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"Hablando así de mis cosas, seguramente parecerá que me sobreestimo, ¿eh? No obstante, Guiador, en su proceder conmigo, no me investía de especiales privilegios. Él me eligió como "Salvador" debido a las circunstancias (por aquellas fechas los sobrenombres de Patrón y Guiador aún no los usábamos) pero puede decirse que cualquiera hubiese sido bueno para esa misión. Como te decía, en cualquier tipo de personas existen de hecho unos fundamentales elementos básicos, esas partículas de ondas-luz que emanan del Ser Uno, el Único -diríamos-: el que existe desde siempre y siempre existirá, el que comprende en su unicidad todo el universo. Sólo que, según sean los individuos, hay diferencias entre lo que unos y otros albergan en su interior, en cuanto a la claridad de esas partículas de luz, y en cuanto a la energía de esas ondas. En tu caso, tanto esa claridad como esa energía son excepcionales, y Guiador encontraba ahí la mejor garantía sobre tu persona.

"Por aquel entonces, todavía él se encontraba trabajando como profesor de matemáticas y ciencias, en horario nocturno, en un Instituto de Grado Superior; y los estudiantes que se reunían en aquella triste aula, todos mostraban -dentro de su variedad- esas partículas de ondas-luz, según me dijo él. Y en cuanto a la existencia de las partículas de ondas-luz, Guiador me ha contado que la idea le vino de los libros de texto elementales que él solía utilizar en sus clases.

"Nosotros estamos persuadidos de que somos, todos y cada uno, portadores de genes hereditarios en el ADN. Pero desde que nació la humanidad como gran cuerpo viviente, toda la gente, y ahora cada individuo de entre nosotros, es un receptáculo de genes, y es igualmente un vehículo que los transporta. Cada individuo tiene la razón de su existencia en ser portador y transmisor de esos genes hereditarios. Hoy día la mayoría de los investigadores piensa así.

"Para mayor abundamiento, Guiador me ayudó a entender la doctrina fundamental. Él mundo ha nacido por una emanación de luz del Ser Único. Nosotros atesoramos cada uno esas partículas de ondas-luz en el interior de nuestro cuerpo, de nuestro espíritu. Y eso que es posesión nuestra, en un abrir y cerrar de ojos ha de volver al Ser Único. Éso es todo.

"Cada uno de nosotros tiende a pensarse como sujeto protagonista de su vida, pero en realidad no pasa de ser un receptáculo transmisor de ondas-luz emanadas del Ser Único. Todos y cada uno somos receptáculos móviles de esa luz emanada, hasta que toda ella regrese al Ser Único y, más aún, se convierta en el Ser Único. Éste flujo de ida y vuelta se configura de manera distinta de lo que nos resulta más familiar, como la dominante en los acontecimientos temporales que forman nuestra historia. Pero ambas maneras de configurarse se realizan de modo instantáneo, y eterno al mismo tiempo. Continuamente están ocurriendo.

"Esto es lo que me explicó Guiador. En verdad no se puede decir que yo lo entienda bien… Cuando esas partículas de ondas-luz retornen al Ser Único, cada una de ellas se despojará del cuerpo que habitaba; y, es más, se separará también del correspondiente espíritu. Pero eso no implica que nuestra individualidad personal sea desechada como un receptáculo que ha quedado vacío. Él alma individual de cada uno se convertirá a su vez en ondas-luz y regresará al Ser Único. Así me lo explicó Guiador. Aunque no lo entiendo del todo, es un pensamiento que me gusta.

"Pero bueno; yo no he tenido ocasión de rezar en una iglesia cristiana, y mucho menos en una mezquita. Tampoco he practicado la oración en un templo budista, por cierto. El conocimiento que tengo de estas cosas es posible que no pase de ser el superficialmente adquirido a través del cine, la televisión, las novelas… Pero los fieles rezan diciendo "Hágase tu voluntad", ¿no es verdad? En el Corán hay una escena en que Abraham e Isaac unen sus corazones para orar juntos; y se puede encontrar algo semejante en el relato budista El niño de la montaña nevada. "Hágase tu voluntad" es lo más básico y universal de toda oración.

