– Pero ?adonde ir?s? ?A qu? te dedicar?s?
– Oh, har? cualquier cosa. Piensa que en s?lo cuatro a?os he sido abogado, pol?tico, espadach?n y buf?n, especialmente esto ?ltimo. Siempre habr? un lugar en el mundo para Scaramouche. Adem?s, ?no sabes que, a diferencia de Scaramouche, en esto he sido previsor? Soy propietario de una peque?a hacienda en Sajonia. Creo que la agricultura me vendr? bien.
Es una ocupaci?n contemplativa, y digan lo que digan, yo no soy un hombre de acci?n. No tengo las cualidades para serlo.
Ella le contempl? con sus risue?os ojos azules.
– ?Es que hay algo para lo que no tengas cualidades? Me asombrar?a.
– ?Realmente piensas eso? Sin embargo, no puedes decir que haya tenido ?xito en ninguno de los papeles que he interpretado. Porque al final siempre tengo que huir. Ahora huyo de la pr?spera academia de esgrima, que llegar? a ser propiedad de Le Due. Eso me pasa por haberme metido en pol?tica, cosa de la cual tambi?n huyo ahora. Realmente en lo que siempre me he destacado es en el arte de la fuga. Y ?se es tambi?n un atributo de Scaramouche.
– ?Por qu? siempre tienes que burlarte de ti mismo? -pregunt? ella.
– Supongo que porque formo parte de un mundo que est? loco. ?C?mo quieres que me tome en serio a m? mismo? Acabar?a por perder la lucidez, sobre todo desde que he descubierto qui?nes son mis padres.
– ?No hables as?, Andr?! -suplic? Aline-. No eres sincero.
– Claro que no lo soy. ?C?mo se puede esperar sinceridad de los hombres si la hipocres?a es la verdadera clave de la naturaleza humana? En ella nos cr?an, en ella nos educan, en ella vivimos, aunque rara vez nos demos cuenta. La hemos visto predominar en Francia durante los cuatro ?ltimos a?os: hipocres?a en labios de los revolucionarios, hipocres?a en boca de los defensores del antiguo r?gimen; todo esto no ha sido m?s que un turbulento r?o de hipocres?a cuyo resultado es este caos. Y yo, que todo lo critico en esta ma?ana de sol que es un regalo de Dios, soy el m?s redomado y despreciable de todos los hip?critas. Esta certidumbre es lo que me ha tenido en vela toda la noche. Durante dos a?os he perseguido por todos los medios a mi alcance… al se?or de La Tour d'Azyr… -hab?a hecho una pausa antes de pronunciar aquel nombre, como si ahora no supiera c?mo deb?a llamarle-… y durante estos dos a?os me he enga?ado acerca del motivo que me impulsaba. ?l hablaba de m? anoche llam?ndome la pesadilla de su vida, e incluso reconoci? que era justo que as? fuera. Tal vez tuviera raz?n, pues es probable que, de no haber muerto Philippe de Vilmorin, todo hubiera sido igual. Hoy s? que hubiera sido as?. Y por eso digo que soy un hip?crita, un pobre hip?crita que se enga?a a s? mismo.
– Pero ?por qu?, Andr??
?l se detuvo para contemplarla:
– Porque todo lo hac?a por ti, Aline. Porque t? eras la ?nica causa que me hac?a luchar contra ?l, intransigentemente. Porque s?lo pensaba en derribarle a tiempo para impedir que fueras v?ctima de tu propia ambici?n. No me gustar?a tener que hablar de ?l m?s de lo necesario. A partir de este momento espero no tener que volver a mencionarlo. Antes de que nuestras vidas se cruzaran, ya le conoc?a por los rumores que corr?an por el campo. Ya entonces me resultaba detestable. Ya le o?ste anoche aludir a esa infeliz se?orita, la Binet. Ha br?s o?do que para justificar su falta, sac? a relucir su estilo de vida, su formaci?n. Supongo que ?sa es su explicaci?n. Es el tipo de hombre que corresponde a su clase. ?Y con eso ya est? dicho todo! Pero para m? era la encarnaci?n del mal, del mismo modo que t? has sido siempre la personificaci?n del bien. ?l representaba al pecado, y t? la pureza. Yo te hab?a colocado en un trono muy alto, Aline. ?Pod?a soportar que la ambici?n te hiciera descender de ese altar, que el mal que yo detestaba se uniera a la bondad que yo tanto amaba? ?Qu? pod?as encontrar en ?l, como te dije aquel d?a en Gavrillac, sino la condenaci?n? Por eso mi odio hacia ?l se convirti? en un asunto personal. Resolv? salvarte a toda costa de un destino tan horrible. Si me hubieses dicho sinceramente que le amabas, todo hubiera sido distinto. En ese caso, yo hubiera podido confiar en que una uni?n santificada por el amor le hubiera podido elevar hasta tu pureza. Pero que t?, por otras consideraciones, y sin amor, te unieras a ?l… ?Oh, eso era una infamia y me entristec?a! Por eso luch? contra ?l, como lucha un rat?n contra un le?n, implacablemente, hasta que vi c?mo el amor sustitu?a a la ambici?n en tu coraz?n.
