Выбрать главу

No, mi querida Amiga, no es la senhal de los enamorados poetas provenzales, no es lo inefable de los filósofos anoréxicos, no es la ligereza que quisieran dejar en herencia a la posteridad, si es que la hay, ciertos escritores de este mefítico milenio que muere, que han aprendido la lección dilapidando su talento e imaginación escribiendo en beneficio de manuales de narratología. Nada de todo eso, vous comprenez sans doute. Son las nubes, querida Amiga, en su acepción moderna, naturalmente. Las nubes que cubren cada vez más el rostro de la luna, que se aleja cada vez más, aunque le hayan clavado una bandera, igual que un palillo de dientes en las aceitunas de un cóctel. Porque es el cielo el que desciende cada vez más. Por lo tanto, avec un ciel si bas qu’un canal s’est pendu, que también es otro concepto de Sección Nostalgia, pero si los canales pueden ahorcarse, los connards no, ésos no, por desgracia nos rodean como en un asedio. Os lo ruego, no interpretéis de nuevo estos pobres desvaríos míos como declaraciones de poética. Interpretadlos, si acaso, de manera existencial. Mejor aún, fe-no-me-no-ló-gi-ca. Porque el poeta es un rencoroso, y lo demás son nubes. La Ferocidad, la Obviedad, lo Políticamente Correcto, la Plástica, el Cinismo. Y como si no fuera suficiente, los Ólogos, todos los Ólogos posibles e imaginables. Y los arrepentimientos y remordimientos, total, el arroz bajo las rodillas ya no está de moda, un mea culpa cortado bien calentito, por favor. C’est chiant, Madame, creedme. Y, además, está la Ciencia. La Ciencia, gracias a la cual los Escindidores gritaron sus eurekas: Hiroshima, mon petit champignon! A los supervivientes, quemaduras, deformaciones genéticas irreversibles, cánceres de todas las variedades, mi querida Amiga. Y muchos, muchos connards. Y avalanchas de empingorotados. Resumiendo: Zyklon B, radiactividad y alambradas, como ha dicho alguien que de eso entendía. Que, la verdad, no son pistou, ¿no os parece? Y mientras tanto: ¡la ligereza!, ¡la ligereza!, como un lanzador de jabalina que corre descalzo por el césped de Olimpia. Parbleu, quelle élégance. O también: la Vida, la Vida recomendada por el Hombre vestido de blanco desde su ventana (cuántos balcones y cuántas ventanas en esta historia, ¿lo habéis notado, Madame?). Ya, ya, pero la vida ¿de quién? ¿Y con qué hábiles estratagemas, además? Y si nos limitáramos a esparcir semen entre el espliego, ¿no sería eso también una estratagema, digamos un discurso del método? Tomadlo como un doble sentido, una metáfora de lo que alguien como yo puede entender de sí mismo: por ejemplo el sentido de la escritura. Y vos, mientras tanto, mi querida Amiga, que erais asidua de ancianos escritores de mala calidad de los que os sentíais cómplices (y ellos de vos), quizá hayáis aprendido cómo funciona una historia, qué son las estructuras narrativas, eso que vos creéis que es la literatura. ¿Seremos auto o heterodiegéticos? No cabe duda alguna de la imperiosa necesidad de resolver esta espinosa cuestión. En resumen, qué es una novela, de la cual os dejo un pequeño concentrado en esta no-botella, digamos una novela hipotética, un aparatito del tipo hágaloustedmismo que incluso vos podréis obtener rellenando los espacios en blanco entre los puntitos como en los dibujos de ciertas revistas de crucigramas que sirven sobre todo para matar el tiempo.

