– ?D?nde est? ahora?
– Volvi? a irse enseguida. S?lo vino por su maleta.
– ?Por su maleta? -Binet estaba a punto de sufrir un ataque de apoplej?a-. ?Cu?nto tiempo hace de eso?
La posadera mir? el reloj que estaba encima de la chimenea.
– Har? una media hora. Poco antes de que pasara la diligencia de Rennes.
– ?La diligencia de Rennes! -el se?or Binet apenas pod?a hablar-. ?Pod?a… pod?a caminar? -pregunt? con ansiedad.
– ?Caminar? Cuando sali? de aqu? corr?a como una liebre, cosa que me pareci? un poco rara, pues ayer cojeaba mucho. ?Sucede algo?
El se?or Binet se derrumb? en una silla. Ocult? el rostro entre las manos y empez? a llorar.
– El muy granuja ha estado actuando todo el tiempo -exclam? Clim?ne-. Su ca?da fue un treta. ?Todo lo plane? para robarnos!
– ?Quince luises, por lo menos, tal vez diecis?is! ?Oh, maldito traidor! ?Robarme a m?, que he sido como un padre para ?l!… ?Y, sobre todo, robarme en este momento!
Del atribulado y silencioso grupo de miembros de la compa??a, todos pensando que sus salarios se ver?an reducidos, brot? una carcajada.
El se?or Binet mir? al grupo con los ojos inyectados en sangre.
– ?Qui?n se r?e? -rugi?-. ?Qui?n tiene el atrevimiento de re?rse de mi desgracia?
Andr?-Louis, a?n aureolado por el reciente ?xito de su Scaramouche, dio un paso al frente sin dejar de re?r:
– ?Eres t?? No te reir?as tanto si se me ocurriera resarcirme de esta p?rdida como yo s?.
– ?Imb?cil! -dijo Scaramouche con desd?n-. ?Elefante con cerebro de mosquito! ?Qu? importa que Cordemais se haya ido con quince luises, si nos ha dejado algo que vale veinte veces m?s?
El se?or Binet le mir? sin comprender.
– Creo que has bebido m?s de la cuenta.
– S?, he bebido en la fuente de Tal?a. ?Es que no te das cuenta? ?No ves el tesoro que Cordemais nos ha dejado tras de s??
– ?Qu? rayos nos ha dejado?
– Una idea genial para un nuevo argumento. Lo veo todo clar?simo. La nueva comedia se titular? Las picard?as de Scaramouche, y si el p?blico de Maure y de Pipriac no se desternilla de la risa, ser? yo quien en el futuro haga el papel del lerdo Pantalone.
Polichinela se dio una palmada en la frente.
– ?Genial! -exclam?-. ?Sacar fortuna del infortunio, convertir la p?rdida en ganancia, a eso le llamo yo aut?ntico talento!
Scaramouche inclin? la cabeza cort?smente.
– Polichinela -dijo-, te llevo en el alma. Me gusta la gente que sabe reconocer mis m?ritos. Si Pantalone tuviera la mitad de tu inteligencia, beber?amos Borgo?a esta noche, a pesar de la fuga de Cordemais.
– ?Borgo?a? -bram? el se?or Binet. Pero antes de que pudiera continuar, Arlequ?n dio un par de palmadas:
– ?Eso es tener valor, se?or Binet! ?Ha o?do, posadera? El se?or Binet ha pedido vino de Borgo?a para todos.
– Yo no he pedido nada.
– Pero la posadera s? lo ha o?do.
– Todos lo hemos o?do -dijeron a coro los dem?s mientras Scaramouche sonre?a d?ndole palmaditas en la espalda al desconsolado Pantalone.
– Vamos, hombre, ?nimo. ?No dec?as que la fortuna nos abr?a sus puertas? Venga, hagamos un brindis por el ?xito de Las picard?as de Scaramouche.
Y el se?or Binet, aunque a rega?adientes, recuper? un poco el ?nimo y empez? a beber como los dem?s.