– ?Hasta que viste c?mo el amor sustitu?a a la ambici?n en mi coraz?n! -las l?grimas empa?aban los ojos de Aline. El asombro era m?s fuerte que su emoci?n-. ?Cu?ndo notaste eso? ?Cu?ndo?
– Ahora s? que estaba equivocado. Sin embargo, una vez… aquella ma?ana, cuando viniste a suplicarme que no fuera al duelo con ?l en el Bois, ?lo que te impulsaba era tu inter?s por ?l?
– ?Por ?l? No, era por ti -exclam? ella sin pensar en lo que dec?a.
Pero eso no le convenci?.
– ?Por m?? ?T? sab?as, como todo el mundo, lo que hab?a sido capaz de hacer durante aquella semana!
– S?, pero ?l era superior a tus otros adversarios. Ten?a fama de ser insuperable. Mi t?o me asegur? que era invencible, y me convenci? de que estabas perdido.
Andr? la mir? frunciendo el ce?o.
– ?Est?s segura, Aline? -pregunt? gravemente-. Comprendo que, habiendo cambiado desde entonces, ahora quieras negar tus sentimientos hacia ?l, pero… en fin, supongo que eso es normal en las mujeres.
– ?Qu? est?s diciendo, Andr?? ?Qu? equivocado est?s! S?lo te he dicho la verdad.
– ?Y fui yo tambi?n la causa de que te desmayaras cuando le viste regresar herido del duelo? Eso me abri? los ojos.
– ?Herido? Yo no vi su herida. Le vi sentado en su coche, al parecer sano y salvo, y deduje que te hab?a matado como hab?a jurado hacer. ?Qu? otra cosa pod?a pensar?
Andr?-Louis vio como una luz resplandeciente, cegadora, que le asust?. Dio un paso atr?s y arrug? la frente:
– ?Y por eso te desmayaste? -pregunt? incr?dulo.
Ella le mir? sin contestar. Ahora empezaba a darse cuenta de cuan lejos hab?a llegado para darle a entender su error, y a sus ojos asom? un miedo s?bito. ?l le tendi? las manos.
– ?Aline! ?Aline! -dijo con un nudo en la garganta-. Entonces fue por m? que…
– ?Oh, Andr?-Louis, qu? ciego estabas, siempre ha sido por ti, siempre! Nunca pens? en ?l, ni siquiera para un matrimonio de conveniencia, excepto durante un breve tiempo, cuando… cuando esa actriz entr? en tu vida -y aqu? se interrumpi? y volvi? la cara con expresi?n de desagrado-. S?lo entonces, al ver que no ten?a otro camino que seguir, decid? dejarme llevar por la ambici?n.
Al o?rla, Andr?-Louis se qued? estupefacto.
– Estoy so?ando, por supuesto. ?O estoy loco?
– M?s bien est?s ciego, Andr?. Totalmente ciego -asegur? ella.
– Ciego s?lo porque ten?a la presunci?n de ver.
– Y sin embargo, que yo sepa, nunca has sido muy modesto que digamos -contest? ella, y por un instante fue la misma Aline de siempre.
Poco despu?s, el se?or de Kercadiou se asom? a la ventana de la biblioteca, y los vio cogidos de las manos, contempl?ndose beat?ficamente, como si cada uno viera en el rostro del otro el para?so.
1 La sociedad francesa en el Antiguo R?gimen se divid?a en tres estamentos: el eclesi?stico, el nobiliario y el Tercer Estado que, bajo la denominaci?n general de «pueblo», agrupaba a la burgues?a, a los artesanos y a los campesinos. (N. del T.)
1 Espanto en franc?s. (N. del T.)
1 Canevas o scenario en el original. M?s que una obra de teatro, es un esquema muy general que permite la improvisaci?n de los actores. Lo m?s aproximado en castellano es «argumento». (N. del T.)
1 11En franc?s en el original. (N. del T.)
1 Amis en franc?s significa «amigos». (N. del T.)
1 Tennis-court en el original. El juramento tuvo lugar en la sala del Jeu de Paume: «juego de pelota» en franc?s. Era el ancestro del actual tenis, y tambi?n se jugaba en salas techadas. (N. del T.)
1 Carta cerrada con el sello real que exig?a el encarcelamiento o el destierro de una persona. (N. del T.)
1 Ayuntamiento. (N. del T.)
1 Donde aparecen los tres asteriscos *** el autor ha querido pasar por alto las obscenidades pronunciadas por Danton. (N. del T.)
1 En el original «spadassinicides», del franc?s spadassin. Un neologismo del autor cuya equivalencia en castellano ser?a «espadachinicidas». (N. del T.)
1 En Par?s, por antonomasia, el Bois de Boulogne. (N. del T.)
1 En franc?s en el original. (N. del T.)
1 En franc?s en el original. (N. del T.)
1 Miembros de un club de la Revoluci?n Francesa. (N. del T.)
1 Instituci?n municipal parisiense (1789-1795) que devino gobierno revolucionario. (N. del T.)