Los dos hombres tomaron la escalera. Subieron al cuarto piso, abrieron la puerta de salida, y miraron detenidamente. Después de unos momentos de discusión, el compañero de mi cazador se deslizó hacia el pasillo, abandonando al tipo-cazador en el hueco de la escalera.
Ahora, tenía un dilema. Desde mi ventajosa posición debajo del cazador, no podía ver nada, no a él y ciertamente no a su compañero, aunque la puerta estaba abierta. Tenía sólo una opción. Cuando yo había entrado con Paige, había notado un segundo juego de escaleras al lado opuesto del vestíbulo. Podría salir al tercer piso, encontrar la escalera alterna, subir al quinto, y dar la vuelta por atrás de la escalera. Desde los escalones de encima, sería capaz de ver. Aún más, el cazador probablemente esperaría algún peligro desde abajo, alguien subiendo desde el nivel inferior. Por otra parte, el plan también significaba que yo sería incapaz de oír y oler durante al menos unos minutos. ¿Era mejor quedarse desde dónde podía usar esos dos sentidos? Mientras más esperaba, más arriesgado sería al marcharse. Me arrastré por la escalera hacia el tercer piso.
Rodear no era un problema. Las salidas estaban marcadas a cada final del pasillo. Volví al primer hueco de la escalera, me quité los zapatos, me deslicé por la puerta del quinto piso, y bajé la escalera hasta que estuve media docena de pasos de aterrizar sobre el cuarto suelo, donde el tipo-cazador esperaba. Deslizando mis zapatos de vuelta, me puse en cuclillas para mirar detenidamente a través del pasamano. Perfecto. Ahora tenía el sonido, el olor, y la vista. El compañero de mi cazador estaba frente al cuarto 406. Las Winterbournes. Estaba en cuclillas frente a la puerta, eligiendo algunos instrumentos de para abrir cerraduras. De modo que no habían sido invitados. Tal vez las Winterbournes había estado diciendo la verdad sobre estar en peligro. Al menos, diciendo a la verdad sobre ellas estando en peligro. ¿Y yo? Bien, yo no habría estado en Pittsburgh si no fuera por ellas, ¿verdad? De alguna manera dudaba de que estos milicianos hubiesen estado acechándome esta noche si yo me hubiera quedado en casa. Si las Winterbournes eran cómplices en esto, todavía podría culparlas de ello. Cuestión afortunada, porque definitivamente quería culparlas de algo.
El tipo-cazador se balanceó desde sus talones a los dedos del pie, refunfuñando por lo bajo. En el pasillo, su compañero limpiaba su cara sudorosa en su hombro. Se paró, se estiró, y se puso en cuclillas otra vez. Varias veces intentó mover la manija, luego se giraba hacia su compañero y sacudía la cabeza. Finalmente mi cazador lo llamó que volviera. Yo subí rápidamente tres escalones, quedando fuera de visión. Entraron en el hueco de la escalera y cerraron la puerta.
– No vayas -dijo el tipo de la cerradura-. No lo consigo. Estoy seguro que hice reventar la cerradura, pero no se abre.
– ¿Cerrojo muerto?
El tipo de la cerradura sacudió la cabeza-.Comprobé el lugar esta mañana. Cerraduras y claves pasadas de moda.
– Llama a Tucker. Vi un teléfono público afuera. Línea de tierra. Esperaré aquí.
El tipo de la cerradura trotó hacia abajo por la escalera. Cuando la puerta de la primera planta se balanceó y cerró detrás de él, oí otra puerta que se abría, en el cuarto piso. El tipo-cazador abrió la salida para mirar el pasillo. De pronto hizo ruido profundo con la garganta, una sonrisita sofocada. Bajé unos pocos escalones, me puse en cuclillas otra vez, y miré la rendija de la puerta.