CAP?TULO VI Clim?ne
Las m?s exhaustivas investigaciones llevadas a cabo entre los muchos argumentos para los actores que improvisaban en la ?poca, no han podido sacar a la luz el original de Las picard?as de Scaramouche que, seg?n se afirma, consolid? la fortuna de la Com pa??a Binet. La comedia se estren? en el pueblo de Maure, una semana despu?s de los sucesos antes narrados. La represent? Andr?-Louis, quien ahora era conocido, tanto por la compa??a como por el p?blico, con el nombre de su personaje: Scaramouche. Si en el F?garo Scaramouche se hab?a lucido, en la nueva obra, cuyo argumento era superior, hizo un derroche de destreza histri?nica.
Despu?s de Maure, dieron cuatro funciones en Pipriac: dos de cada una de las farsas que ahora formaban lo m?s selecto del repertorio de Binet. En ambas Scaramouche despleg? toda habilidad. Tan bien marchaba todo, que Andr?-Louis le sugiri? a Binet la idea de ir -despu?s de las representaciones de la semana pr?xima en Fougeray- a probar fortuna en el Teatro Real de la importante ciudad de R?don. En un principio, esa perspectiva asust? a Binet, pero tras pensarlo mejor, y halagado en su ambici?n por Andr?-Louis, cedi? a la tentaci?n.
Andr?-Louis cre?a haber encontrado su verdadera vocaci?n, y no s?lo empez? a cogerle el gusto, sino que lleg? a pensar que en su doble carrera de actor y autor podr?a llegar a ser miembro de la Comedia Francesa, donde tendr?a m?s posibilidades de desarrollar su nuevo oficio. De bosquejar argumentos para los actores que improvisaban en la escena, podr?a llegar a escribir di?logos, verdaderas obras dram?ticas, en el sentido exacto de la palabra, magn?ficas e inolvidables comedias al estilo de Chenier, Eglantine y Beaumarchais.
Estos sue?os revelaban la afici?n que el sedicioso de Rennes sent?a ahora por aquella profesi?n en la que la madre Azar y el se?or Binet le hab?an iniciado. Su talento como autor y como actor era indudable. Y no hab?a que descartar que pudiera conquistar un puesto preeminente entre los dramaturgos franceses, realizando as? su sue?o. Pero a pesar de estas ilusiones, Andr?-Louis no descuidaba el lado pr?ctico de las cosas.
– ?Te has dado cuenta -le dijo un d?a a Binet- de que tu fortuna est? en mis manos?
Ambos estaban sentados frente a frente, en la sala de la posada de Pipriac, bebiendo una botella de Volnay. Acababa de terminar la cuarta y ?ltima representaci?n de Las picard?as de Scaramouche en aquel pueblo, donde el negocio hab?a sido tan bueno como en Maure y en Guichen, cosa que el lector sin duda habr? deducido ya por el detalle de que estuvieran bebiendo un excelente vino de Volnay.
– Me dar? cuenta, mi querido Scaramouche, cuando sepa lo que te traes entre manos.
– Considero que los incentivos que recibo son insuficientes. Por quince libras al mes ning?n hombre vende dones tan excepcionales como los m?os.
– Hay una alternativa -dijo Binet siniestramente.
– No la hay. No seas tonto, Binet.
Binet se irgui? como si le hubieran pinchado. Ning?n miembro de su compa??a se atrev?a a enfrentarse con ?l tan directamente.
– De todos modos, puedes apelar a esa alternativa si quieres -prosigui? Scaramouche con indiferencia- Sal y notif?cale a la polic?a que puede echarle el guante a un tal Andr?-Louis Moreau. Pero eso ser? el fin de tu sue?o de ir a R?don y de actuar por primera vez en tu vida, en un verdadero teatro. Sin m? no podr?s hacerlo, y yo no voy a R?don ni a ninguna otra parte m?s, ni siquiera a Fougeray, hasta que hagamos un contrato m?s justo.
