Dicho esto, Bailarina dio a entender con su ademán que no había nada más que decir, y acto seguido aceleró el paso, acortando así la distancia que la separaba de Patrón. Acuciados por tal gesto, Ogi e Ikúo apresuraron su marcha. Para ellos dos, así como para Bailarina, con su continuado entrenamiento en danza moderna, era asunto fácil dar alcance a Patrón. Éste se había detenido en un tramo del camino donde un montón de tierra apilada desde su margen marcaba el límite de la genuina zona residencial antigua; a partir de ahí, pasando un ancho camino pavimentado, se daba con una pendiente en descenso, y sobre un terreno aún más bajo se veía la nueva zona residencial, que Patrón ahora estaba contemplando.
Al frente se divisaba el vasto y hondo panorama de montañas con sus nevadas cimas sucediéndose; del lado de acá se alzaba aquel bosque de variados árboles que por la mañana temprano había ofrecido una vista desolada, pero que a esa luz tenue del sol presentaba una sosegada y pálida tonalidad entre amarilla y rojiza. Daba incluso la impresión de que tanto las personas como los árboles hubieran culminado su fase preparatoria ante la llegada de las inminentes nevadas, cuando la nieve al acumularse unificaría aquel frente lejano de montañas para convertirlo en una franja continuada de blancura.
En éstas, los tres jóvenes dieron alcance a Patrón. Bailarina le dirigió una voz que lo hizo volverse con amabilidad hacia ella, alterando así las huellas que sobre la tierra habían hecho sus magníficas botas de cuero. Bailarina, toda solícita, lo ayudó a sentarse en la silla de ruedas. A su espalda tenían el viejo camino en bajada, encontrándose ya ellos al cabo del mismo. Vertiente arriba subía el viento soplando, trayéndoles un frío que hacía presagiar la masa de aire gélido a punto de llegarles desde las nevadas montañas. Ese lugar que pisaban parecía ser el adecuado, dada la estación, para poner fin al paseo; de modo que entendieron que les había llegado el momento de regresar, empujando la silla de ruedas, con Patrón sentado, pendiente arriba. Bailarina, siempre tan solícita que no escatimaba esfuerzos por atender a Patrón, era la mejor compañía que éste podía desear.
A las seis ya había oscurecido del todo. Aunque Patrón había dormido durante horas del día y había cenado en la cama, Bailarina lo instó a que siguiera acostado por el momento. La charla que mantendrían todos quedaba, pues, para después de las siete. Los jóvenes encendieron la chimenea y dispusieron ante ella una butaca para Patrón, en tanto que, para sentarse ellos a escucharle, extendieron sobre el suelo una estera con una manta eléctrica debajo. Les pareció más oportuno no situarse ellos frente a Patrón, sino que éste pudiera ver el fuego mientras hablaba, y que ellos igualmente pudieran mirar la leña ardiendo en tanto prestaban atención a sus palabras. Había madera procedente de los pinos, abedules y cerezos silvestres que el tifón había derribado; algunos de esos troncos habían sido cortados como grandes leños de hasta dos metros de largo, y luego apilados. Ikúo fue cortándolos con una sierra para que pudieran caber los trozos en la chimenea; pero al no encontrar un hacha, la leña conservaba la anchura y redondez de los troncos.
– Por lo visto Guiador ha aconsejado a Ikúo que procure consultarme sus cosas directamente -empezó diciendo Patrón-, y además me llamó luego por teléfono desde el anexo para ponerme al tanto de ello. El hecho de que no haya venido al edificio de la oficina para hablarme directamente del tema, lo interpreto como una señal de que él se está guardando de algo. También el profesor Kizu me ha comunicado por carta lo que hay en el tras-fondo de las cuestiones de Ikúo. Se ve que tus motivos para acercarte a Guiador y a mí, Ikúo, se arraigan en un deseo que tenías desde tu infancia y que te ha condicionado para todo. Según me dice el profesor Kizu, él ha venido advirtiendo que eres un joven que oculta algo muy especial dentro. Si con ocasión de hablar conmigo todo eso aflorara a la superficie, me dice él en su carta que está dispuesto a ayudar para llevar ese proceso a su culmen.
