Elizabeth se dio la vuelta para mirarlo.
– ¿Está resuelto?
– Sí.
– ¿Estás fuera de peligro?
Reed asintió.
– Fue uno de los ayudantes de Kendrick. Te contaré todos los detalles, si quieres.
– ¿Ya no necesito un guadaespaldas entonces?
– Ya no más.
Lucas golpeó con sus manitas en la trona y gorjeó.
– Entonces… Hay algo que tengo que decir.
Todos esperaron.
– Estoy embarazada.
Tardaron un momento en darse cuenta de lo que acababa de decir.
Hanna gritó de alegría y Joe la felicitó.
Reed la miró en estado de shock.
Luego, finalmente dijo:
– ¿Cómo diablos…?
– En Biarritz, supongo -dijo Elizabeth.
Había sido científicamente posible, pero dada la historia de Reed y ella, el quedar embarazada les había parecido imposible.
– ¿Hiciste algo diferente? -preguntó Hanna.
Joe le dio un codazo.
– No me refiero a eso -agregó Hanna.
– Me ató a las columnas de la cama -dijo Elizabeth.
Hanna se rió. Joe hizo un ruido ininteligible.
– No puedo creer que hayas dicho eso -dijo Reed.
Elizabeth se encogió de hombros.
– Sólo intento ser sincera, y mira, funciona.
Reed la envolvió con sus brazos y la estrechó contra sí.
– De aquí en adelante -le dijo él al oído-, este asunto de la sinceridad sólo es entre tú y yo.
Elizabeth se rió al escucharlo, y lo abrazó fuertemente.
Y el mundo para ellos se transformó en un lugar de permanente felicidad.
Barbara Dunlop