Paige Winterbourne estaba de pie en el pasillo, con los brazos cruzados a través del pecho, vestida con una blusa camisera de seda verde y un abrigo en combinación. Frunciendo el ceño, contempló el pasillo. Entonces se detuvo y contempló la salida donde nos escondíamos. Aunque la puerta estuviera abierta sólo un par de pulgadas, debió haber visto la luz o la sombra a través de ella. Cuando miró, el tipo-cazador vaciló, sosteniendo la manija, lista apara cerrarla. Si ella hubiera vuelto a su cuarto para llamar a seguridad, él se habría escapado. Pero no lo hizo. Estrechó los ojos y avanzó hacia nosotros. Otro cliché de película de horror. ¿Cuándo la estúpida e ingenua chica oye un golpe en la noche, se retira a un lugar seguro y telefonea por ayuda? Por supuesto que no. Tiene que ver lo que hay detrás de esa puerta abierta. Todo lo que Paige necesitaba ahora era perder el negligé, entonces podría correr desnuda y gritar pro el pasillo cuando abriera del todo la puerta y encontrara al asesino que estaba al acecho detrás.
El tipo-cazador rompió el guión. En vez de esperar a que Paige abriera la puerta, sacó su arma. Luego empujó y abrió la puerta otro poco y levantó el arma hasta la rendija de la puerta. El año pasado, yo había visto a una mujer inocente asesinada a tiros por mi culpa. Si Paige era inocente o no era una materia de debate, pero dudaba que mereciera ser asesinada en un vestíbulo de hotel. Salté sobre el pasamano y aterricé detrás del hombre. Él se cayó hacia adelante. Agarré su cabeza y giré su cuello. La más simple, suave, y limpia forma de matanza.
Mientras el dejaba caer el rostro primero hacia el suelo, alcé la vista para ver Paige sostener la puerta abierta y mirar fijamente.
– Monta guardia -dije-. ¿Está abierto tu cuarto?
– ¿Mi…? Umm, sí.
Levanté al muerto sobre mi hombro y pasé por delante de ella hacia el pasillo-.Dije que montaras guardia. Él no estaba solo.
– Donde estás ah, espera. ¿Mi cuarto? No puedes ponerlo… -Ella se detuvo-. Llévalo a la suite al lado de la nuestra. Está vacía.
– Tanto mejor.
– Puedo abrir la puerta con un hechizo -dijo ella.
Se apuró por vestíbulo, pasando junto a mí, murmurando palabras en un idioma extranjero. Mientras ella hablaba, cubrí mi mano con mi camiseta, la alcé, y rompí la manija del cuarto vacío.
– Vuelve corriendo y trae el arma -dije-. Luego despierta a tu tía y tráela aquí.
Paige vaciló, como una reacción refleja contra aceptar órdenes. Pareció pensar mejor acerca de discutir e hizo una pausa sólo un segundo antes de trotar ligeramente hacia el hueco de la escalera. Arrastré al muerto al cuarto de baño, cerré la puerta, y comprobé sus bolsillos buscando una ID. Nada. Ver la radio en su bolsillo me recordó que había un segundo hombre armado, y Paige y su tía se tomaban su tiempo evacuando su cuarto.
Abrí la puerta de cuarto de baño cuando ellas entraban en el cuarto vacante. Paige todavía llevaba puesta su blusa camisera y el abrigo. La bata larga de Ruth cubría su ropa de dormir. Ambas llevaban un cambio de ropa y sus bolsos, y Paige tenía el arma.
– Buena idea -dije-. ¿Están todas sus ID allí?
– No tiene sentido abandonar cualquier pista si logran forzar la entrada -dijo Paige-. Si tenemos que hacerlo, podemos dejar el resto de las cosas atrás.
– Paige me dijo lo que pasó -dijo Ruth-. Estamos muy agradecidas. También muy impresionadas. Tienes unos reflejos excelentes.
– Clases de defensa personal -dije.
– ¿Todavía no admites la cosa werewolf? -preguntó Paige.
Caminé hacia el cuarto de baño y sostuve la puerta abierta-. ¿Alguna de ustedes había este tipo antes? No toquen nada. Los policías quitarán el polvo buscando huellas.
– ¿Policías? -repitió Paige.
– Sí, policías. ¿Quiénes crees que manejarán la investigación del asesinato? ¿La seguridad del hotel?
– ¿Asesinato? ¿Quieres decir que él está muerto?
– No. Descansa cómodamente -dije-. La gente siempre duerme mejor con sus cabezas en un ángulo de noventa grados. Parece cómodo, ¿verdad?