"Tengo entendido, pues, que tú, Ikúo, eres una persona muy especial para el profesor Kizu. Pero también hay que considerar lo que Bailarina viene diciendo de que mis respuestas no son sólo para ti, sino que también encierran un mensaje para ella misma y para Ogi; en resumidas cuentas, que están directamente relacionadas con nuestro movimiento tal como se plantea a partir de ahora. No obstante, en el caso de Guiador surge otro tema problemático. Guiador está por ti, Ikúo, con todas esas difíciles preguntas que llevas contigo, y es por eso por lo que se sitúa a tu lado para aconsejarte. Pues bien, seguro que hay algo más que eso; al menos desde el punto de vista de alguien que lo conoce tan bien como yo.
"Dicho de otro modo: que Guiador, por medio de ti, Ikúo, me estaría haciendo la siguiente propuesta, ¿no es cierto?: "Desde hace tiempo Dios ha dirigido su llamada a este joven. Procura actuar como mediador a favor de dicho joven para que esa llamada de Dios sea una realidad viva ahora." De esta manera me está él lanzando un reto. Y a una con eso, me propone que aquella importante misión que no pudimos cumplir bien entonces la reemprendamos de nuevo. Sobre cómo acometer la empresa, todo lo deja en mis manos. Según me dice el profesor Kizu en su carta, ese Dios que se te aparecía, Ikúo, te dirigía esta llamada: "Hazlo." Y entonces tú, concentrando todas tus energías, te ponías a la escucha, esperando la siguiente voz de Dios que te dijera "qué" debías hacer. ¡Y aún eras un niño! Sin embargo, esa espera fue en vano.
"Todo esto guarda semejanza con lo que ocurrió antes del Salto Mortal, cuando Guiador creó la facción radical, y luego quiso que yo hiciera de mediador entre ésta y Dios. Hacia el tiempo en que nuestro grupo religioso se consolidaba sobre su base, y entraba en su período de desarrollo, Guiador reunió un grupo de jóvenes selectos, y les procuró un lugar adecuado para que libremente pudieran investigar. Es decir, que estaba formando con ellos su guardia de corps. Y ahora, ¿no tiene esto todo el aspecto de que Guiador, en el lugar que ocupaba aquella secta de jóvenes, pretende ponerte a ti, Ikúo, para formarte como un creyente de lo más sólido? ¿Y no querrá así enmendar el efecto de aquella remodelación que tuvo lugar a raíz del Salto Mortal? De ser así, ¿qué diferencia fundamental piensa él que hay entre entonces y ahora, entre la facción radical de Izu por una parte, e Ikúo por otra? Eso me gustaría saber.
"Antes, las conversaciones más sustanciales que yo mantenía con él se realizaban al tratar yo de hacerle captar las visiones por las que había pasado en mis grandes trances. Ahora, cuando al cabo de diez años estaba yo para entrar en un gran trance, he tenido que regresar sin que se cumpliera. Ciertamente, Guiador no deja de decirme que eso es un estadio preliminar para grandes trances en un futuro próximo…
"Yo mismo, aunque no sepa todavía qué forma tomará el nuevo movimiento, de todos modos me he puesto en marcha hacia él. Para cooperar con eso me es necesaria la ayuda de Guiador, por supuesto, pero también la de vosotros, los jóvenes. Precisamente esta preocupación mía es la que me ha movido a reuniros aquí, para responder a la solicitud de Ikúo, en compañía de Bailarina y Ogi. Quisiera empezár-por contaros, jóvenes, qué planes hicimos Guiador y yo en aquellos tiempos, y cómo se produjo nuestro Salto Mortal. También, qué predicación solía yo dar a los fieles hasta que, a raíz del Salto Mortal, abandonamos ambos el movimiento. Por decirlo brevemente, mi deseo era llenar el mundo de personas arrepentidas; y eso, como único medio viable para hacer que la vida se restablezca sobre nuestro planeta. Y por medio de las visiones recibidas en mis grandes trances, he tenido acceso a las tácticas adecuadas para ello. La facción que Guiador formara estableció el plan estratégico, mediante el cual se podía atraer a la gente hacia nuestro movimiento; hasta que cualquiera se viese forzado a reconocer que allí mismo estaba ese final al que la humanidad se iba ya a precipitar. También yo a mi vez encaminaba al grupo religioso en esa dirección. Ésa era la verdad. Las personas con visión del fin del mundo y del fin de los tiempos atraen de hecho una crisis para un futuro cercano, que es como una ocasión productiva de arrepentimiento. Tales personas existen, como yo decía en mis sermones. De ahí se alzó, destacándose sin más, la facción creada por Guiador. Su objetivo era ocasionar una crisis que obligaría inmediatamente a todo el mundo al arrepentimiento. Ellos se propusieron tener preparados tanto los métodos conducentes a ello, como el comando ejecutivo para llevarlo a la práctica.