Retrocedo algunos pasos. Entretanto, había salido al aire frío de París. El alba (no lívida) alumbraba los jardines de la Cité Universitaire. Yo estaba atónito. Casi diría perplejo, y sostenía en la mano esta carta hallada en aquella no-botella que transcribo aquí para Vos:

«Cela aurait été beau que tu gagnes la partie. Tu jouais dans la cour d’une maison pauvre, en été, tu te souviens?, ou non, plutôt à l’arrière printemps, et ce vert, tout ce vert alentour, tu te souviens? La fontaine communale était en fonte, verte elle aussi, avec un robinet en cuivre, Anciennes Fonderies c’était encore inscrit avec les armoiries royales. Un broc, une femme nue sur le balcon, elle aurait voulu te parler, si elle avait pu, mais elle était une image de toujours, et le toujours n’a pas de voix. Tu passais par là, ignare comme tous les passants. Tu traversais quelque chose sans savoir quoi. Et ainsi tu t’en allais, petit à petit, vers un ailleurs. Il devait bien y avoir un ailleurs, pensais-tu. Mais était-ce vrai? Étranger, toi aussi, dans l’ailleurs. Les nuages, les nuages, qui changent sans cesse de forme, roulent dans le ciel. Et voyagent sans boussole. Étoile polaire, Croix du Sud. Allez, suivons les nuages. Engageons la partie avec les nuages, acceptons le défi, par exemple: comment se dispute ce jeu? Nimbus, cirrus, cumulus: ce sont les joueurs que présente l’équipe adverse. Voilà le premier qui arrive. Avec lui ce fut un âpre duel. Ah! Les moulinets que tu faisais avec ton sabre. Illustre cavalier qui participa à la joute, ton courage fut sans pareil, et inégalable ta bravoure, magnifique ta générosite à défendre des nobles idéaux. Tu coupas les jambes du féroce nimbus qui lançait des tonnerres et des éclairs. Tu fis tourner comme une balle folle le cumulus rond qui adaptait à tout sa rotondité. Et le grand cirrus, tellement fier de sa “cirrite” et dont la crème chantilly masquait le néant, il prit la fuite au loin. Noble chevalier, quel combat! Et tout cela sans armure. Puis tu t’en allas vers d’autres ailleurs, fragile mais fort, solide comme un roc et pourtant en équilibre précaire. Voyages par des sentiers qui bifurquent, chemins de Saint-Jacques-de-Compostelle, mers jamais naviguées auparavant, elle allait légère, ta pierre chancelante, chevalier sans tache et sans peur, avec toutes les peurs du monde et toutes les taches solaires.

Jusqu’au moment où le voyage d’aller devint celui du retour.

Cela aurait été beau que tu gagnes la partie, dit le tzigane aveugle. Mais moi, je ne chante pas le futur, sois tranquille, dans le journal de ce matin un acteur très connu dit qu’il est vieux et s’en vante, la patrie en tant que patrie même si elle est ingrate nous fascine et nous devons l’aimer (lettre non signée), si tu réponds à la question la plus difficile du Grand Concours et si tu maîtrises avec sûreté les événements en réussissant à devenir le point de référence de tout et de toi-même, tu gagnes vingt-huit points et un voyage à Zanzibar et, en outre, du moins pour cette semaine, l’influence positive d’Uranus te rend inhabituellement prudent, en t’évitant le péril de nourrir d’inutiles illusions. Si tu veux au contraire connaître les prédictions de ton horoscope, je te le vends pour deux sous, c’est un horoscope échu, tu peux le lire à l’envers jusqu’à l’époque où tu jouais dans la cour d’une maison pauvre. C’était en été, tu te souviens? Sur le banc d’une gare, le ballon oublié par un enfant flotte, et la femme nue au balcon a fermé la fenêtre.»*

Mi querida Amiga, quisiera daros cita en otro café que no fuera el equivocado, donde nos esperamos en vano. Pero no sé dónde se encuentra. Y me temo que, más que un café corriente, sea el Café con mayúscula, su imagen eterna e inmutable, una especie de idea platónica del Café, donde no sirven café. Es cierto, nadie nos podrá sustraer jamás lo que hemos vivido, sobre todo si buscábamos intersticios. Sin embargo, me pregunto: en el fondo, ¿por qué los hemos buscado con tanto afán? ¿Acaso para encontrar en ellos los Enjambements del meditabundo versificador Aristide Dupont, intrépido continuador de la línea poética picarda? ¡Adelante, a todo correr! De intersticio en intersticio se acaba por llegar a la merecida jubilación de quien ha servido en la Administración Pública. Y, en cuanto a citas, el tiempo a nuestra disposición, como la vida, ya ha pasado: éramos posmodernos en el siglo pasado. A este propósito, la noche de la que os hablaba hubiera deseado a mi vez poner una cinta de una canción que me parecía muy adecuada para la ocasión, y cuyo estribillo dice así: «¿Adónde vas Gigolette, con tu Gigoló?, ha terminado el baile que se bailaba tanto tiempo atrás.» Pero no la llevaba conmigo, y ahora el dueño tiene ganas de cerrar la tienda, y los músicos están guardando sus instrumentos. Os la canto sin acompañamiento, como hacía en tiempos.

