mucho en los últimos diez años…
"Y ahora soy yo quien quiere preguntar. Se me ha preguntado qué papeles van a corresponder respectivamente a Patrón y a Guiador en el nuevo movimiento. ¿Me preguntas eso por alguna razón? ¿O es una mera diversión para no aburrirnos durante la comida?
Ikúo se ruborizó de nuevo. A pesar de ello encontró la convicción suficiente para responder:
– Yo, si el fin aún por venir del mundo no está lejos, precisamente he estado viviendo hasta ahora con el deseo de estar ahí plantando cara cuando llegue ese momento. ¿Acaso es tan raro que, siendo yo así, muestre interés en conocer qué se proponen hacer por el mundo Patrón y Guiador?
– Creo que es cierto que este chico ha vivido siempre en una actitud de plantearse el fin del mundo -terció Kizu-. Pues él es el niño que hace quince años destruyó por sí mismo una gran ciudad de plástico que él mismo había construido con tanto esmero. Habiendo destrozado aquel modelo, ¿qué de raro tiene que posea una visión del derrumbamiento de Tokio? Si a eso, después de todo, se lo quiere llamar diversión…, un juego sí que es, desde luego.
– No creo que haya sido por diversión. Cualquier acontecimiento, por pequeño que sea, una vez que tiene lugar realmente, deja su huella, y más aún en el caso de los niños -respondió la joven a Kizu; y acto seguido le puso por delante su oreja, como hecha de cera, mientras ella se enfrentaba a Ikúo:
– Dices que has venido pensando en el fin del mundo, pero ¿te has unido a algún grupo que realmente haga de ello el centro de su reflexión…? ¿… como pudiera ser alguna de las Iglesias cristianas, por ejemplo?