– ?Diablos! -se lament? Binet-. ?Crees que tengo alma de usurero? Cu?ndo hicimos nuestro anterior contrato yo no ten?a idea de que fueras tan valioso, ?c?mo pod?a tenerla? Pero basta que me lo recuerdes, querido Scaramouche. Soy un hombre justo. A partir de hoy te dar? treinta libras al mes. Te doblo el sueldo en el acto. Como ves, soy un hombre generoso.
– Pero no ambicioso. Ahora esc?chame un momento.
Y procedi? a exponer un plan que dej? mudo de terror a Binet.
– Despu?s de R?don, iremos a Nantes -dijo-, a Nantes y al Teatro Feydau.
El se?or Binet iba a coger una copa y el brazo se le paraliz? en el aire. El Teatro Feydau era una especie de Comedia Francesa a escala provincial, y el gran Fleury hab?a actuado all? ante uno de los p?blicos m?s exigentes y cr?ticos de Francia. S?lo la idea de ir a R?don le parec?a al gordo Pantalone una temeridad. Y el teatro de R?don era un gui?ol comparado con el de Nantes. Y a pesar de todo, aquel atrevido muchacho a quien ?l hab?a recogido por casualidad tres semanas atr?s y que, de abogado de provincia, hab?a pasado a convertirse en autor y actor, se atrev?a a hablar de Nantes y del Teatro Feydau sin mudar de color.
– Pero ?por qu? no me propones ir a Par?s y a la Comedia Francesa? -dijo Binet ir?nicamente, cuando al fin pudo recobrar el aliento.
– A su debido tiempo -respondi? Scaramouche con desenfado.
– ?Eh? T? est?s borracho, amigo m?o.
Pero Andr?-Louis detall? el plan que ten?a en mente. Fougeray ser?a una especie de ensayo general para saltar a R?don, y a su vez, R?don ser?a lo mismo para luego lanzarse a Nantes. Permanecer?an en R?don mientras el p?blico pagara por ir a verlos, trabajando con ah?nco para perfeccionarse y pulir hasta los m?s m?nimos detalles. A?adir?an a su elenco tres o cuatro actores talentosos. ?l escribir?a tres o cuatro nuevos argumentos, que ser?an ensayados y mejorados, hasta que la compa??a contara con un repertorio de por lo menos media docena de obras de indiscutible calidad. Una parte de los beneficios se destinar?a a comprar mejores decorados y vestuario, y finalmente, si todo sal?a bien, en un par de meses la Compa??a Binet estar?a preparada para probar fortuna en la ciudad de Nantes. Ciertamente a las compa??as que iban al Teatro Feydau sol?a exig?rseles cierto prestigio. Pero, por otra parte, desde hac?a muchas generaciones en Nantes no se hab?a visto una compa??a que hiciera teatro improvisado. Eso ser?a una gran novedad. Y Scaramouche se compromet?a, si todo quedaba en sus manos, a resucitar la Comedia del Arte con todas sus viejas glorias que exceder?an las expectativas del p?blico de Nantes.
– Despu?s de Nantes, hablaremos de Par?s -concluy?-. Del mismo modo que decidiremos lo de Nantes a partir de lo que pase en R?don.
El poder de persuasi?n de Andr?-Louis, que hab?a sido capaz de arrastrar a las multitudes, acab? arrastrando tambi?n al se?or Binet. La perspectiva que Scaramouche le presentaba, aunque audaz, era tambi?n tentadora, y como Scaramouche ten?a respuestas para todos sus reparos, Binet acab? prometiendo que pensar?a en el asunto.
– Redon nos marcar? el rumbo -dijo Andr?-Louis-, y no tengo la menor duda acerca de cu?l ser? ese rumbo.
As?, la gran aventura de R?don acab? por parecer insignificante, al ser considerada como un ensayo general para haza?as art?sticas de mayor envergadura. En su moment?nea exaltaci?n, Binet pidi? otra botella de Volnay. Scaramouche esper? a que la descorcharan para proseguir:
– La cosa parece posible -dijo con indiferencia y mirando el vaso al trasluz-, mientras yo est? a tu lado.