вернуться

* Habría sido estupendo que hubieras ganado el partido. Jugabas en el patio de una casa pobre, en verano, ¿te acuerdas? o no, mejor dicho, al acabar la primavera, y aquel verde, todo aquel verde alrededor, ¿te acuerdas? La fuente municipal era de hierro fundido, verde también, con un grifo de cobre, todavía llevaba grabado «Antigua Fundición», con el escudo real. Una jarra, una mujer desnuda en el balcón, habría querido hablarte, si hubiera podido, pero era una imagen de siempre, y el siempre carece de voz. Pasabas por allí, ignaro como todos los que pasaban. Atravesabas algo sin saber qué. Y de ese modo te estabas yendo, despacio, hacia algún otro lugar, pensabas. Tendrá que haber algún otro lugar, pensabas. Pero ¿era verdad? Extranjero, tú también, en otro lugar. Las nubes, las nubes, que cambian continuamente de forma, giran en el cielo. Y viajan sin brújula. Estrella Polar, Cruz del Sur. Venga, sigamos las nubes. Disputemos el partido con las nubes, aceptemos su desafío, por ejemplo: ¿y cómo se juega a ese juego? Nimbos, cirros, cúmulos son los jugadores que alinea el equipo adversario. Mira. Ahí llega el primero. Con él hubo un áspero duelo. ¡Ah! Los molinetes que hacías con tu sable. Ilustre caballero que participaste en el torneo, tu valor fue sin igual, e inigualable tu bravura, magnífica tu generosidad al defender nobles ideales. Hiciste frente al feroz nimbo que lanzaba truenos y centellas. Obligaste a dar vueltas como una pelota enloquecida al cúmulo abombado que todo lo adaptaba a su redondez. Y el gran cirro, tan orgulloso de su «cirridad» y cuya nata montada ocultaba la nada, se dio a la fuga, a lo lejos. Noble caballero, ¡qué gran combate! Y todo esto sin armadura. Después te marchaste hacia otros lugares, frágil pero fuerte, sólido como una roca y, sin embargo, en equilibrio precario. Viajes a través de senderos que se bifurcan, caminos de Santiago de Compostela, mares nunca antes surcados, iba ligera tu piedra inestable, caballero sin mancha y sin miedo, con todos los miedos del mundo y todas las manchas solares.

Hasta el momento en el que el viaje de ida se convirtió en el de regreso.

Habría sido estupendo que ganaras el partido, dijo el gitano ciego. Pero yo, yo no canto el futuro, estate tranquilo, en el periódico de esta mañana, un actor muy conocido dice que es viejo y que está orgulloso de ello, la patria en cuanto patria, aunque sea ingrata, nos fascina y debemos amarla (carta sin firma), si respondes a la pregunta más difícil del Gran Concurso y si dominas con seguridad los acontecimientos, siendo capaz de convertirte en el punto de referencia de todos y de ti mismo, ganas veintiocho puntos y un viaje a Zanzíbar, y, además, por lo menos durante esta semana, la influencia positiva de Urano te hará, al contrario de lo habitual, prudente, evitándote el peligro de alimentar vanas ilusiones. Si, por el contrario, quieres saber las previsiones de tu horóscopo, te lo vendo por dos duros, es un horóscopo caducado, puedes leerlo al revés hasta la época en la que jugabas en el patio de una casa pobre. Era verano, ¿te acuerdas? En el banco de una estación, el globo olvidado por un niño ondula y la mujer desnuda del balcón ha cerrado la ventana.