"En nuestra iglesia, también las palabras "Hágase tu voluntad" constituyen el fundamento de todo. Y no es que yo tome la idea de Dios en un sentido antropomórfico, sino como una luz que todo lo penetra: este mundo, el espacio…, todo cuanto hay, desde los cuerpos completos hasta las partículas. Antes he hablado de las ondas-luz que están en mí, y que son unas de entre tantas incontables partículas; esa luz, como el salmón que remonta un río, se une a otros innumerables elementos luminosos para marchar juntos contracorriente, formando una gran muchedumbre, para así volver al Ser Único. Los fieles suelen imaginarse a ese Ser Uno de una manera an-tropomórfica como "el Único", Principio y Fin de todo. Si así nos gusta, lo podemos llamar "Dios".

"Ese Ser es el que hace tiempo te hizo oír su voz, Ikúo; y ahora vienes a decirme que nos orientemos hacia quien está tras esa voz, y que yo actúe de nuevo como mediador, a favor tuyo. Parece ser que hubo un tiempo en que ese Ser Único se solapaba en tu mente con el Dios del Antiguo Testamento; y si me pides que sea tu mediador ante ese Dios, no veo obstáculo en ello. Lo que la voluntad del Ser Único manifiesta a través de mi mediación, al aparecérseme, va dirigido a mí; pero te bastará, Ikúo, con pulsar una tecla conmutadora para convertirlo en la voz de Dios que has venido escuchando desde tu adolescencia. La razón por la que mi Dios y el Dios que te ha hablado son una y la misma realidad, y se puede pasar de una voz a otra, estriba en que ese Dios es el Único, Principio y Fin, y Él penetra con su presencia cuanto existe en el mundo, desde los espacios cósmicos hasta la más pequeña partícula. Pues no puede existir otro Dios.

"Tú jamás olvidas, Ikúo, la voz de Dios que oíste en tu adolescencia. Desde entonces has venido pasando toda tu juventud muy pendiente del día en que esa voz se te haga oír de nuevo. Así las cosas, cuando Guiador te instó a que me pidieras ser tu mediador, tú dudabas si hacerlo o no, según él me dijo. Y tu duda era si, siendo tú nada más que un individuo particular, te sería o no lícito interferirte, pulsando una tecla, en el orden establecido para todo el mundo, el espacio interestelar, y todas las partículas infinitesimales…, en su proceso cósmico del "hágase tu voluntad". Así que Guiador se conmovía, y hablaba de "este muchacho, tan pobre de espíritu…"

"Con respecto a esto, creo que Guiador estaba convencido de la oportunidad de aconsejarte como lo hacía. No hace mucho, él se encontró las siguientes palabras en un libro del siglo XVI escrito por un místico sufí, y le han servido para reafirmar su convicción:

"Todas la cosas creadas, que vienen de Dios, en el proceso de su remodelación hacia su verdadero ser, no están necesitadas simplemente de la fuerza auxiliadora de Dios, sino que dependen también de la fuerza auxiliadora que brota de la actividad religiosa de las criaturas."

"Así decía el libro. Y añadía: "Por eso, la persona que hace oración tiene una enorme fuerza, en este sentido, para influir en el mundo espiritual; y al mismo tiempo tiene una gran responsabilidad en cuanto al cumplimiento efectivo de esta vocación mesiánica." Aquí termina la cita.

"Creo que Guiador quería establecer esta idea como la base de nuestro nuevo movimiento. Según eso, empezó por animarte a ti, Ikúo. ¡Y así estarías de abatido -naturalmente- cuando Guiador se desplomó con el infarto cerebral! Pero ahora que el profesor Kizu le ha tomado el relevo en la misión de ser el nuevo Guiador, esto debe de haber sido para ti como resucitar. ¡E incluso yo he sentido lo mismo cuando he visto esta pintura!

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